domingo, 3 de febrero de 2013

Hesterectoramus, 3 de febrero 2013

domingo, 3 de febrero de 2013

HESTERECTORAMUS - Texto

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Desgrabación:
Mary Carmen Quintana
carmen.quintana@prodigy.net.mx
Buenas Noches Amados Maestros, son la una menos cinco de la madrugada, hace días que no vengo a hablar con ustedes, una sola vez he sentido la presencia y no pude conectarme porque era justo la hora que venía gente a verme y lo demás no he tenido el sentimiento de vuestra presencia y mis indicadores también han estado quietos.
Cuando hoy me levanté para escribir como tantas veces que no puedo dormir, me fijé en mis indicadores y estaban todos quietos y ahora no se porque levanté la cabeza y veo que están girando, así que alguien de ustedes está, así que por las dudas, será por las inmensas ganas que tengo de charlar con ustedes, acá me conecto a ver si alguien tiene algo para trasmitirme, lo cual como siempre recibiré con todo mi amor, quedo esperando.
Y por las dudas respirando profundamente para elevar mi vibración, aunque sé que estoy ya en este momento no me hallo en la 3D por el trabajo interno que estoy haciendo, estoy más elevada, pero igual- siempre viene bien, así que quedo callada esperando.
Hesterectotamus me aparece tu nombre en la mente, ¿eres tú el que me quiere hablar?
Si Alexiis Soy Yo - originalmente soy el que te pidió que compartas los mensajes de tus experiencias, de tus vivencias con tus lectores, luego al año siguiente te pedí que lo hagas en forma de libros y sé que desde que llegaste a tu nuevo hogar, a lo que se llama Bariloche – lo has estado haciendo en forma de unos…. ¿cómo se diría? … unos apartados en internet, en donde publicas los mensajes que recibes, pero ahora otra vez estas estudiándote a vos misma, yo sé que el Maestro Yeshua es el que te ha insistido también en que es necesario que lo hagas – si mi querida niña – es necesario que elimines todo resto – ni siquiera quiero decir de obscuridad, porque ya no hay obscuridad, pero cada resto de duda – y eso si hay, cada resto de soledad – que también hay, esas inseguridades – todo eso lo tienes que eliminar.
Y lo estás haciendo y estás descubriendo cosas que hace rato se te comunicaron pero con el caudal enorme de información que estuviste recibiendo en estos pocos años que conciernen tanto al desarrollo planetario, como a todas tus vidas anteriores y todo respecto a quién has sido, a quién eres, bueno evidentemente fue demasiado y no pudiste absorber todo ese conocimiento – te felicito y está muy bien - que ahora, sé que a mitad de octubre te has decido a emprender lo que vos llamas el “Autoanálisis” y estás viendo grandes resultados – estás viendo o recuperando grandes enseñanzas que se te han dado a lo largo del tiempo pero que no has podido concientizar y por consiguiente aplicar a tu vida.
Sé que físicamente uno de tus principales problemas que estás buscando solucionar, es la discapacidad de tus piernas que tienes prácticamente desde fines de año ‘98, estás muy bien encaminada mi querida, estás muy bien recuperando información, buscando y también, como se te ha dicho, tienes que ir a vidas pasadas porque tienen que ver con eso, no es solamente de esta vida actual de Anita, Alexiis en vidas anteriores también ha tenido o ha pasado por situaciones que han producido todo esto.
Simplemente hoy me dirijo a vos, porque quiero comunicar al resto de los trabajadores de la luz - la importancia que en este momento - donde sé que muchos han perdido el ánimo- porque no se han producido los cambios grandes que ellos esperaban - les aconsejo queridos hermanos aprovechen este tiempo para ir a su interior, para hacer una limpieza de casa total - es en beneficio de ustedes mismos – ustedes de seguro ya se sabe que van a acompañar a Gaia en su Ascensión – pero para ustedes ese paso grande va a ser mucho mas fácil cuanto mas limpios estén – saquen todo escombro, todo polvo que quede en su interior – tomen conciencia de lo que han vivido - tomen conciencia y analicen esos eventos que han pasado.
De una forma u otra el conocimiento les llega y quiero aconsejarles hagan esa revisión, hagan ese estudio interno, no dejen caer ahora los brazos - pensando no tiene sentido trabajar para la Luz – nos dan fechas y no se pasa nada – si – ha pasado – pero no han pasado esas grandes catástrofes que se esperaban, han pasado muchas cosas y muchos de ustedes se están dando cuenta de los cambios – entonces a todo el resto le aconsejo tal y como le he aconsejado años atrás a esta canal como proceder y hoy la he vuelto a contactar justamente porque sé que ella extraña el caudal de canalizaciones que tenía y el que pasen días y días y días y días sin que nos comuniquemos con ella.
Lo más importante en este momento para todos ustedes – salvo que haya una necesidad real nuestra de transmitir un mensaje – es que trabajen en si mismos, aprovechen esta relativa calma al máximo para estudiarse, analizarse y tomar cuenta quienes realmente son – todos ustedes pertenecen al Yo Soy – todos ustedes son hijos del Creador – pero eso lo tienen que tomar en conciencia – eso lo tiene que aceptar – por eso esta noche he venido con este breve mensaje para alentar a la canal para que siga con su trabajo y de paso a todos los demás hermanos humanos, aconsejarles que hagan algo similar.
Cada uno a su forma, no quiero decir con esto que cada uno se ponga a escribir, cada uno tiene su propio sistema -pera háganlo hermanos – háganlo, les mando todo mi Amor – desde esa lejana Lemuria que se va acercando cada vez más, Yo Soy Hesterectoramus, sé que no soy uno de los Maestros tan conocidos, sin embargo en Lemuria – Sí – y es de ahí de donde me conoce la canal.
Les mando toda mi Luz, todo mi Amor y todo mi apoyo, si alguien quiere comunicarse conmigo – ahí estaré dispuesto a darle una mano – a orientarlo – a ayudarlo, con todo mi Amor los dejo por esta noche-
Alexiis: Ahh gracias Hesterectoramus, realmente hace rato que no hemos hablado, gracias porque con este estudio que estoy haciendo - me doy cuanta de cuan importantes fueron las distintas enseñanzas que me has brindado, gracias nuevamente.

Las crónicas de Avalon, parte 7, Vamos a contar metiras, Emilio Carrillo, 30 de enero 2013

miércoles, 30 de enero de 2013

Las Crónicas de Avalon, Parte 7: Vamos a contar mentiras, Emilio Carrillo



Vamos a contar mentiras





Parte 7: Vamos a contar mentiras, Emilio Carrillo







Me desperté de muy buen humor el Dywrnad del encuentro organizado con las hadas jóvenes, que os anuncié en la anterior Crónica. 

Estaba alegre ante la perspectiva de la jornada que tenía por delante, que presentía llena de hermosas sorpresas.

Al desayuno faltó la Reina de las Tempestades, que muy temprano había marchado ya en dirección al lugar del evento para cerrar los últimos detalles. 

Merlín me deseó que la experiencia fuera muy fructífera. Y, nada más levantarme de la mesa, también yo me encaminé hacia el Tor, que no está muy alejado de donde resido.

Tras recorrer el Laberinto de la Diosa, accedí a la edificación, entrando por su puerta frontal. 

Al poco de atravesarla, fue Nimue quien me salió al paso:

-¡Hola, Emilio. Bienvenido a la Casa de las Hadas!-, me saludó con entusiasmo y utilizando el sobrenombre con el que al Tor se le conoce en la Isla de Cristal.

-¡Buen Dywrnad, Nimue!-, le respondí para después unirme a ella en un beso en el que volqué la felicidad que me inundaba.

Cogidos de la mano nos dirigimos al salón principal del recinto. 

La noche anterior cenamos juntos, por lo que Nimue ya me había adelantado algunos pormenores de la reunión, recalcándome que las hadas con las que me encontraría ostentaban el calificativo de jóvenes no en razón de la edad, sino porque era recientemente cuando habían experimentado la transformación en tales, siendo aún noveles en el uso de sus poderes y dones. 

Por esto, además, no habían perdido su condición esencial de seres humanos, por lo que las enseñanzas que se les impartirían valen igualmente para cualquier persona. 

Las encargadas de ello serían la Reina de las Tempestades, que actuaría cual Maestra de Hadas, y la propia Nimue y sus íntimas amigas Elaine e Igraine, que harían la labor de Maestras Auxiliares. 

Las convocadas superaban el medio centenar y procedían de una gran variedad de puntos de Europa y Norte de África. 

