viernes, 5 de abril de 2013
YO VISITÉ GANIMEDES, Parte 14: La Cultura y la Moral en ese Mundo, José Rosciano Holder (Yosip Ibrahim)
YO VISITÉ GANIMEDES
Parte 14: La Cultura y la Moral en ese Mundo, José Rosciano Holder (Yosip Ibrahim), Perú, años setenta.
Con todo lo expuesto en la segunda parte de esta obra, podrá el lector comprender más fácilmente las profundas y notables diferencias que separan nuestra civilización de aquella raza de superhombres.
Muchas de tales diferencias obedecen, en verdad, a la posesión por ellos de ese sexto sentido que hemos venido explicando.
La clarividencia y clariaudiencia, natas en todos los habitantes de Ganímedes, han permitido el logro de adelantos sorprendentes en infinidad de aspectos de la vida en su astro, y sus favorables influencias norman y fundamentan métodos, sistemas e instituciones en el amplio panorama de la convivencia y desarrollo de todas las actividades en aquel interesante satélite de Júpiter.
Las ventajas derivadas de tal estado evolutivo, alcanzado por ellos a través de los muchos milenios que nos llevan de adelanto, se manifiestan en todos los aspectos de su vida desde la más tierna infancia.
A este respecto, es triste comparar cómo transcurren los años para nuestros niños y los de Ganímedes.
Mientras acá, especialmente en los últimos tiempos, estamos envenenando el alma infantil de nuestros hijos, con espectáculos de cine, televisión y otros, que en su mayoría no muestran sino la barbarie de las guerras, la violencia y el crimen de argumentos policiales, las groseras costumbres y los brutales métodos siempre encaminados al delito, de los dramas tipo western norteamericanos; y para sus juegos y distracción les proporcionamos juguetes y artefactos que representan las armas asesinas y toda clase de apáralos más o menos enfocados al afán de destrucción.
Mientras en la gran mayoría de los hogares populares, en todo el planeta, los ejemplos que esos niños contemplan son, casi siempre, de vicio, de bajeza moral y de violencia; y en otros hogares, de condición social y económica más elevadas, muchas veces encuentran el abandono de sus progenitores, preocupados por una serie de compromisos, intereses, frícalas vanidades o secretos vicios y contubernios...
¿Qué podemos esperar de criaturas educadas en tal forma?
¿Hemos de culparlos a ellos por el mal que después hagan?
¿No -somos nosotros, sus padres y maestros, los que deformamos esas almas tiernas, con nuestro proceder, nuestra torpeza o egoísmo, nuestra inconsciente frivolidad o la satisfacción, criminal, de vicios y aberraciones, muchas veces ocultos pero, no por eso menos malignos?...
No quiero seguir adelante con tan vergonzoso panorama. Todos sabemos, muy bien, cómo es nuestra humanidad y cómo se vive en la Tierra...
En cambio, esa raza que habita Ganímedes, contempla desde la cuna los más bellos y amorosos ejemplos; hasta en sus juegos y distracciones infantiles están presentes valiosas enseñanzas, útiles demostraciones de lo que es el mundo que los rodea y cómo aprovechar, más tarde, las lecciones que jugando han aprendido.
El hecho de ser clarividentes y clariaudientes desde que nacen, les permite avanzar con mucha mayor rapidez en su desarrollo cultural.
Y en los primeros siete años de su vida, muchos de sus juegos y variadas formas de distraerlos, son empleados por los padres como complementos de un amplio, sabio y paulatino método de enseñanza y de instrucción.
Daremos algunas muestras que ilustren mejor, este punto:
Siendo poseedores de aquel sexto sentido, su visión y audición abarca, al mismo tiempo, su mundo físico, la porción etérica, y la cuarta dimensión.
De tal manera, una de las primeras preocupaciones de los padres es la de explicar, pacientemente, el rol de cada uno de los seis sentidos (porque el séptimo sólo se desarrolla en ellos al llegar a la edad adulta) y muy especialmente cuanto se relaciona con el sexto.
Porque, igual a nuestras escuelas iniciáticas, la variedad de aspectos, fuerzas y formas, en constante movimiento y continua mutación, en ese mundo astral o cuarta dimensión, es fácil de ocasionar terribles confusiones, peligrosas reacciones de orden psíquico y mental y hasta daños en el organismo fisiológico.
