miércoles, 26 de diciembre de 2012
"Mª Magadalena" - Ustedes nunca han estado separadas de lo que son y de lo que están destinadas a hacer
de Tony de Pablo, el martes, 25 de diciembre de 2012 a la(s) 12:02 ·
Canalizado por Gillian MacBeth-Louthan
Yo soy la que viene sobre las alas de los ángeles.
Soy la que late en el corazón de la madre que se preocupa profundamente por su hijo.
Soy
la que levanta a los heridos de su vida y los sostiene hasta que sus
alas se puedan desplegar en plenitud, al volar hacia la paz.
Soy conocida como María la Magdalena.
En
épocas pretéritas, muchas de ustedes estuvieron en la Sagrada Orden de
Magdalena. No era un apellido. Era un título. Era una corona. Era un
saber. Se la consideraba sagrada en la comunidad esenia cuando
Joshua/Cristo caminó entre los hombres. Me reúno con ustedes en corazón y
en intención.
En
mi tiempo de vida tuve que soportar mucho odio, el que fue colocado
sobre mí ser debido a mi posición y formación. Soporté las flechas de
veneno que provenían de los ojos de los demás. Soporté palabras airadas.
Me erguí alto en mi Luz y las enseñanzas sagradas de mi orden. No
tropecé en mi camino, sino que mantuve un fuerte corazón de amor. No
imploré piedad, pues sabía que estaba en una luz tan grande y tan
hermosa que nada podía causar daños ni grietas en mi mundo, en mi
corazón, en mi saber. Vi mi luz sólida, no como filamentos que flotan y
se mecen en cada brisa, en cada situación, en cada enfrentamiento, sino
sólida como un manto.
Cada
día, al despertar a la gracia de Dios/Diosa, en el primer aliento al
salir de los reinos del sueño, solidifican la luz que son. Penetran la
Tierra y el Cielo con una columna de luz. La anclan y sellan con cada
oración. Esta es la gran luz que deben solidificar a diario con sus
palabras e intención. Solidifiquen la luz desde el corazón mismo de la
Madre Tierra a través de sus pies, a través de su cuerpo, hacia la
primera fuente de amor.
Su
cotidianidad las desnuda de su divinidad. Eso picotea su cuerpo como
los buitres que no pueden esperar por su presa. Ustedes permiten que
toda la vida las suprima.... Exigiendo, gritando como un niño que quiere
ser amamantado y la leche se ha secado. Cuando permiten que todo en la
vida las succione, cuando le permiten que les quite el aliento mismo,
que les quite el latido mismo de su corazón y su paz, le hacen una
injusticia a todo lo que es santo. Toda la vida depende de que ustedes
sostengan el reino de lo sagrado. Ya sea que se embarquen en el reino de
la magia o acampen en el lugar de lo sagrado, eso no importa porque sin
ustedes, es sólo un planeta que tiene la intención de destruirse a sí
mismo.
Las
mujeres de la Luz avanzan como una Luz solidificada, un Cortejo Sagrado
de lo que no puede disolverse, de lo que no puede ser arrebatado, de lo
que no puede ser asesinado, ni obstruido. Su Madre Tierra depende de
ustedes, porque el corazón no late puro en muchos que tienen el poder en
sus manos. Ustedes deben verse a sí mismas ancladas, solidificadas,
cerradas y selladas desde el centro del corazón de la Tierra a través de
su propio corazón hasta el corazón del Creador. Recuerden que esta luz
no puede ser disuelta por nada ni por nadie.
No por miedo, ni por ira ni injusticia.
Mujeres
de la Tierra – sin importar de qué color, credo, talla, edad o país –
pónganse de pie y solidifiquen su luz. ¡No se encorven y lloren y
recen, porque ustedes son todo lo que buscan y no puede ser de otro
modo! ¡Visualicen la luz solidificada, la paz solidificada, el amor
solidificado! Vean el tejido que crean los tejedores de la luz. Véanlo
como el tejido mismo de todo lo que una vez fue sagrado y ha sido
olvidado. Ustedes han olvidado que son la esencia del cielo en la
tierra. Han olvidado solidificar el amor, han olvidado que son la
belleza, que son la paz, que son la luz y la esperanza. Han dejado que
todo entre en su vientre porque pensaban que debían tomarlo, ingerirlo y
sanarlo.
Yo
soy María Magdalena como lo es cada una de la Orden de Magdalena,
Sacerdotisas Secretas que conocen los elementos, que conocen la tierra,
que conocen al hombre, que conocen a la mujer, que conocen al animal,
que conocen a Dios. Su conexión no ha terminado nunca ni tampoco puede
terminar. Nunca han estado separadas de lo que son y lo que están
destinadas a hacer. Sólo han olvidado que todas las herramientas para
esta recreación del Cielo en la Tierra ya están alojadas en su interior.
Créanlo y es así.
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