Desde luego, suponía un privilegio en toda regla participar como invitado en una cita tan singular y plena de fuerza femenina. 

–No te inquietes. Tienes tu lado femenino muy desarrollado. Recuerda que tu primera encarnación humana fue en una mujer-, me animó Nimue durante la cena para que diluyera cualquier tipo de recelo.

Cuando entramos, el salón estaba repleto, con todas las hadas ya instaladas en cómodas sillas que configuraban un gran círculo multicolor, dada la variedad y viveza cromática de sus atuendos. 

La Maestra de Hadas se hallaba de pie en medio del mismo. 

Su indumentaria contrastaba con el resto, pues vestía una austera veste de terciopelo negro, sin dibujo o distintivo alguno, que le cubría desde el cuello hasta los tobillos, amén de los brazos. 

Me saludó alzando y moviendo el derecho e indicándome con el izquierdo el sitio que debía ocupar, frente a ella y en lado opuesto al asignado a Nimue, que se sentó a su espalda, junto a Elaine y Igraine. 

Tomé asiento un tanto ruborizado, pues, por motivos obvios, era el centro de atención de todas las miradas. 

Y de uno de mis bolsillos saqué una pequeña grabadora que puse en funcionamiento, ya que la Reina de Tempestades me había autorizado a registrar lo que se allí se hablara al objeto de facilitar su posterior transcripción en esta Crónica.

Tras unas breves palabras introductorias, la Maestra de Hadas entró en materia. 

Su voz era calida y pausada:

-El potencial operativo de la mente es colosal, inmenso. Tanto que, como si de un ordenador de última generación se tratara, su rendimiento no depende estrictamente de ella, sino de la cualificación del usuario. Y si en los ordenadores tal cualificación viene definida por los conocimientos y pericia del operador, en el caso de la mente está en función del grado de consciencia de la persona. Por lo que cabe afirmar que la mente está al servicio de la consciencia.
La manifestación de la Consciencia es el “Ser Consciente” que se atribuye a Buda, o el “Yo Soy el que Soy” con el que Jehová responde a Moisés en el pasaje bíblico del Libro del Éxodo. En el plano de los seres humanos, está relacionada con la honda interiorización de lo que somos: una unidad energética y vibracional, integrada a su vez en la Unidad de cuanto existe, en la que confluyen de manera armoniosa y equilibrada una dimensión interior y espiritual (alma y espíritu) y otra exterior y material (cuerpo). La consciencia hace factible tal confluencia y plasma la adecuada conexión entre esas dos dimensiones.
Con esta base, cuando el nivel consciencial es bajo, la conexión falla: la persona está desconectada de su Ser profundo y carece de una dirección consciente. Ante esta ausencia del Yo interior en el timón, la mente activa una especie de piloto automático, valga el símil, que suple tal déficit. Se trata del ego, que desarrolla un yo y una personalidad ante las necesidades de conservación y actuación en el mundo tridimensional. Frente al Yo interior, creación divina y de esencia divinal, es un yo no sólo pequeño, sino también falso, en el sentido de que es una creación de la mente, un objeto mental. Pero no es menos cierto que resulta imprescindible para la supervivencia y actividad del ser humano ante la ausencia de un mando consciente.
En cambio, cuando la persona disfruta de consciencia, la conexión entre sus componentes trascendente y material está operativa; y el Yo Verdadero asume la dirección. El piloto automático, el ego, no es preciso, por lo que la mente lo mantiene desactivado. Además, en vez de usar y canalizar su energía y capacidad para el funcionamiento y desarrollo del ego, las pone al servicio del Yo profundo-.

La Reina de las Tempestades interrumpió su disertación para beber un poco de agua. 

Tras lo cual, se giró sobre si misma y se dirigió hacia una silla que se había mantenido vacante entre Nimue y Elaine, exactamente frente a mí, quedando la primera a su derecha y la segunda a su izquierda, mientras Igraine permanecía codo con codo con Nimue. 

Ya sentada, continuó su exposición:

-Por lo enunciado, es la cualificación consciencial del usuario lo que determina el papel y el rendimiento de la mente, que está siempre a nuestra entera disposición en su vasta capacidad funcional. No obstante, al igual que distintas tradiciones y culturas religiosas se han empeñado a lo largo de la historia en satanizar el cuerpo físico, el desconocimiento de lo que se acaba de explicar ha provocado que otras dirijan sus fobias contra la mente, culpándola de la existencia del ego y de la interminable sucesión de pensamientos que por ella fluyen sin control. Pero cuerpo y mente son, como el espíritu o el alma, creaciones divinas; nada “malo” hay en ellos. La mente, en particular, es un prodigioso tesoro biológico-tecnológico a nuestro servicio, incluida nuestra esfera espiritual. Y es un instrumento neutro, cuyo potencial resulta más o menos rentabilizado dependiendo de la cualificación del operador, esto es, del grado de consciencia de cada cual.
Eso sí, cuando tal grado es reducido, el funcionamiento del piloto automático sumerge a la persona en un mundo de creaciones mentales. Al ego, una creación mental, no se le puede pedir otra cosa, no da más de sí. Lo que provoca que muchos seres humanos vivan en un mundo de ilusiones mentales mayoritariamente marcado por la insatisfacción y la infelicidad. Pero es de género estúpido responsabilizar a la mente de esto, cuando se limita a cumplir con su obligación: activar un mecanismo supletorio por la carencia de dirección consciente y ante necesidades primarias de conservación y actuación en la tridimensionalidad.
La mente, pues, está libre de “culpa” y somos nosotros los que debemos mirar hacia nuestro interior y elevar el grado de consciencia. Para lograrlo, un buen procedimiento consiste en poner en evidencia las ficciones mentales en las que las personas se introducen cuando el ego asume el mando y, a partir de ello, escudriñar en nuestra dimensión profunda.
Bajo el control del piloto automático, la vida cotidiana de muchísimos seres humanos discurre sumida en una serie de mentiras que afectan sensiblemente a su sentido del yo, a la consciencia acerca de sí mismos y a la percepción sobre cuestiones tan primigenias como lo que significa pensar o lo que es vivir el presente. Entre tales mentiras, sobresalen la media docena que se enunciarán de manera sintética a continuación. En ellas habéis creído hasta ahora. Y en ellas viven encarceladas la mayoría de las personas. Elaine, Nimue e Igraine serán las encargadas de contárnoslas.

Inmediatamente, Elaine se puso en pie y comenzó a hablar. 

Su pelo largo, liso y negro, como sus ojos, armonizaba perfectamente con el ceñido vestido de intenso azul turquesa que lucía, dejando al aire sus brazos, buena parte de la espalda y las piernas por debajo de las rodillas. 

Su dicción desprendía una cierta musicalidad, al remarcar cada pocas palabras la sílaba final de alguna de ellas. No obstante, sabía captar el interés del auditorio:

-Solemos creer que es natural tener una voz en la cabeza que habla sin parar. Pero esto no es verdad; es la primera de las mentiras.
Cuando el ego está al mando, basta con que se reflexione o medite un momento para constatar que los pensamientos acuden a la mente sin previo aviso, de manera espontánea y sin autorización por nuestra parte, sin que intervenga nuestra voluntad. Parecen obedecer al dictado de algo o alguien ajeno a nosotros mismos, como si estuviéramos poseídos por una entidad extraña con sus propios deseos y prioridades.
Nos cuesta un trabajo tremendo cortar este flujo permanente y descontrolado de pensamientos. También resulta difícil concentrarse en uno concreto, pues enseguida otros pugnan por entrar en escena. Y su autonomía llega al extremo de que ni siquiera podemos evitar aquéllos que nos desagradan; por más que nos fastidien, vuelven a aparecer cuando les viene en gana. Es más, los pensamientos han logrado tal poder que aceptamos su dominio como lo más normal del mundo.  Cada uno de nosotros y la civilización y cultura vigentes, la visión imperante, estima lógico que no podamos poner coto a su ritmo incesante, centrarnos en uno específico o liberarnos de los que nos disgustan.
Pero es una gran mentira: no es un hecho consustancial tener en el interior de la cabeza una especie de voz que habla sin parar y con autonomía y criterio propios. Esto se produce cuando el referido piloto automático está encendido. Si elevamos nuestro grado de consciencia, el piloto se desactiva y el Yo verdadero toma la dirección, teniendo capacidad sobrada para controlar la mente, ya sea para acallarla o para concentrarla en un tema o asunto concreto, sin interferencias o injerencias de pensamientos no invitados. Cuando aumentamos el nivel consciencial, los pensamientos están a nuestro servicio y no nosotros al servicio de ellos-.