Así los niños de Ganímedes aprenden desde la más tierna infancia a utilizar aquel “tercer ojo”, a identificar fuerzas y seres de ese plano astral o del alma, y a diferenciar las causas y efectos de esa cuarta dimensión en sus relaciones con el mundo físico.
Este adiestramiento paulatino, con un instrumento de tal poder, los coloca en situación de adelantar rápidamente en el conocimiento de todas las materias básicas de su primera instrucción, y permite a los padres educar a sus hijos con métodos altamente objetivos, pues la enseñanza va unida a la práctica, la que es facilitada en todo momento y todas las circunstancias, por aquel sexto sentido.
Hemos dicho que muchos de los juegos son, también, provechosas lecciones.
Lo comprenderemos mejor con un ejemplo: Entre la multitud de seres que pueblan la cuarta dimensión, están las diferentes categorías y especies de “Espíritus de la Naturaleza” como ya se dijo.
Muchos de ellos asumen formas bellísimas y son accesibles al ser humano, cuando éste les demuestra su bondad y simpatía.
Para darnos una idea de algunos de esos seres, recordemos una de las más hermosas y profundas películas de Walt Disney: “Fantasía”.
Los que la hayan visto recordarán algunas escenas, como las de las flores en que brotaban diminutas hadas, luminosas, gráciles, con rápidos y armoniosos movimientos en una danza maravillosa, al compás de las dulces melodías, en un conjunto esplendoroso de luz, de gracia y de belleza.
Para quienes conocemos de estas cosas, esa obra de Walt Disney no fue sólo fantasía, como parece indicar su nombre: Walt Disney tuvo estudios rosacruces, sabía el fondo oculto de lo que estaba haciendo, y esas escenas son iguales a lo que el sexto sentido nos descubre cuando visitamos muchos prados...
Los niños de Ganímedes, en tales condiciones, con su pureza y bondad atraen la simpatía de esos seres y juegan con ellos a menudo, aprendiendo a tratarlos, ganando su amistad y preparando, así, el camino que más tarde, cuando llegan a mayores, les permite utilizar todas las fuerzas de la Naturaleza, porque esas fuerzas en la cuarta dimensión asumen las más variadas formas, pero están siempre dispuestas a obedecer, como fieles servidores, a quienes las conocen y poseen el poder y la sabiduría necesarias para su manejo.
Esto explica, ahora, con mayor claridad, aquel pasaje de la segunda parte en que nos referimos al episodio bíblico en que los vientos y el mar obedecieron la orden de aquietarse, impartida por la divina y poderosa voz de Cristo...
La educación de los niños, y los métodos y sistemas de instrucción en ese mundo, ofrecen marcadas diferencias con los nuestros.
En primer lugar, entre ellos no existe, propiamente, la primera etapa escolar conocida en la Tierra con varios nombres: primaria, básica, academia, etc.
Esta fase inicial de la instrucción general corre a cargo de los padres, directamente, en forma combinada con la educación familiar, a fin de impartir los conocimientos básicos al niño al mismo tiempo que se moldea su alma y su mente.
Este período, por lo común, dura hasta una edad de siete a ocho años de los nuestros, en que el hijo se encuentra, enteramente, en las manos de sus progenitores, siendo éstos sus primeros maestros.
Esta labor, mayormente, es realizada por la madre, interviniendo el padre en las horas que su trabajo diario le permitan.
Debe tenerse en cuenta que en Ganímedes no existe un sólo analfabeto ni un ignorante. Esto no es concebible allá.
Hombres y mujeres reciben la misma instrucción, alcanzan los mismos niveles culturales, sin distingos de ninguna clase, y sin costo alguno para ellos, pues todo es proporcionado por el Estado, según veremos después.
Hombres y mujeres trabajan por igual en todas las actividades de ese mundo.
Pero cuando una mujer es madre, se le concede el cuidar y enseñar al hijo hasta el término de esa primera etapa básica de instrucción, disponiendo de todos los recursos que el Estado le proporciona, como si estuviera desempeñando su cuotidiana labor, porque en ese período se convierte en maestra-madre de un nuevo ser cuya moral, inteligencia y desarrollo previos merecen de todos el más prolijo cuidado.
