miércoles 15 de febrero de 2012
DIALOGA CON LA ENFERMEDAD
Nuestro cuerpo es un todo en equilibrio en el cual cada célula, cada órgano, cada sistema asume su función espontánea y libremente orquestada por el ánima que le da vida. El pensamiento aporta, en gran medida, la dirección que deben llevar las emociones vividas. Organiza el resultado de las sensaciones percibidas y elabora una respuesta interna que nos da la medida del grado de felicidad, serenidad y calma o en su defecto, de angustia, desesperación o impotencia que sufrimos. Cada vez cobra mayor fuerza la evidente relación entre cuerpo y mente, comenzando, la ciencia médica, a admitir dicha incidencia de las emociones en la salud. Si esto es así, ciertamente, la enfermedad se presenta como respuesta a un desequilibrio que el cuerpo sufre cuando las coordenadas de desorden interno aparecen. Y lo hacen mucho más frecuentemente de lo que pensamos. Si cada vez que nos enfadamos supiésemos realmente el nocivo efecto para nuestra salud, tal vez pensaríamos mejor lo que decimos o cómo nos sentimos. Repetir estas actitudes continuamente no deja otro camino que la ruptura del orden sistémico de nuestro cuerpo.
Cuando la enfermedad aparece debemos preguntarnos qué ha sucedido o viene sucediendo en nuestra vida para que así sea; otras veces la respuesta no está en el por qué sino en el para qué nos está sucediendo alguna alteración orgánica. Qué debemos aprender con ello. Tal vez a comer más sanamente, a no beber alcohol, a reprimir la ira, a mejorar los hábitos de convivencia…tantas y tantas respuestas como personas somos.
La buena noticia está en poder conectar con lo que nos pasa y dialogar con ello. No sólo debemos hacer las preguntas que nos lleven a descubrir en qué estamos alterando nuestro sagrado equilibrio, sino también considerar que podemos sanar nuestros males con la intención de recomponer nuestra conducta enviando toda la energía sanadora de nuestro interior a esa parte u órgano afectado. Otra novedosa noticia es que debemos perdonar a la enfermedad. El cáncer no es sino una equivocación de las células al reproducirse. Un error. Un comportamiento anómalo que puede ser comprendido y sanado desde la compasión por ellas y por nosotros mismos. ¿No tratamos de perdonar los errores ajenos?¿no nos perdonamos a nosotros tantas veces?¿Nos estará poniendo a prueba, nuestro cuerpo, para pulsar nuestra capacidad de perdón?. Sanar significa estar en paz. Rescatar la estabilidad perdida, reconstruir el comportamiento y recuperar la serenidad interna.
Enviemos luz sanadora a lo que se ha detenido o está funcionando equivocadamente…hagámoslo…creamos o no…funciona, siempre funciona. Y sobre todo aprendamos de ello lo que se nos muestra como una gran lección. Si podemos enfermarnos a nosotros mismos…podemos sanarnos también. No hay duda.
http://mirarloquenoseve.blogspot.com/
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