Elaine se calló y tomó asiento, dando el relevo a Nimue. 

Había elegido para la ocasión un sencillo atuendo a modo de túnica de color rojo apagado que le colgaba hasta los tobillos. 

El cabello trigueño y muy corto hacia juego con el verde aceituna de sus iris y con el color de su indumentaria. Se le veía risueña y hasta divertida. 

Sin importarle las miradas, me guiño descaradamente su ojo derecho y arrancó la disertación:

-Nos identificamos con nuestros pensamientos. Pero esto es mentira, la segunda del listado. Lo cierto es que nuestro Yo y nuestros pensamientos no son lo mismo.
Nuestra rendición ante los pensamientos ha llegado al extremo de que confundimos su voz con nosotros mismos. Nos identificamos con ellos, permitimos que nos capten hasta el punto de unir a ellos nuestro sentido del yo y tejemos lo que pomposamente denominamos personalidad sobre un crisol de pensamientos que fluyen, refluyen, juzgan, prejuzgan, etiquetan y clasifican a su entero antojo.
Es ciertamente sorprendente, pues es obvio que los pensamientos campan a sus anchas. Pero, aún así, terminamos creyendo que nosotros somos nuestros pensamientos, identificándonos con ellos. De este modo, los pensamientos fabrican en nosotros un falso ego: el reiterado piloto automático, totalmente ficticio y de carácter puramente ilusorio, que afirmamos solemnemente como nuestro yo.
Pues bien, ésta es otra gran mentira, la segunda del listado. La realidad es que nuestro verdadero Yo nada tiene que ver con ese falso y pequeño yo, ni con nuestros pensamientos. Tenemos un Yo profundo absolutamente ajeno a ese ego y a los pensamientos; y para el que éstos no son sino instrumentos para la acción en el mundo en el que vivimos-.

Nimue bajó ligeramente la cabeza, como agradeciendo la atención que le habíamos prestado, y ocupó su silla. 

Enseguida, Igraine se levantó de la suya. Había sabido encontrar el vestido con el tono anaranjado exacto que encajaba con su caballera pelirroja y sus ojos azul esmeralda. 

Destacaba por su altura, pero se movía con coordinación y gracia. Tomó la palabra con voz muy dulce.

-No es verdad que exista el pasado. La existencia del pasado es otra mentira, la tercera.
Y es que el absurdo no termina en lo resaltado por Elaine y Nimue, sino que es ahí donde empieza. Primero, porque no se trata de una voz en el interior de la cabeza, sino de muchas voces que pugnan y discuten entre sí, pues tenemos muchos pensamientos a menudo contradictorios y enfrentados. Y en segundo lugar, porque los pensamientos están condicionados no por el presente, sino por el pasado, por nuestras experiencias y recuerdos. Esto nos introduce en un espectacular embrollo porque el pasado no existe ni existirá. Creer en la existencia del pasado es la tercera gran mentira, asumida sin rechistar cuando es escaso el grado de consciencia sobre quién se es y lo que es real.
El pasado existió cuando fue presente. Y las experiencias que en él vivimos las llevamos incorporadas en el ahora. No es necesario recodarlo. La memoria del pasado es algo que surge como forma mental en el momento presente. Además, tal memoria ni siquiera es certera, pues muchos sucesos del pasado los rememoramos desde la interpretación subjetiva de nuestra pequeña historia personal -sufrimientos y goces, éxitos y fracasos.-. Y ésta suele estar marcada por la insatisfacción, bien por no haber alcanzado lo deseado o porque, habiéndolo conseguido, inmediatamente aspiramos a algo más, a algo nuevo que haga nuestra vida más placentera, completa o genuina.
De este modo y aunque no nos percatemos del desatino, nuestra identidad, personalidad y sentido del yo quedan a merced de unos pensamientos contradictorios que responden a la interpretación subjetiva por parte del ego insatisfecho de un pasado inexistente. Ante esto, no puede sorprendernos que nuestro sentido del yo se halle estrechamente ligado a una sensación de frustración o, al menos, de carencia de algo, de emociones o cosas. El piloto automático, a falta de una dirección consciente, no da para más. Por lo que una gran parte de las personas notan que sus vidas no están llenas, se sienten incompletas. Cunde el desasosiego, configurado ya como santo y seña de la sociedad actual-.

Igraine concluyó su intervención con un gesto de cabeza semejante al de Nimue. Tras lo cual, volvió  a tocarle el turno a Elaine:

-Tampoco es verdad que exista el futuro. La existencia del futuro es la cuarta de las grandes mentiras entre las que tanta gente pasa sus días.
Fijaos: ¿qué hacer ante el desasosiego que acaba de citar Igraine?. Pues como el ayer no nos satisface, miramos hacia el mañana. Se trata de una huida hacia adelante en toda regla. Sobre ella se construye otra falacia, la cuarta gran mentira: el futuro.
Puenteando el presente, pasando por encima de él, proyectamos el pasado, con sus frustraciones y carencias, hacia el futuro. Pero éste es sólo otra invención de la mente. El futuro sólo es real cuando ya no es un objeto mental, es decir, cuando deja de ser futuro y se transforma en el momento presente.
Sin embargo, al observar el mundo que nos rodea, es fácil constatar que el futuro se ha convertido en una droga a la que se mantienen enganchadas demasiadas personas, que se aferran al futuro cual tabla de salvación. Lo consideran imprescindible para salir del agujero emocional en el que han caído, para experimentar nuevos sentimientos y sensaciones, para poseer los objetos que precisan o les ilusionan, para ser felices.
Desde luego, el futuro es útil para las cosas prácticas, pero más allá no tiene ningún sentido. Está claro que cada cosa que hacemos requiere tiempo para completarse; y que hay acciones que han de ejecutarse hoy con la mirada en el mañana o que forman parte de una cadena de tareas que transcienden el ahora. Pero en lo que corresponda hacer en este ahora, no son futuro, sino presente. Y en éste me debo ocupar de lo que me tengo que ocupar, sean cuales sean sus implicaciones o consecuencias en el tiempo. Son las ocupaciones del momento presente, no las pre-ocupaciones por el mañana.
La realidad es que gastamos muchísima energía en las pre-ocupaciones, mientras que ponemos escasa atención en llevar a cabo las ocupaciones de la mejor manera posible. En lugar de diferenciar entre ocupaciones y pre-ocupaciones y centrarnos exclusivamente en las primeras, nos metemos en una cadena sin fin donde el pasado condiciona el futuro; y éste, cuando llega, se añade al pasado y vuelve a condicionar el futuro. La droga del futuro nos tiene desquiciados.
El futuro no existe, excepto en la mente, como un pensamiento. El pequeño yo, el ego, está siempre esperando encontrarse a sí mismo en algo que hallará en el momento próximo; anda siempre en camino hacia lo que sea. Y esto, lógicamente, provoca el llamado estrés: la enfermedad mental más común y extendida en la civilización humana-.

Al terminar Elaine, Nimue volvió a sucederle en la exposición. Esta vez, afortunadamente, no hubo guiño de ojo:

-No es verdad que vivamos en el presente. Creemos que vivimos en el presente, pero es mentira, la quinta.
Ciertamente, si a cualquier persona se le pregunta si vive en el antes, en el ahora o en el después, nos mirará con cara de sorpresa por la teórica imbecilidad de la cuestión y contestará de inmediato que en el ahora. Es lógico, pues en nuestra carencia de consciencia estamos convencidos de que vivimos en el hoy; ni en el ayer, ni en el mañana, sino en el presente. Sin embargo, esto es mentira, la quinta de la relación.
Ojalá fuera verdad que vivimos el presente, pero, como consecuencia de las cuatro mentiras anteriores, por el bajo grado de consciencia, la mayoría de hombres y mujeres estiman en su fuero interno, aunque sea inconscientemente, que el momento próximo es más importante que el actual. Y pasan sus días en plena incapacidad para vivir en el único sitio donde la vida existe: el momento presente.
La razón es sencilla de entender. El ego es una creación mental surgida de la identificación con nuestros pensamientos. Como tal, se nutre y se recrea en las invenciones y objetos mentales, espantándole todo lo que sea real. Por eso anda siempre dando bandazos entre el pasado y el futuro, meros objetos mentales. Y por eso no le gusta el momento presente, que es lo único auténticamente real.
El falso yo vive en constante oposición al momento presente o, simplemente, lo niega. Ha convertido el momento presente en su enemigo. Para él nunca es suficiente. Rara vez hay algún momento que le guste. Y cuando esto ocurre, el momento presente pasa rápidamente y se queda en el mismo estado que antes. Las quejas mentales son una manifestación de esta confrontación con el momento presente. El ego está instalado en un estado casi permanente de queja mental. Nada le agrada ni parece bastarle. Halla defectos y motivos de protesta hasta en lo más placentero o deseado. Así es como se alimenta el falso y pequeño yo: posicionándose y reafirmándose contra lo que es, contra la vida. Imponemos juicios y reducimos a las personas a un puñado de etiquetas y conceptos mentales. Y al encarcelar a los otros con los pensamientos, nosotros mismos entramos en la prisión mental.
El ego se percibe a sí mismo contra la vida, contra el Universo, contra el resto de lo que existe, que, en su labor como piloto automático, contempla cual amenaza. Es una colosal locura que aún se hace mayor debido a que el ego también necesita el mundo que le rodea para cumplir su misión y satisfacer sus aspiraciones. El ego pasa sus días -y los seres humanos que con él se identifican- en el conflicto descomunal y permanente derivado de rechazar el momento presente, lo único real, la vida. Y lo agudiza necesitando de un mundo que, a la par, estima una amenaza-.