Siendo esmeradísima y de una amplitud que en la Tierra no alcanzamos, la educación que todos los habitantes de ese mundo reciben, es fácil de comprender este aspecto en el que los padres, en especial la madre, son los primeros profesores, en el largo recorrido cultural de esa raza.
Y los métodos de enseñanza, particularmente en esa primera etapa, son eminentemente prácticos y directos.
Para ello el sexto sentido ofrece incalculables ventajas. Los niños aprenden jugando.
Muchos de sus pasatiempos son otras tantas lecciones que la madre aprovecha para instruirlos.
Así por ejemplo, todo lo relacionado con la anatomía, la fisiología, el funcionamiento general de todos los órganos internos, de los sistemas digestivo, circulatorio, nervioso, respiratorio; de los complicados mecanismos y funciones cerebrales, glandulares u otros, al poder ser vistos y apreciados con toda claridad y en cualquier momento, constituyen un motivo de entretenimiento para ellos, a la par que utilísimas lecciones que jamás se olvidan y que vienen a ser la base para estudios superiores, que, más tarde, convertirán a esos hombres en los propios cuidadores de su salud, o en médicos especializados capaces de realizar verdaderos milagros en comparación con nuestra medicina terrestre.
Así sucede en todo lo demás. Una forma común y general de aprovechar los días de descanso, que allá equivalen a dos y medio de los nuestros, son los paseos campestres y los viajes de placer.
En ellos toma parte toda la familia, constituida casi siempre por los padres, uno o dos hijos, pues la descendencia es cuidadosamente controlada, según veremos después, y los abuelos si es que viven con aquel hijo o hija.
Cuando se trata de un simple paseo, por zonas cercanas a la ciudad de residencia, el grupo familiar utiliza vehículos colectivos de transporte.
Para estos casos emplean naves aéreas con capacidad hasta de veinte pasajeros, que hacen el trayecto a los lugares de destino en pocos minutos.
Cuando el plan de esparcimiento contempla un viaje de placer y de descanso, a mayores distancias, suelen emplear naves del mismo tipo con capacidad para cincuenta personas.
Tales viajes, por lo general, los llevan a visitar otros valles o centros poblados; pues se debe recordar lo que explicamos en la segunda parte, o sea que todas las urbes o poblaciones están concentradas en los miles de valles diseminados entre las estribaciones de esa intrincada red de cordilleras y montañas que cubre todo el astro.
La velocidad de sus naves aéreas les permite hacer tales viajes, a los más apartados lugares de Ganímedes, en cortísimo tiempo.
Y así puede disfrutar la familia de los dos días íntegros en su paseo.
Esto permite a todos, especialmente a los niños, conocer y aprender objetivamente cuanto se refiera a lo que, en nuestro lenguaje, llamamos la geografía, puesto que esa palabra, derivada del griego, se refiere entre nosotros a la Tierra, y ellos dan a su mundo el nombre de “Reino de Munt”...
Con este método y dentro de tal sistema de educación, a la edad correspondiente a nuestros siete u ocho años, esos niños han aprendido, en forma indeleble, todos los conocimientos básicos sobre su mundo, su naturaleza, sus formas de vida y han asimilado, también, una serie de lecciones sobre la moral y las normas de conducta que habrán de observar en el resto de su vida, confirmadas con los ejemplos que la convivencia familiar les proporcionan a cada paso.
Porque entre esa raza, el amor, el respeto a los padres y mayores, a la sabiduría y autoridad de sus maestros y gobernantes, como base de la síntesis magistral de todos los más altos atributos del alma, y preparación para el entendimiento de las grandes verdades cósmicas, se aprenden y se inculcan desde la cuna.
Cuando llega a esa edad, todos, hombres y mujeres, ingresan a lo que se llama entre ellos “La Shamata”.
Este es un período que alcanza hasta los quince años. Los alumnos en esa etapa, reciben instrucción general enfocada a definir las cualidades y aptitudes especiales de cada uno, y desarrollarlas en el sentido más conveniente.
Esto se logra, comúnmente, a la mitad de ese lapso de tiempo: el resto de esa etapa es dirigido hacia una instrucción especializada preparatoria, que aproveche las condiciones particulares de cada sujeto, estimulándolas y desarrollándolas, para conseguir el mejor desenvolvimiento de su personalidad y el afianzamiento de sus aptitudes predominantes, a fin de encauzarlo por la senda más adecuada en el futuro desempeño de sus actividades.
