¡¡¡ LUNA LLENA DE TAURO !!! (mayo 6 de 2012) / LA LEYENDA DE WESAK :
En
la Cordillera himalayica hay un alto valle, a trescientas noventa
millas al oeste de Lhasa y no lejos de Nepal. Está rodeado por elevadas
montañas que están cubiertas por árboles y arbustos. El valle es de
forma oblonga y hacia el norte tiene un estrecho pasaje frente al cual
se alza una enorme Peña, blanca-grisácea y veteada por una sustancia
brillante. Es de casi doce pies de largo por seis pies de ancho y de
unos tres pies de alto.
El
valle es realmente una alta planicie cubierta por un pasto tosco, verde
oscuro, como una enorme alfombra. En el lado norte de la planicie hay
un arroyuelo que atraviesa un cañón llenos de pinos, y avanza unas pocas
millas hasta que desaparece en un lago azul claro.
En torno del valle no hay moradas. Puede verse solamente un templo budista y tres chozas cerca de él, en condición ruinosa.
Pocos
días antes de la luna llena de Tauro, que usualmente cae en Mayo,
pueden verse coloridas tiendas en las lomas y cerca del río. Aumentan de
número cuando se acerca la luna llena. Gente de ciudades circundantes,
tribus trashumantes, discípulos, lamas y grandes Iniciados llegan allí
para una fiesta bella y sagrada que tiene lugar en la luna llena de Tauro.
En
el día de luna llena, toda la muchedumbre viste ropas limpias,
predominantemente blancas, y se reúne en el valle, ocupando la parte sur
de éste y dejando la parte nordeste libre para los Grandes. Se sientan
en el suelo sobre sus alfombritas o mantas, de manera ordenada; se
sientan en gran silencio, reverencia y meditación.
Cerca
del tiempo de la luna llena, los Grandes empiezan a llegar con Sus
mantos blancos para encontrarse con Sus discípulos y amigos e
intercambiar bendiciones, sonrisas y unas pocas palabras de alegría.
Poco
después, llegan los tres grandes Señores, en Sus cuerpos etéricos, y
están frente a la enorme Peña, enfrentando el norte. Son el Manu, el
Cristo y el Maestro R. Cuando Ellos están allí en hondo silencio, todos
los Maestros y Grandes se reúnen detrás de estos tres Señores, según su
rango.
A
una señal dada, todos estos Grandes forman tres círculos concéntricos y
empiezan a cantar. Cuando el cántico se ahonda y cobra más ritmo, los
Visitantes etéricos se materializan, y una figura gloriosa se torna
visible en el centro de los círculos. Le llaman con varios nombres. Le
llaman Buda Maitreya, Bodhisattva, o el Cristo, el Señor de la Paz y
del Amor. Es el Maestro de todos los Maestros Que forman la Jerarquía
planetaria para llevar a cabo la Finalidad divina de este planeta,
conduciendo a la humanidad de la oscuridad a la luz, de lo irreal a lo
real, de la muerte a la inmortalidad, del caos a la belleza…
El
Cristo aparece vestido con un manto blanco puro. Su cabello le cae por
los hombros en ondas. Tiene la Vara del Poder en Su mano que le diera el
Anciano de los días para esta ocasión. Ningún Maestro puede tocarla
salvo el Cristo, el Maestro de todos los Maestros. En cada extremo de la
Vara hay una gran empuñadura de diamante que irradia un aura azul y
anaranjada de gran belleza. Los Iniciados que están en los tres círculos
Le enfrentan en el centro, y cuando El se torna más visible, todos
Ellos se inclinan ante el y cantan un mantram de salutación y
afirmación.
Luego,
estos círculos se convierten en un círculo solo y forman una cruz, en
cuyo centro está el Cristo. Aquí nuevamente el cántico conmueve los
corazones y las almas de los presentes, y descienden más alegría, paz y
bendición sobre la muchedumbre.
El
próximo movimiento es un triángulo dentro del círculo, en cuyo ápice
está el Cristo. Está de pie cerca de la Peña y coloca Su Vara sobre
ella. En la Peña puede verse un cuenco de cristal, con ornamentaciones
doradas, y guirnaldas de flores de loto cubren la Peña y cuelgan de los
rincones.
Luego
Ellos realizan otro movimiento que es un triángulo sobreimpuesto con
tres óvalos, que se entrelaza en el centro del triángulo donde está el
Cristo.
El
próximo movimiento es una estrella de seis puntas, luego la estrella de
Cristo, el pentagrama. Aquí Cristo está en el ápice, cerca de la Peña;
en la punta derecha, el Manu; en la punta izquierda, el Señor de la
Civilización, el Maestro R.; un Gran Ser está en el centro, y otros dos
Grandes en las puntas inferiores de la estrella. Aquí el cántico crea
gran tensión en la muchedumbre, y Cristo, tomando Su Vara de la Peña,
dice:
‘Presto, Señor, ven’
Luego,
pone nuevamente Su Vara sobre la Peña durante unos pocos momentos antes
de la luna llena, y los ojos de todos los presentes se vuelven hacia la
Peña.
A
pocos segundos de la luna llena, aparece en el cielo azul una mota de
luz que lentamente se acerca más, se aclara y transforma en la figura
radiante del Señor GAUTAMA BUDA, sentado con las piernas cruzadas, con
una pura vestimenta amarilla e inundado con una imponente belleza de luz
y color. Su mano derecha levantada en bendición. Cuando El llega a un
punto sobre la Peña, eclipsando a los tres Señores Que ahora están cerca
de la Peña, la Gran Invocación es entonada por el Cristo, y todos los
presentes caen postrados, tocando la tierra con sus frentes.
Esta
Gran Invocación crea una corriente estupenda de energía que atraviesa
los corazones de los aspirantes, discípulos e Iniciados y llega a Dios. Este
es el momento más sagrado del año, el momento en el que la humanidad y
la divinidad toman contacto. En el tiempo exacto de la luna llena, el
Iluminado pasa a Cristo la energía del primer rayo, que Cristo recibe y
cambia en voluntad-de-bien.
Cristo,
Que es el gran Celebrante, extiende Sus manos y toma el cuenco, lo alza
sobre Su Cabeza y lo pone de nuevo en la Peña. Luego, los Maestros
cantan himnos sagrados, y el Gran Iluminado, después de bendecir a la
muchedumbre, desaparece lentamente en el espacio.
Cristo
distribuye el agua bendita a los Iniciados y a todos los que están
presentes en el valle. Ellos llegan en procesión y llenan sus pequeños
recipientes y se marchan en paz.
Así,
una vez por año, en la luna llena de Tauro, la humanidad se carga con
las energías del Gran Amanecer, y se presenta una extraordinaria
oportunidad a todos los discípulos para que expandan su consciencia y
consiguientemente sirvan a sus semejantes.[1]
Cuando una banda de visionarios se une para empujar los límites del universo conocido, abren de par en par las puertas atascadas de la evolución para todos....
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