Nimue había hablado con mucha elocuencia. Parecía evidente que era la mejor expositora de las tres. Igraine la sustituyó dispuesta a contarnos la sexta y última de las mentiras:

-No es verdad que seamos lo que somos. Estamos convencidos y nos parece una obviedad que somos lo que somos. Pero esta es otra mentira. Y hace de corolario de las cinco precedentes, siendo el máximo exponente de las consecuencias del reducido nivel consciencial. Radica en el hecho de que cada uno está convencido de que vive su vida. No puede ser de otra manera, nos decimos. Nos consideramos conscientes de lo que hacemos, de lo que queremos,... de lo que somos. Pero tampoco esto es verdad.
No tenemos consciencia de nuestro ser real, el verdadero Yo, sino del piloto automático con el que nos identificamos; algo que nuestra mente, ante la ausencia de mando consciente, ha tenido que inventar por necesidades de supervivencia y actuación en la tridimensionalidad. Hemos desarrollado una consciencia de los objetos: no somos lo que somos, sino lo que pensamos que somos; nos vemos a nosotros mismos como objetos mentales. El ego es una creación de la mente: mi pequeño yo, mi pequeña historia, mis emociones. Y busca su felicidad en los objetos mentales, sean teorías, creencias, suposiciones, preocupaciones, emociones estimulantes,…
Sin duda, todas estas cosas tienen su lugar en este mundo, pero no para que nos identifiquemos con ellas, no para que creamos que esos objetos y formas mentales constituyen nuestro ser, el “nosotros mismos”. Pero lo hacemos. Y el resultado final es la frustración, la insatisfacción: la demencia ante la pérdida de conexión con la genuina dimensión del ser humano, nuestro verdadero Yo-.

-¿Cómo activar tal conexión?-. Completada por las tres Maestras Auxiliares el listado de mentiras, era la Reina de las Tempestades quien, sin incorporarse de su silla, tomaba otra vez la palabra. –Para conseguirlo, resulta de gran ayuda examinar nuestra dimensión profunda a través de su relación con el único sitio donde la vida realmente existe: el ahora. Para ahondar en ello nos volveremos a ver mañana, aquí mismo y a idéntica hora que hoy. Vaya por delante que esa dimensión profunda existe fuera del tiempo; que nada tiene que ver con los pensamientos, conceptos, juicios y definiciones; y que no se identifica ni se llena con objetos materiales, mentales y emocional. Os pido que lo que queda de Dywrnad lo utilicéis para reflexionar en silencio y meditar interiormente sobre lo que Elaine, Nimue e Igraine os han expuesto. ¡Muchas gracias por vuestra atención!-.

Las hadas jóvenes prorrumpieron en un fuerte aplauso al que yo me uní de inmediato, aunque la Maestra de Hadas se apresuró a indicarnos con sus gestos que cesáramos en ellos. 

No obstante, la batida colectiva de palmas no era una reacción protocolaria, de mero cumplimiento, sino signo de reconocimiento ante el fondo y la forma de las intervenciones, por lo que aún se prolongaron varios hanadles más.

Antes de abandonar la sala, me acerqué a la Reina de las Tempestades para expresarle mi enhorabuena por la marcha del encuentro, agradeciéndole nuevamente que me hubiera invitado al mismo. 

Y felicité también a las Maestras Auxiliares, que, la verdad, habían estado brillantes. Nimue se colgó de mi brazo derecho y me susurró en el oído:

-Tras el trabajo, el descanso. Con tanto hablar, me ha entrado mucha hambre. Vámonos a comer los dos solos a algún sitio tranquilo-.

Dicho y hecho, nos alejamos del Tor hasta el Dywrnad siguiente. Lo que aconteció en él será ya materia de otra Crónica.


Posteado por Oliver Mora.
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Las crónicas de Avalon, parte 8: Práctica del ahora, Emilio Carrillo, 1 de febrero 2013

viernes, 1 de febrero de 2013

Las Crónicas de Avalon, Parte 8: Práctica del ahora, Emilio Carrillo



Práctica del ahora





Parte 8: Práctica del ahora, Emilio Carrillo







El tiempo pasó con inusitada rapidez. Casi, sin darme cuenta, de nuevo me hallaba en el salón del Tor, sentado en la misma silla e inmerso en idéntico contexto multicolor, dispuesto a disfrutar la segunda jornada de aquel muy singular encuentro de hadas jóvenes en el que me había colado gracias a la invitación de mi anfitriona en Ávalon, la Reina de las Tempestades. 

Fue precisamente ella, al igual que en la sesión anterior, la encargada con sus palabras de romper el fuego.

-Os recuerdo que terminamos ayer planteando la necesidad de activar la conexión con nuestra dimensión más profunda, nuestro verdadero Yo, incrementando nuestro nivel de consciencia. Y que, para esto, es muy útil examinar tal dimensión a través de su relación con el único sitio donde la vida realmente existe: el ahora. La vida llena y abundante es la eterna. No está sujeta al tiempo; es el momento presente continuo en el que lo eterno se desenvuelve. Nuestra dimensión profunda se encuentra donde el ego nunca la buscaría: en el aquí y ahora-.

Vestía la misma veste negra que el Dywrnad precedente. Observé que Elaine, Nimue e Igraine tampoco habían mudado sus ropajes. 

Me agradó este hecho, pues nunca he llegado a comprender la necesidad, aparentemente femenina, realmente egóica, de no repetir ropaje ante un mismo público. 

Ahora bien, más allá de esta similitud formal, se les notaba mucho más concentradas, incluso con cierto aire de preocupación. Deduje que barruntaban interiormente que los contenidos de la sesión de hoy resultarían más difíciles de interiorizar por parte del auditorio.

-No obstante-, continuó la Maestra de Hadas, -el momento presente cuenta también con dos dimensiones: la superficial y cambiante; y la subyacente y fija. La primera es la forma del momento presente, sus contenidos percibidos por nuestros sentidos. Y es cambiante. De un momento a otro varían los sonidos, silencios y ruidos; las luces y las sombras; la respiración y otras facetas corporales; las circunstancias personales y del entorno; las situaciones, lugares y paisajes; los estados de ánimo; la temperatura y la climatología; los olores y lo que el tacto toca; los pensamientos que transitan por la mente; los sentimientos y emociones; etcétera. La segunda, la esencia subyacente por debajo de las formas, es la existencia, la vida misma, que siempre es ahora y nunca será no ahora. La existencia es “ser” y “ser” es ahora; no cuando fue, ni cuando será; no es un pensamiento o un objeto mental. Es el ahora; es “Ser”; es lo “Real”.
El ego, en su pilotaje automático, transitando entre creaciones mentales, ni sabe en qué consiste la esencia subyacente del momento presente. Sólo reconoce su aspecto superficial, la forma del ahora, que muta permanentemente. Por ello, el pequeño yo cree que es el propio momento presente el que se transforma de momento en momento. Casi ni existe, llega a pensar, dada su volatilidad, oscilando entre el momento que ya ha pasado y el que después vendrá.
Pero hay una esfera no superficial del momento presente que escapa a la comprensión del ego. Valga el ejemplo de un río, verbigracia el muy milenario Danubio, cantado en tantas piezas musicales, que fluye desde tiempos remotos por tierras europeas. El falso yo, sentado a su orilla, sólo atiende a las formas y observa el curso de sus aguas, que en un punto concreto varía a cada momento o baja más o menos caudaloso. Es incapaz de entender que el río, por encima de tales cambios, es el río; que el Danubio existe y es con independencia de las formas que adopte, más allá del discurrir de sus aguas, de las modificaciones de su caudal y del transcurrir del tiempo-.