Tanto en la etapa “Shamática” cuanto en las posteriores, toda la instrucción es impartida en centros estatales enteramente gratuitos y bajo la dirección de maestros especializados, igualmente dependientes del Estado.
Al término de esta segunda fase de la enseñanza, todos los alumnos, sin excepción, ingresan a los diferentes centros de instrucción altamente especializada, según las cualidades y aptitudes demostradas por cada uno en la etapa anterior.
En los mencionados centros se les capacita para el más eficiente desempeño del tipo de actividad escogida, y no salen de él hasta no alcanzar la más alta calificación.
Obtenido este resultado llega para ellos, sin discriminación de ninguna clase, el momento quizás más anhelado por todos: el despertar del séptimo sentido.
Esto se consigue dentro de un período en el que se someten a un adiestramiento especial y muy riguroso, en centros o institutos exclusivamente dedicados a ello, que requieren la permanencia constante de todos los educandos a manera de internado, algo parecido a los monasterios del Tibet o de la India entre nosotros, en los cuales reciben la enseñanza y la práctica de ejercicios adecuados en medio de la más estricta disciplina.
Esto se comprende, fácilmente, si recordamos lo que al principio se dijo sobre tal sentido: es el “Verbo Creador” la facultad de influir por el lenguaje, o la emisión de ondas sonoras de la voz, en la constitución molecular de la materia, en las vibraciones de la misma, y por ende el poder de actuar voluntariamente sobre la “Nota Clave” de todos los cuerpos, de todas las substancias, influyendo y hasta dominando, en muchos casos, las mismas fuerzas de la Naturaleza...
Recordemos que en las partes precedentes de esta obra hemos hecho referencia a varios ejemplos históricos y bíblicos, tales como el famoso caso de la desintegración de las murallas de Jericó por el efecto de las ondas sonoras de las trompetas israelitas dirigidas por Josué; algunos de los efectos producidos en el caso de la destrucción de Sodoma y Gomorra sobre el cuerpo de la mujer de Lot; varios de los prodigios realizados por Cristo que ya mencionáramos anteriormente...
Y un poder así no es posible conferirlo a quien no haya demostrado, hasta la saciedad, mía fortaleza moral a toda prueba y una inteligencia capaz de impedirle cometer el más mínimo error.
Por eso, durante todos los años de su preparación cultural y científica, profesional o técnica, los integrantes de esa raza superior, están sometidos a una disciplina y a una modelación cuidadosa del carácter, de la voluntad y el pensamiento, enfocadas hacia la máxima superación moral, intelectual y mental de todos y cada uno de ellos.
Especialmente es la base moral, sobre la que sustentan, particularmente, la estructuración total de su civilización.
Antes de estudiar algunos aspectos relativos a este campo, deseamos mencionar un detalle muy interesante con respecto al sistema de enseñanza en ese mundo.
La instrucción allá se imparte, casi siempre, por métodos teorice-prácticos simultáneos.
Es lógico que en esto influye, también el sexto sentido. Y en Ganímedes no existen libros ni escritos de ninguna clase como lo que nosotros conocemos y empleamos.
Es natural que así sea.
En un mundo en el que el lenguaje hablado ya no se usa, por ser mucho más fácil, más rápido y efectivo el comunicarse directa e instantáneamente por el lenguaje mental, por la lectura simultánea y recíproca del pensamiento, no tendría, tampoco, razón de ser el lenguaje escrito.
Este es reemplazado allá por un admirable sistema electrónico susceptible de captar el pensamiento y grabarlo en cuitas especiales, indelebles una vez grabadas, que lo reproducen en toda su amplitud, en imágenes y frecuencias de onda que son proyectadas en aparatos receptores que nos recuerdan, en cierta forma, a nuestras máquinas sumadoras.
Así puede retenerse las lecciones, y cuanto material merezca ser conservado para su reproducción futura.
Y esas máquinas son construidas hasta en tamaños portátiles. Del mismo modo, los documentos oficiales y administrativos vienen a ser esas livianas y pequeñas cintas, en las cuales, junto con lo que llamaríamos el texto, a manera de firma y sello identificatorios, va impresa la imagen del autor, dictando el cierre de los mismos.
