domingo, 24 de febrero de 2013
YO VISITÉ GANIMEDES, Parte 8: Cómo es la vida en ese Mundo (edificaciones), José Rosciano Holder (Yosip Ibrahim)
YO VISITÉ GANIMEDES
Parte 8: Cómo es la vida en ese Mundo (edificaciones), José Rosciano Holder (Yosip Ibrahim), Perú, años setenta.
En el capitulo anterior, al comenzar, nos referimos a una de las características más notables presentadas al examen telescópico de Ganímedes por nuestros astrónomos:
desde los tiempos de Galileo, éste satélite de Júpiter ha sido conocido como el más brillante de los cuatro que forman el grupo de "las grandes lunas interiores jovianas" que ya sabemos llevan los nombres de lo, Europa, Ganímedes y Calisto.
Este fenómeno celeste llamó siempre la atención de quienes lo han observado, sin llegar, hasta hoy, a comprender su verdadera causa, pues según los cálculos y la lógica, la magnitud, y por tanto, el brillo de Calisto, debían ser mayores, ya que Calisto posee un tamaño ligeramente más grande y gira en una órbita relativamente más cercana a nosotros.
Sin embargo, el brillo demostrado siempre por Ganímedes, aún con los primitivos telescopios de Galileo, fue mucho más notable.
Ahora tenemos la explicación de éste fenómeno.
Se debe a la abundancia de centros poblados por la humanidad que lo habita.
Claro está que tal afirmación requiere ser explicada.
Y vamos a hacerlo.
Ya hemos dicho que la vida se desarrolla en ese astro en todos y cada uno de los profundos valles ubicados entre las estribaciones de la intrincada red de cordilleras que forma la superficie ganimediana.
A la luz natural reflejada desde el planeta primario, Júpiter, se une la que reciben desde el Sol, que no obstante ser menor que la recibida por la Tierra, en razón de la mayor distancia, es bastante apreciable.
Y si tenemos en cuenta que cada valle es el centro de una agrupación urbana, o población, cuya área depende del terreno disponible para las edificaciones y que éstas, en su totalidad, están construidas con un material brillante, de aspecto metálico destellante por los reflejos que produce, todo lo cual contribuye a aumentar la luminosidad del conjunto, podemos explicarnos fácilmente la razón, muy sencilla en realidad, de aquel fenómeno que siempre intrigara a nuestros astrónomos.
Las ciudades en Ganímedes no se parecen a las nuestras.
Los métodos de construcción y los materiales empleados son distintos.
Hubiera sido profundo error de sus habitantes proyectar elevados edificios, de muchos pisos, y emplear sistemas y materiales de construcción deleznables, como los nuestros, en un mundo expuesto, constantemente, a los movimientos sísmicos naturales en un cuerpo celeste de tan tremenda actividad volcánica.
Así como nosotros, en nuestras grandes urbes, construimos hacia arriba, ellos construyen hacia abajo...
Tienen varios modelos de edificación.
Pero en la generalidad, los edificios de varios pisos penetran en el suelo, sobresaliendo en la superficie uno o dos niveles a lo sumo.
Además, todas las estructuras están diseñadas en forma cilíndrica empotrándose en el terreno cada bloque o unidad de vivienda, por grande que sea, en directa conexión con sus vecinas, lo cual contribuye a la mayor solidez total del conjunto.
Se pensará que tal sistema es demasiado oneroso.
Que los costos y el tiempo resultan antieconómicos.
Puede que tengamos razón, desde el punto de vista de la Tierra.
Nuestra humanidad se afana y se enloquece por los coeficientes económicos, porque vive y piensa dentro de normas y costumbres diferentes a las que rigen la vida y el pensamiento de esa otra humanidad.
Cuando veamos cuáles son las bases fundamentales de aquella civilización, comprenderemos muchas de las profundas diferencias con la nuestra.
En cuanto al aspecto que estamos describiendo; prima en ellos el concepto de la seguridad y de la permanencia estable, sobre el de mayor o menor costo.
Porque, en primer lugar, ellos son seres que alcanzan un promedio de vida equivalente a varios siglos de los nuestros...
En segundo lugar, viven en un mundo en que han tenido que dominar continuamente, a la naturaleza.
En un mundo en el que las condiciones económicas, sociales, políticas, religiosas y culturales, son diferentes a las nuestras...
En un mundo en que ya no existen comerciantes...
En un mundo en el que no se piensa ya en utilidades, sino en garantizar el máximo bienestar de sus habitantes...
En un mundo en que el trabajo y la dirección del mismo, alcanzan formas y sistemas enormemente superiores a los que nosotros conocemos.
A este respecto, tratándose del tema de la construcción, debe saberse, también, que las máquinas empleadas por ellos para tales fines son tan poderosas y versátiles que la excavación de los terrenos más grandes, puede realizarla un sólo hombre, en poco tiempo, y con sólo controlar un tablero de comandos electrónicos...
De tal suerte, pueden ellos relegar el factor económico a un segundo plano, teniendo en cuenta, además, que toda la economía de ese mundo está dirigida y controlada por el Estado, como veremos más adelante, y por tanto lo que prima en este caso, como en todos, es la máxima garantía de todos y cada uno de los seres que lo habitan, dentro del amplísimo concepto de una perfecta fraternidad y de un régimen de vida que asegura a todos una verdadera felicidad integral...