Elaine se incorporó y comenzó a hablar a la par que la Reina de las Tempestades tomaba asiento. Era obvio que se mantendría el turno de intervenciones de la primera jornada.

-Lo mismo ocurre con el ser humano, que, como el momento presente, cuenta con una dimensión superficial, su forma percibida por los sentidos, y otra subyacente. La primera es la persona temporal, cuya fisonomía y circunstancias mutan a cada momento y cuyo fin, al cabo de unas pocas décadas, se halla en el cementerio. Allí serán enterrados o quemados todos sus anhelos, dramas, temores, ambiciones, éxitos y fracasos; allí quedará su forma reducida a polvo o ceniza. Por el contrario, la esencia subyacente no sabe de variaciones ni de muertes. Es inalterable, es la existencia, es el ser; el verdadero Yo, no el falso y pequeño yo; lo único real.
Contemplar lo transitorio y efímero del momento presente, sea de un río o de un ser humano, es una buena manera no sólo de percibir la forma, sino, igualmente, de percatarse de la esencia subyacente: el ser; el ahora ajeno a las formas y sus modificaciones. Se “es” en el ahora, en el momento presente. La forma de éste sí se transforma continuamente, pero sólo la forma. Por debajo del cambio hay algo que no tiene forma. Y ese algo no es “algo”; es sólo algo cuando pensamos en él y pretendemos llevarlo al mundo del ego. Pero, realmente, carece de forma, no es un objeto mental: es Existir, este momento, ahora, Ser-.

La musicalidad de su voz, subrayando de manera cíclica las sílabas últimas de las palabras, era hoy aún más notoria que ayer. Jugó un segundo con un mechón de su abundante y hermosa cabellera negra y continuó la exposición.

-No se puede ir más allá de este punto con el entendimiento. De hecho, ni hace falta ni es conveniente. Paramos el ajetreo incesante de los pensamientos, nos contemplamos a nosotros mismos y sentimos internamente que ser es existir y existir es ser. ¡Ya está!. Ni más, ni menos. No necesitamos pensar en que existimos y somos. Se trata, sencillamente, de tomar consciencia de ser, de existir. La mente está a nuestro servicio, no al revés; la mente está al servicio del ser, no a la inversa. Y ser conlleva atributos y potestades que pierden su esencia -se desnaturalizan- si son mentalmente tratados. Ser, existir, no precisa de racionalización alguna. Cuando intentamos situarlo al nivel del entendimiento lo convertimos mentalmente en “algo”, lo empaquetamos en un objeto mental; y desvirtuamos de modo lamentable su esencia y entidad. Si lo nombramos, clasificamos y etiquetamos, ya no es real, sino una interpretación mental que nada tiene que ver con lo real-.

Aún vibraba en la sala el “al…” con el que Elaine había cerrado su último vocablo cuando ya Nimue le había dado el relevo en el uso de la palabra. Y como el Dywrnad anterior, me guiñó un ojo con desparpajo antes de comenzar. Ella sabía que me incomodaba; y yo sabía que lo hacía precisamente por esto.

-Por todo lo visto, hay una estrecha ligazón entre el momento presente, su forma y su dimensión subyacente, y la esencia subyacente del ser humano. Es obvio que si el momento presente existe, con sus dos dimensiones, es porque Yo existo. Si Yo no existiera, no habría momento presente ni en su forma ni en su fondo. Verbigracia, si estás aquí y ahora, oyendo estas palabras en un determinado contexto de luz, temperatura, atención,…, es porque tu “eres” (ser), porque existes. Si no existieras (ser, lo subyacente) no habría este momento en ninguna de sus posibles y cambiantes circunstancias (la forma). Y cuando terminemos la exposición y salgamos al exterior, la forma del ahora será distinta a la del momento en el que inició este encuentro o la del momento actual. Sin embargo, “algo” no habrá cambiado: el hecho de que tú eres y existes-.

Nimue guardó silencio por unos instantes, logrando que ese “existes” resonara con fuerza en el interior de todos los oyentes. Me sentía francamente bien, feliz. Parecía que cada nueva palabra pronunciada en aquella estancia fuera una llamada a mi despertar interior.

-Por tanto-, prosiguió Nimue, -el momento presente está absorbido en el Ser. Es en el Ser en donde existe la dimensión profunda del momento presente, su esencia subyacente y fija, la existencia, la vida. Y también es en el Ser donde existe la dimensión superficial y cambiante del ahora, su forma, sus contenidos. Por ello se puede afirmar que el Ser es el “espacio” en el que emanan las formas del momento presente.
Para que exista el momento presente en sus dos dimensiones es imprescindible que Yo exista. Y este hecho tan obvio nos acerca espectacularmente al Yo verdadero, al que es y existe más allá de las formas cambiantes del continuo momento presente. Más allá de lo variable y mutable que hay en nuestra vida actual o, incluso, en la cadena de vidas que podemos transitar en nuestra encarnación en este plano, hay “algo” que no cambia: el hecho de que Yo existo; y de que si no existiera, todo lo demás tampoco existiría, pues mi Ser es la referencia obligada para que exista todo lo demás que muta y se transforma de un momento a otro. Mi dimensión subyacente, ser, existir, es la esencia de la dimensión subyacente del ahora, del momento presente. Y conforma el espacio en el que el momento presente se desenvuelve-.

Igraine se levantó de su silla con extraordinaria agilidad y movió con desenvoltura la proporcionada envergadura de su cuerpo. Fijando su mirada al fondo de la sala, como si buscará algo o a alguien, arrancó su intervención.

-El que la dimensión subyacente conforme el espacio en el que el momento presente se desenvuelve es un hecho de enorme trascendencia para la vida cotidiana de cualquiera de nosotros; y son muchas y muy notables sus implicaciones en nuestra existencia, en el ahora. Al ego le parece una locura, pero hay que volver a subrayar que la única demencia es la suya cuando intenta filtrar todo por el único plano que él conoce, el mental. Pero lo real es el Ser, el Yo verdadero. Y su existir explica el momento presente en sus dos dimensiones. El Ser es el espacio en el que surgen las formas del ahora.
El Ser es la consciencia misma que permite afirmar “soy el que soy”. Todo lo demás es consciencia de objetos. La consciencia del Ser significa estar concentrado en Ser; existir en alerta y en el único sitio en donde la vida es posible: el ahora. El ahora es el Ser y en su espacio surgen las formas del momento presente, aunque el Yo verdadero esté más allá de las formas y no se llene de sus contenidos-.

De golpe, Igraine vibró de los pies a la cabeza, desplegando una extraña combinación de colores que oscilaban entre el rojo de sus cabellos y el azul turquesa de sus ojos. Impasible antes estas manifestaciones de esencia, siguió profundizando en su disertación.

-Para vislumbrar lo que significa Ser sirve un sencillo ejercicio. Basta con dejar un lapso entre dos pensamientos de los que bullen en nuestra mente. Concentrémonos e intentemos que haya un instante, uno sólo, por pequeño que sea, entre ambos. Cada uno de estos pensamientos es un objeto mental. El lapso que conscientemente dejamos entre ellos es la presencia del Ser, el Yo verdadero. Los pensamientos van y vienen incluso cuando dormimos. En el lapso en el que los interrumpimos radica la consciencia: estar muy despierto sin nombrar o interpretar el momento. Simplemente, quietud en alerta. Una quietud que está presente, igualmente, en el movimiento, en la acción. Para el Yo verdadero, la quietud es movimiento y el movimiento es quietud.
Y estamos en condiciones de lograr que en nuestra vida la consciencia que percibimos durante el referido lapso sea no sólo un corto instante entre dos pensamientos, sino que florezca e impregne toda ella, de modo que el Yo verdadero coja las riendas, en lugar del ego, y que la mente esté a nuestro servicio, no al revés. En realidad todo consiste en ser consciente de que Yo soy, de que existo, y de que mi ser y existencia es tanto la dimensión subyacente del ahora –inmutable, inalterable- como el espacio en el que surge y se despliega la forma del momento presente, mutable, variable. Y con esta toma permanente de consciencia se produce la conexión entre nuestro Yo profundo –interior, eterno y situado más allá de la mente- y el mundo y circunstancias que nos rodean (exterior, efímero y mental), que quedan así bajo el mando del Yo verdadero-.