Y ya hemos dicho que, a diferencia de nuestras cintas magnetofónicas, o nuestras películas sonoro-visuales, aquellas graban para siempre el pensamiento completo, sin que se pueda alterar en nada el contenido, posteriormente, lo que implicaría la destrucción total de la cinta.
Por lo demás, nadie se atrevería, ni a pensar, en alterar un documento, cosa tan común entre nosotros...
Ha llegado la oportunidad de referimos a la moral reinante en esa raza, base fundamental, como se ha dicho, de la civilización de Ganímedes.
Al describir la cuarta dimensión y cómo se desarrolla la vida en ese Plano del Cosmos, percibimos las tremendas fuerzas positivas y negativas que en él actúan. Y vimos, también, la poderosa influencia que, constantemente, ejercen en el alma humana.
Parecerá redundancia que digamos “Alma Humana”, pero no es tal. Aunque no tiene mayor importancia para esta obra, estamos obligados a explicar, de paso, que lo hacemos por el conocimiento de que los animales, en mundos en que existen como el nuestro, también poseen alma, o sea aquel vehículo correspondiente a la cuarta dimensión, y son susceptibles de muchas de aquellas influencias anotadas.
Al mismo tiempo, mencionamos el papel de las diferentes categorías de seres o entidades superiores, y como se relacionan con los Egos en su continua evolución.
Recordaremos que se dijo que nadie puede pasar de un mundo inferior a otro superior sin estar debidamente preparado y poseer el vehículo o cuerpo correspondiente.
Vale decir, haber alcanzado las condiciones evolutivas y vibratorias adecuadas. Este es uno de los factores que, relativamente, garantizan en Ganímedes, o en cualquier otro mundo similar, el ingreso o intromisión que dijéramos clandestinamente, de algún Ego no capacitado para ello.
Pero en cuanto a las entidades astrales y a las fuerzas de esa cuarta dimensión, es diferente.
Ellas actúan en su mundo, y en su mundo o plano pueden afectar a cualquier ser humano encarnado, pues la encarnación presupone la existencia en un mundo material, aún cuando éste sea del tipo de Ganímedes, o “Reino de Munt” como ellos lo llaman.
De tal manera, gran parte de la enseñanza, disciplina y cuidados que reciben todos sus habitantes, están encaminados a conseguir la permanente seguridad y el perfecto equilibrio de su alma, en los niveles más altos de conciencia.
En esto les ayuda eficazmente su sexto sentido, que en todo momento les permite descubrir la cercanía de cualquier entidad baja o maligna, pudiendo alejarla con la fuerza de su mente o, si fuera preciso, con el poder del séptimo sentido.
Hemos dicho que éste sólo es desarrollado cuando finaliza la etapa de instrucción superior.
Esto nunca tiene lugar antes de los veintiocho o treinta años. Nos referimos al despertar del sentido mencionado.
Aún así, puede mantenerse dicha facultad en un estado latente de mediana expresión, cuando a juicio de los maestros responsables de ese trabajo, el aspirante no alcance todavía las máximas condiciones requeridas para el pleno uso de tan formidable poder.
Por todo ello en esa raza viven una vida de paz, de absoluta serenidad, bondad y amor...
¿Quién podría pensar en mentir, engañar, traicionar o estafar a alguien, si los más recónditos pensamientos e intenciones se están leyendo mutuamente?
¿Cómo puede cometerse algún delito cuando nada queda oculto ante la clarividencia y clariaudiencia de todos?
¿Cómo podrían caer en las pasiones comunes entre nosotros, si para llegar a ese estado han tenido que sufrir las pruebas de cientos de encarnaciones previas, que han forjado en ellos, no sólo una sólida conciencia con el conocimiento total de su larga evolución, sino el más amplio y poderoso dominio de todo ese mundo astral en que se desenvuelve entonces su alma?...
Es así que su reino resulta la expresión viva de todas las más bellas cualidades concebibles en el alma humana.
Y esto se manifiesta en la familia, en el trabajo, en las relaciones de unos y otros y, por ende, en toda la organización social, política, económica o religiosa de ese mundo en que no hay fronteras, ni ejércitos ni policía, como vamos a verlo en los próximos capítulos de esta obra.
Posteado por Oliver Mora.
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