"No os preocupéis por saber si el ser humano que amáis os ama
también. ¿Por qué? Porque el amor circula, va de uno a otro:
lo recibimos, debemos darlo. Lo que dais a un ser que os ama, él
lo da a su vez, y de este modo se forma una cadena, una corriente
que sale de vosotros y os retorna a través de miles de hombres y
de mujeres. Con frecuencia, los que se contentan en enviarse
mutuamente su amor, no dejan circular la corriente; al contrario,
la cortan.
Y he ahí todavía otra imagen. Imaginad a los humanos como
alpinistas que forman parte de una sola y misma cordada. Es
necesario que cada uno avance y que la cuerda permanezca tensa.
Si le decís al que va delante vuestro: «Te quiero, vuélvete,
mírame», entorpecéis la marcha de toda la columna. Volverse,
supone aflojar la cuerda, supone impedir a los que están delante
de continuar subiendo, y a los que están detrás, de seguir su
ruta. Cada uno debe caminar en el sentido de la marcha de toda la
cadena. No debemos pararnos durante el camino para contemplarnos
y hablarnos; debemos siempre subir sin tregua, sin desfallecer
hacia la cima. ¡La vida cotidiana os dará tantas ocasiones para
interpretar esta imagen! "
Omraam Mikhaël Aïvanhov
Cuando una banda de visionarios se une para empujar los límites del universo conocido, abren de par en par las puertas atascadas de la evolución para todos....
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