Completada una ronda completa de intervenciones, la Maestra de Hadas empezó un nuevo ciclo.

-La nueva visión que esta toma de consciencia aporta es extraordinaria. Yo Soy; y todo es y se desenvuelve porque Yo soy. Si Yo no fuera, nada sería. Yo soy es la razón de cuanto existe. Y mi Yo soy es idéntico al Yo soy del otro y sólo se explica y se sostiene en la Unidad del Ser Uno.
La citada nueva visión eleva nuestro grado de consciencia por arriba del correspondiente a la consciencia de los objetos y transforma el “no” inconsciente y demente a la vida en su “sí” consciente y cuerdo; plasma en el ahora una nueva interacción con la vida que conlleva un rotundo sí a la misma que no es sólo mental, sino consciente, interiormente sentido. Esta nueva interacción radica en abandonar toda oposición o resistencia contra el momento presente y la forma y contenidos con las que aparece. La práctica que ello conlleva es fácil de exponer: dejar de nombrar, etiquetar y clasificar todo lo que nos rodea y a nosotros mismos; cesar de interpretar y enjuiciar cada cosa del mundo de los objetos, cada persona que encontramos, cada situación o acontecimiento, cada acción propia o ajena, cada pensamiento,...-.

La Reina de las Tempestades hacía gala en su semblante de un hondo convencimiento acerca de lo que decía. Oyéndola, entendí el por que de la paz y la armonía que sentía siempre junto a ella.

-Se trata de dejar de discutir con lo que es-, aseveró como si tal cosa. -Es una práctica elemental: es lo que hacen las plantas, los árboles o los animales. Y es una práctica espiritual: hace que aflore el Ser, el Yo profundo. Conseguimos la alineación interior con el momento presente; aceptamos su forma, sus contenidos cualesquiera que sean, de manera abierta y amistosa. No polemizamos con lo que es y que no puede ser de otra manera que como ya es. Lo cual no supone ni resignación ni inacción. Al contrario, hace la acción mucho más eficiente, pues se actúa alineado con la vida, no desde la negatividad del ego. Al no poner a otras personas en prisión mental, tampoco me meto en ella yo mismo. Y al no juzgar, siento y genero una paz que se convierte en bendición para cada persona que encuentro.
Comprobaremos que esta práctica, ejercitada de modo continuo en el presente, proporciona una gran sensación de libertad. No en balde, dejamos de estar atrapados en la pequeña historia del ego. Ya no hay piloto automático: El Ser toma el mando-.

La Maestra de Hadas parecía haber finiquitado su turno. No obstante, antes de sentarse, lanzó una mirada alrededor de la sala. Comprendí que buscaba captar el efecto energético que sus palabras habían provocado entre las hadas jóvenes allí reunidas. Por los ademanes con los que tomó asiento, estaba muy satisfecha del resultado. Y lo mismo dejaba translucir la expresión con la que Elaine afrontó su turno.

-Al ego le parecerá increíble que mediante prácticas tan primarias se pueda expandir la dimensión espiritual del ser humano. Le gustan prácticas espirituales más complicadas, especialmente las que proponen multitud de pasos que se extienden durante Tymrau (estaciones del año) o Flwdads (años) de ejercitación. Como le aterra el presente y se alimenta de la confrontación con la vida, con el ahora, le encanta la idea de estar largo tiempo practicando cómo llegar al futuro, cómo ser mejor. El pequeño yo se nutre de tiempo y desea tiempo para llegar a donde sea, incluso a Dios. Demasiados buscadores espirituales responden inconscientemente al mismo patrón y, en lugar de coger por los cuernos el toro del momento presente y vivir y ser de verdad en él, transitan por un laberinto de lecturas, escuelas, prácticas meditativas y experiencias esperando conseguir la iluminación en un futuro próximo.
Pero la consciencia del Yo soy y no oponerse a la vida no precisa de tiempo, pues sólo requiere el ahora. Tampoco de libros, ni conocimientos, ni estados meditativos. Nada de eso. Todo es simple e inmediato: Ser y existir, en paz con la vida; dejar de enjuiciar y etiquetar; aceptar lo que es; permanecer continuamente alineado con la forma del momento presente, un momento que es siempre el mismo, el ahora, aunque adopte formas diferentes. Desaparecen los pensamientos que antes surgían involuntariamente para juzgar y etiquetar cuanto nos rodeaba y ocurría, incluido a nosotros mismos. Fluye sin obstáculos la dimensión profunda de nuestro ser, abriéndose el espacio interior que permite al momento presente, incluida su forma y contenidos, ser lo que es. Siento íntimamente, no sólo mentalmente, el sí al ahora. Y percibo, lo que no tiene forma, el verdadero Yo, el atemporal, el que nada tiene que ver con la pequeña historia personal del falso yo cuando funcionábamos bajo la batuta del ego-.

Elaine acompañó estas últimas palabras con un exagerado movimiento de brazos y unas estridentes muecas que pretendían parodiar la puesta en escena que tanto gusta a algunos directores de orquesta. Las carcajadas fueron generalizadas.

-Al verdadero Yo lo siento como presencia. Es la consciencia pura de Ser, un estado que es alerta y, a su vez, espacio-, aseveró solemnemente mientras el ruido de las risas se disipaba. -Muchas personas, tras años de prácticas meditativas, no captan tal presencia porque buscan un objeto mental. Pero no es esto ni se le parece. Es “consciencia”: “alerta” y “espacio”. Nos percatamos de que somos el espacio para todo lo que sucede, para cada situación, sea de gozo o de dolor; constatamos que somos el espacio para el mundo exterior y traemos a él nuestra dimensión profunda.
La práctica del ahora, tan directa y sencilla, nos ayuda a elevar el grado de consciencia mucho más que cien libros o técnicas de meditación. Cuando el nivel consciencial aumenta se establece la conexión entre la dimensión interior y exterior, espiritual y material, del ser humano. Y la mente, en su sabiduría, apaga el piloto automático del ego. La toma de consciencia permite que el verdadero Yo tome la dirección consciente del ser humano y se transforme en lo que somos: el espacio en donde todo es-.

Nimue se levantó de su silla con idénticos movimientos de brazos y muecas usados por Elaine poco antes, De nuevo las carcajadas brotaron del auditorio. Cuando se fueron apagando, Nimue inicio su intervención elevando poco a poco el tono de voz.

-La “consciencia” se relaciona con “ser” y cuenta con dos esferas inseparablemente unidas: “consciencia de lo que se es” y “consciencia de lo que es”. En términos que se acaban de citar, la primera se refleja en estar “alerta”: sé y siento lo que soy (toma de consciencia de lo que se es). Y la segunda, con el “espacio”: sé y siento lo que es, sé que soy el espacio en el que surgen las formas del ahora (toma de consciencia de lo que es). “Yo soy el que soy” sintetiza de modo rotundo la consciencia de ser en su doble perspectiva: consciencia de lo que soy (consciencia de Ser), esto es, alerta; y consciencia de lo que es (consciencia de lo Real), es decir, mi ser como espacio en el que surgen las formas.
Como escribió William Shakespeare y puso en boca de Hamlet, “ser, o no ser: este es el dilema” (“to be, or not to be: that is the question”) (Hamlet. Acto Tercero, Escena I). Y ser significa poder afirmar con legitimidad y certeza “soy el que soy”. Permanecer alerta siendo y sintiendo en el ahora mi ser verdadero y subyacente, eterno, inmutable. Y constatar cómo mi ser es la forma del momento presente, lo que explica y en donde se despliegan los contenidos cambiantes del ahora. Nada es, por tanto, ajeno a mí mismo: ni, por supuesto, mi Yo verdadero, pues es mi ser; ni tampoco las formas mutables del ahora continuo, pues yo soy el espacio en el que existen y se desenvuelven-.

Llegado este punto, Nimue se sentó de improviso en el suelo y adoptó con gran naturalidad la postura tradicional de la meditación za-zen. En esta pose, continuó hablando.

-Y tomo consciencia de que cada situación cuenta con estas dos dimensiones, que no están confrontadas, sino en armonía: la profunda y multidimensional del Ser y la de las formas del mundo tridimensional. Nuestro componente corporal está en el mundo tridimensional y, desde luego, en él hay que actuar y hacer cosas. Y, bajo el mando del Yo verdadero, acometo las ocupaciones que correspondan, pero sin perder la consciencia de Ser. Por esto precisamente, la mente no activa el piloto automático, ignora las pre-ocupaciones y sitúa los pensamientos a nuestro servicio. Los que aparezcan en ella, serán los útiles y pertinentes para el ejercicio de las ocupaciones; si surgen otros, ya no tienen importancia porque no pueden hacernos infelices. Podremos seguir usando la mente muy eficazmente cuando la necesitemos, pero con la capacidad de ir más allá del pensamiento-.