Y antes de terminar lo referente a construcciones, debe decirse que la mayoría de esos conjuntos de viviendas presentan lo que nosotros llamamos "techos" o "azoteas" en forma ligeramente convexa y libre de obstáculos.
Ello obedece también, a dos fines útilmente calculados: Primero, representa la proliferación de múltiples áreas para el descenso de máquinas aéreas de diferentes tipos y tamaños, ya que la mayoría de los habitantes puede requerir de ellas en cualquier momento, y en esa forma no se obstaculiza, como entre nosotros, el tránsito urbano, que para las distancias cortas se hace a pie.
Para recorridos mayores, cualquiera puede disponer de pequeños equipos individuales que adaptándose a la espalda permiten realizar vuelos personales de considerable alcance.
Así, en todas las ciudades, está asegurada la movilidad sin entorpecer, en lo más mínimo, la circulación superficial de los peatones, que pueden discurrir libremente por todas las arterias y avenidas, sin la molestia y riesgos que vemos hoy en casi todas las ciudades de la Tierra.
El otro fin al que nos referimos al mencionar la forma superior de los edificios, es el permitir la eliminación inmediata de la lluvia o nieve (lo más común), que por un sistema automático de calefacción es licuada a medida que se va acumulando.
Las superficies quedan constantemente limpias, despejadas, sin mayor trabajo para los ocupantes del edificio, y pueden, también, continuar reflejando los rayos luminosos de las dos fuentes siderales ya mencionadas, con lo que se asegura una mejor iluminación general del ambiente urbano.
A este respecto debe recordarse lo que se explicó al comienzo del capítulo anterior.
Que en Ganímedes el día tiene una duración aproximada de cuatro de nuestros días, y la noche, tres.
Mientras éste satélite recorre la parte posterior de Júpiter, su paso por la zona denominada "cono de sombra" del planeta dura más o menos tres días y dos a tres horas de nuestro tiempo.
En este lapso, todas las zonas habitadas poseen el mismo sistema de luz artificial que mencionáramos al ocupamos de las bases en el espacio.
Este sistema de iluminación está presente, siempre, en todos los recintos cerrados, junto con otro sistema automático de control y regulación permanente de la atmósfera interior de todos los recintos y edificios.
Algo parecido, pero más perfecto, que nuestros sistemas de aire acondicionado.
Y al hablar de atmósferas ambientales, hemos de explicar, también, que tanto en los lugares abiertos, como las vías de circulación urbana, y en todo tipo de instalaciones industriales, generalmente subterráneas, reina la más absoluta pureza.
No hay máquinas ni vehículos que contaminen el ambiente, porque la mayor parte de las usadas en lo que diríamos el transporte menor, es accionada eléctrica y electrónicamente.
Han llegado a desarrollar formas de electricidad nuevas para nosotros, y equipos electromagnéticos de potencia tal que —ya lo hemos visto en el caso de sus naves espaciales— pueden anular y controlar a las fuerzas de gravedad y de inercia.
Y en cuanto a todas las máquinas, equipos o instalaciones accionadas por energías atómicas, termonucleares o de otro orden, como dijéramos anteriormente, tienen los medios y elementos más perfectos para garantizar el uso permanente e inocuo de todas ellas.
Antes de terminar con lo referente a la construcción de edificios. a su seguridad y estabilidad permanentes, en vista de las condiciones volcánicas y sísmicas del astro, debe saberse que el material empleado para las estructuras y en general para todo tipo de paredes, suelos y techos, es una substancia plástica de aspecto metálico, liviana y resistente, con resistencia comparable al mejor de nuestros aceros, que no se altera ante ninguna de las reacciones provenientes de la atmósfera o de los distintos tipos de terrenos en que se empotren, y de tal solidez que puede resistir a los más fuertes movimientos sísmicos sin romperse ni perder su forma.
Además, el sistema de construcción es por acoplamiento de secciones prefabricadas, que al ser colocadas en su sitio van siendo ensambladas unas con otras en forma tal, mediante un proceso químico especial, que llegan a constituir un sólo bloque, lo mismo que si hubiera salido todo el edificio de un molde.
No hay junturas, no hay amarres; después de ser sometidas al indicado proceso, todas las secciones quedan unidas como si hubiesen sido fundidas unas con otras en una gigantesca matriz.
Puede imaginarse la solidez total del conjunto.
Pero no es esta la única manera de prevenir lo que, en la Tierra, causa tan catastróficos efectos. Ellos cuentan, además, con un vasto sistema de detección y control de los más imperceptibles movimientos de la corteza de su astro.
Tal sistema, ampliamente repartido en las entrañas mismas del subsuelo, observa y verifica, constantemente, el desarrollo de las fuerzas que pueden generar los movimientos.
Y si tenemos en cuenta que esos hombres poseen el sexto sentido, o sea la clarividencia, no nos extrañaremos que puedan conocer con mucha antelación las causas generadoras de toda clase de alteraciones hasta en los más recónditos lugares del interior de su mundo, pudiendo también, aplicar a tiempo, las formidables fuentes de fuerza y de energía por ellos dominadas, en los sitios y momentos que sea menester para detener un proceso, modificar una determinada tensión, o neutralizar en ciertos lugares peligrosos Índices de la continua actividad volcánica de su mundo.
Posteado por Oliver Mora.
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