Aún Nimue no había abandonado su postura za-zen cuando ya Igraine estaba incorporada de su silla para iniciar su nueva disertación. Intuí que era algo preparado para transmitir una sensación de celeridad que debía caracterizar la fase a la que habíamos llegado.

-Los conceptos ya no son importantes. Disfrutamos de un saber mucho más profundo que el que se plasma en conceptos mentales. Una sabiduría innata para el Ser interior que emana del estado sin pensamiento, en quietud y alerta. Actuamos libres de culpa y sin estrés; sin los apegos e insatisfacciones del ego; y sin resistencia al momento presente. En el fondo sentimos un estado de alerta que es la esencia del Ser. Y al adquirir esta conexión con el Yo verdadero no utilizo el ahora en otra cosa (ni acumular conocimientos, ni meditar, ni experimentar,…) que no sea Amar.
En el momento presente nuestra acción será sólo y absolutamente Amor incondicional. Un Amor que no es de este mundo, porque el mundo tridimensional es forma y este Amor radica en lo que no tiene forma, en nuestra dimensión profunda que proyectamos a las formas del momento presente. Observamos sin enjuiciar que en el mundo exterior cada persona tiene sus ocupaciones, pero que en el interior todos tenemos un mismo y único propósito: traer el Cielo a la Tierra; vivir en las dos dimensiones y ser una puerta para que la dimensión informe fluya y entre en el mundo de las formas para convertirlo no en algo hostil, sino bondadoso, con Amor-.

Igraine se detuvo unos handles y fijó su vista en mí antes de reanudar la exposición. En su mirada contemplé la misma pureza, belleza y paz que inundan toda Ávalon.

-Ya alcancé el “conócete a ti mismo”: soy consciente de lo que soy (alerta) y de lo que es Real (espacio); y siento mi Ser profundo estrecha e inseparablemente ligado a la Unidad. Un estremecimiento de quietud y movimiento me recorre energéticamente cuando me inunda tal conocimiento de mí mismo. ¡Tantas travesías buscándolo por fuera en piloto automático y resulta que lo encuentro en mi interior cuando conscientemente decido tomar el mando de mi vida!.
Y “ahora” que lo siento sé que es un estado más allá de los pensamientos e imposible de captar como objeto mental. Tal es así que esta es la mejor manera de expresar el conocimiento de uno mismo: uno no puede conocerse a sí mismo porque uno no es uno, sino Uno. Indefinible, innombrable, indescriptible e infinito; no admite definición porque ningún pensamiento, ninguno, puede abarcarlo. Y entre ese Uno y Yo no hay diferencia ni separación alguna-.

Ahora sí hubo un intervalo, incluso largo, entre la toma de asiento de quien había hablado y la incorporación de la ponente que asumía la responsabilidad, en este caso, la Reina de las Tempestades.

-Yo soy el Ser Uno hasta el punto de que no puedo explicar con palabras la realidad de la Unión. Soy la Sabiduría y, sin embargo, me es imposible utilizar los conceptos, no tengo ningún pensamiento o definición de quién Soy porque lo real escapa de las categorías mentales. Soy un continuo momento presente en el que lo eterno se desenvuelve. Soy Creación. Soy la Consciencia e Inteligencia que me hacen Creador. Soy Creación y Soy Creador. Soy el Espacio en el que todo surge. Soy el Amor incondicional que el ego no entiende y que Yo, un estado de Dios, Dios mismo, plasmo en el plano humano para que el Amor Incondicional, Contra Resistencia, fluya en la tridimensionalidad.
Siento en lo más íntimo que Yo soy el Milagro. El mundo es, ni más ni menos, un reflejo de mi consciencia; y lo transformo por medio del incremento del grado consciencial. Y mi vida es mi responsabilidad al 100 por 100, tanto mis actos y pensamientos como los de aquéllos que se relacionan conmigo-.

La Maestra de Hadas repitió la mirada sobre la globalidad de la sala con la que cerró su intervención precedente. Aunque en esta ocasión fue el preámbulo para dar una vuelta de tuerca final a su disertación.

-El mundo no se puede cambiar pensando cómo hacerlo, con programas; no hace falta pensar cómo transformar el mundo. Descubro que para hacer otro mundo mejor posible sólo se precisan ojos nuevos (elevación del grado de consciencia) para “Ver” el mundo. La esencia del Ser es la nueva consciencia que cambia el mundo (las formas) a través mía.
El verdadero Yo dirige conscientemente mi persona. De hecho, vivo una Vida Impersonal. Actúo y realizo las ocupaciones del ahora y, al hacerlo sin cargas, en libertad plena, no doy otra cosa que lo que esencialmente soy, es decir, Amor. Así, transformo el mundo invisiblemente. También mediante palabras escritas o habladas que, de repente, vienen a mi pluma o a mi boca aunque no son mías; y por las acciones que tomo en el mundo ante ciertas situaciones, sabiendo que proceden de lo profundo del Ser y llevan energía de paz.
El nuevo mundo es el reflejo de este cambio interior. Y lo estoy construyendo Yo contigo, que eres Yo, como Yo soy Tú. Este es nuestro destino en el momento presente más allá de los pequeños destinos personales de cada uno. Concentrados en el Ser, desplegamos Amor y conectamos la tridimensión con esa dimensión que no tiene forma, con la Consciencia, Ser, Amor-.

La Reina de las Tempestades guardó silencio, aunque no se sentó. Y Elaine, Nimue e Igraine se levantaron de sus puestos y permanecieron de pie junto a ella. Se cogieron las cuatro de las manos y la Maestra de Hadas elevó la voz para indicar que esta segunda jornada del encuentro de hadas jóvenes había finalizado. E, inmediatamente, informó de lo que depararía la tercera.

-Para completar lo examinado en estos dos Dywrnad, mañana centraremos nuestra atención en una práctica milenaria denominada ho´oponopono. Morgana será la responsable de enseñarnos sus contenidos-.

Y de ellos daré cumplida cuenta en una nueva edición de estas Crónicas.


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Parte 9: Ho'oponopono, Emilio Carrillo




Parte 9: Ho´oponopono, Emilio Carrillo








Hacia semanas que no veía a Morgana y me alegró saludarla en la puerta principal del Tor, poco antes de comenzar la tercera jornada del encuentro de hadas jóvenes, en la que ella sería la encargada de ilustrarnos acerca del denominado ho´oponopono.

-También yo me alegro de volver a verte-, respondió con cariño a mi saludo, -así como de que asistas a la charla. Seguro que te gustarán sus contenidos. Y como ha ocurrido en Dywrnad precedentes con las intervenciones de la Reina de las Tempestades y sus maestras auxiliares, estás autorizado a grabar mis palabras y transcribirlas para tus amigos-.

-Muchas gracias, Morgana-.

-En absoluto, Emilio. Soy yo quien te agradezco que difundas mi exposición, que así podrá ser de ayuda para personas que viven en lugares muy lejanos de Ávalon-.

Correspondí  a su comentario con un ligero gesto de cabeza y, antes de que pudiera decir algo, continuó hablándome:

-Como no tendré ayudantes y seré la única ponente, para evitar que las hadas jóvenes se duerman-, se río sonoramente de su propio comentario,-haré un breve descanso en el ecuador de la disertación. Si te parece bien, podemos aprovecharlo para compartir un rato de plática en el Chalice Well-.

-¡Magnífico!-, le contesté señalando ligeramente con mi brazo derecho la dirección del referido lugar, un pequeño, bello y muy cuidado jardín, considerado por las hadas cual lugar mágico, anexo a la parte delantera de la edificación del Tor.

Sin más preámbulos, nos adentramos en el salón de celebración de la reunión, el mismo que se había usado en las fechas anteriores. 

La totalidad de las hadas aguardaban ya en sus respectivos asientos. Y casi antes de que hubiera podido acomodarme, Morgana arrancó su discurso.

-El denominado ho´oponopono se fundamenta en la consciencia de ser y en la doble dimensión de ésta como “alerta” y “espacio” que ya fue resaltada en las intervenciones de la Maestra de Hadas y sus auxiliares. Como ellas han subrayado, la consciencia se relaciona con “ser” y cuenta con dos esferas indisolublemente ligadas: “consciencia de lo que se es” y “consciencia de lo que es”. La primera se refleja en estar “alerta”: sé y siento lo que soy (toma de consciencia de lo que se es, de quien soy). Y la segunda, con el “espacio”: mi ser es el espacio en el que surgen las formas del ahora (toma de consciencia de lo que es, de lo que es la realidad). “Yo soy el que soy” sintetiza esta doble perspectiva. Permanezco en alerta siendo y sintiendo en el ahora mi ser verdadero y subyacente, eterno, inmutable. Y constato cómo mi ser es la forma del momento presente, el espacio, el terreno de juego en el que acontecen y se despliegan los contenidos tan variopintos como cambiantes del ahora.
Nada es, por tanto, ajeno a mi Ser: ni mi Yo verdadero, pues es mi Ser mismo; ni las formas mutables del ahora continuo, pues yo soy el espacio en el que existen y se desenvuelven. Al adquirir esta conexión con el Yo verdadero, no utilizo el ahora en otra cosa que no sea para Amar. Y comprendo y acepto que tengo el 100 por 100 de la responsabilidad de todas las cosas que me ocurren y suceden a mi alrededor y de la globalidad de las formas mutables del momento presente, del ahora, de la vida. El pecado no existe, ni nadie nos juzga, pero cada uno tiene la completa responsabilidad de su vida y de los hechos, relaciones, encuentros y eventos que en ella se producen.
Este convencimiento estaba presente en antiguas culturas que creían firmemente, utilizando un símil actual, que la vida de cada cual es una película en la que uno mismo es el guionista, director, cámara y protagonista. Y en ese mismo convencimiento se basa precisamente el ho´oponopono, que nos recuerda que la vida es realmente una cadena de vidas físicas y que guardamos en nuestra memoria trascendente, en el “disco duro” sutil de cada uno, todos los pensamientos generados y experiencias acontecidas a lo largo de la citada cadena vital. Son estos pensamientos (los plenos de Amor, pero también los dolorosos y funestos) y experiencias (las llenas de Amor, pero igualmente las carentes de él y que han causado daño a nosotros mismos o a los demás) los que mantenemos en nuestro disco duro y proyectamos hacia la dimensión superficial (formas y contenidos) del momento presente y del mundo exterior. Así, esa dimensión superficial y ese mundo exterior son moldeados por nosotros mismos a semejanza nuestra-.

Gracias a la autoridad y al convencimiento con el que lanzaba sus palabras, Morgana se había ganado pronto al auditorio. 

Ataviada con una veste negra idéntica a la usada por la Reina de las Tempestades, se paseaba entre el publico a la par que desgranaba sus mensajes. Verla y escucharla eran un autentico placer.

-El  ho´oponopono proviene de tradiciones indígenas del Pacífico, en general, y de la cultura hawaiana, en particular. Literalmente significa “acertar el paso” o “corregir el error”. De acuerdo con arcaicas creencias, el error proviene de experiencias dañinas y pensamientos frustrantes desplegados en otras vidas y que se acumulan en la memoria donde almacenamos nuestra existencia (cadena de vidas). Esta memoria trascendente, incluida la parte de la misma contaminada por tales experiencias y pensamientos faltos de Amor, aflora y se manifiesta en nuestra vida actual, reflejándose y explicando multitud de actos, sucesos y circunstancias que vivimos y nos rodean. Ante esto, la práctica del ho´oponopono nos enseña a agradecer conscientemente a nuestro Ser profundo las cosas bellas y hermosas que ahora vivimos, cual modo de subrayar y poner en valor la parte (archivos del disco duro) repleta de Amor que la memoria trascendente atesora. Y nos enseña, igualmente, a reconocer y a asumir como responsabilidad propia la totalidad de las vivencias dolorosas del presente, cual forma de eliminar y borrar la parte (archivos del disco duro) carente de Amor que la misma memoria guarda. De esta manera, ho´oponopono ofrece la posibilidad de revalorizar los archivos con Amor y eliminar los sin Amor, liberando la energía de experiencias y pensamientos cargados de daño y error que son causa y origen de desequilibrios, desasosiegos, insatisfacciones, enojos, enemistades y enfermedades.
El ser humano es una unidad energética y vibracional en la que conviven tres gamas o modos vibratorios: Espíritu o Yo verdadero (en terminología ho´oponopono, “Aumakua”, “Superconsciente” o Padre); cuerpo físico, con la mente y el intelecto como componentes más desarrollados (“Uhane”, “Consciente” o Madre); y alma, que, junto al ADN sutil (“células del alma”), almacena las experiencias acumuladas durante la cadena de vida (en ho´oponopono se llama “Unihipili”, Subconsciente” o “Niño Interior”).
Pues bien, éste último componente es el responsable de todo lo que proyectamos desde nuestro disco duro hacia las formas del mundo exterior. El Unihipili acumula los archivos de memoria, tanto de esta vida como de las restantes de la cadena de vidas que recorremos en nuestra encarnación en el plano humano; y lanza sus contenidos a las formas del momento presente, moldeándolas a nuestra semejanza. Sin embargo, el ser humano consciente está en condiciones de incidir sobre esa memoria y los archivos para afianzar las experiencias y pensamientos plenos de Amor (que se manifiestan en hechos positivos y hermosos de nuestra vida de ahora) y eliminar los llenos de odio, frustración y resentimiento (que se plasman en circunstancias y vivencias negativas y dolorosas de la vida presente).
¿Cómo hacerlo?. Por medio del Uhane o Consciente, que es a quien corresponde decidir que aceptamos al 100 por 100 la responsabilidad de nuestra vida. Esta aceptación posibilita que trabajemos en el archivo que haya generado la situación que nos afecta en la actualidad, en la idea de que todo en nuestra vida nos llega para que borremos energías perniciosas guardadas en la memoria trascendente o afiancemos los archivos llenos de Amor que también atesora-.

Morgana interrumpió su exposición y permaneció en silencio varios hanadles. Por fin, dio una pequeña palmada y exclamó:

-¡Bueno, llegó el momento de hacer un breve descanso!. Lo necesitáis vosotras y lo preciso yo. Nos tomamos el tiempo justo para resarcirnos con un tentempié y disfrutar tanto del entorno del Tor como de la hermosa climatología con la que se ha engalanado hoy la Naturaleza-.

A la par que Morgana se volvía sobre sí misma, pasando a dar la espalda al auditorio, las hadas jóvenes se levantaron de sus sillas y ordenadamente empezaron a abandonar el salón. 

Yo me fui hacia ella y la felicité por la marcha de la exposición. Sin mediar palabra por su parte, me cogió de la mano y me arrastro con suavidad hacia el exterior, en dirección al Chalice Well, al que nos encaminamos en silencio dando un lento paseo. 

En cuanto llegamos al coqueto jardín, Morgana se acomodó en el banco más cercano al Pozo del Cáliz y me invitó a hacer lo mismo.

El Pozo del Cáliz está siempre rebosante de agua fresca y cristalina gracias a  un rico manantial que brota de las profundidades de Ávalon. 

Acostumbra a estar tapado por una plancha de piedra sobre la que luce uno de los signos más notables de la geometría sagrada: el Vesica Piscis o  Símbolo de la Creación, que es también interpretado en la isla cual signo de las almas gemelas, que es lo que todas las hadas consideran que son.

Nadie se hallaba por las cercanías, pues las hadas se habían dirigido a la parte trasera del Tor para degustar el tentempié que allí se estaba sirviendo. 

Imperaba el silencio, sólo salpicado por el canto y el jolgorio de una camada de gorriones. Esperé a que fuera Morgana quien arrancara la conversación, pues supuse que le gustaría aprovechar la pausa para dar reposo a sus cuerdas vocales y relajarse. Sin embargo, no tardó en hablarme:

-He observado que interiorizas con facilidad los contenidos de mi intervención. Para que lo añadas a tus propias meditaciones, te invito a que tengas en cuenta que la vida física se desarrolla en lo que la ciencia tilda cual Tercera Dimensión, que está definida por el espacio-tiempo finito, la dualidad y la materialidad. Inmersos en ella, la gente tiende a creer que las Dimensiones de mayor rango que puedan existir, a las que llaman celestiales y angelicales, son más sutiles, abstractas y difusas que la Tercera. Sin embargo, en absoluto es así, pues esas otras Dimensiones son radicalmente reales, mientras que la Tercera es puramente holográfica. Esto es muy importante para comprender como opera el ho´oponopono. 



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