lunes, 24 de junio de 2013
JESHUA: EL TERCER MODO
Queridos amigos:
Soy Jeshua.
Estoy aquí con ustedes. A través de las barreras del tiempo y del
espacio me pongo a vuestro lado; siéntanme en su corazón. Yo estoy muy
familiarizado con ser un ser humano – los altos y los bajos. He
explorado toda el área de los sentimientos humanos, y dentro de ese
mundo de extremos finalmente hallé una salida; un pasaje a un modo
diferente de ver las cosas, con lo cual toda la experiencia de ser un
ser humano se presenta bajo una luz diferente – un modo que crea
tranquilidad y paz en su corazón.
Es sobre esta
salida, este pasaje, que quiero hablarles hoy. Muchos de ustedes se
hallan en un dilema; una lucha que tienen con ustedes mismos. Hay una
idea viva en su mente de que deberían ser mejores, otro diferente del
que son ahora; de que deberían ser más altamente desarrollados, más
santos, más capaces de seguir ciertas reglas, un ideal superior que
tienen para ustedes mismos – pero ésta es una idea falsa. Todo este
trabajar en ustedes mismos está basado en la idea de que no son buenos
como son; de que hay algo más; de que tienen el poder de cambiar; de que
tienen control sobre el hecho de ser humanos. Esta es una idea vieja, y
una que experimentaron plenamente en una era muy vieja.
Esta
idea existió, en parte, en la Atlántida, donde desarrollaron el tercer
ojo y donde lo experimentaron como el centro de la observación en su
cabeza. Desde ese tercer ojo pudieron percibir y también desde ahí
quisieron intervenir, moldear la vida según sus deseos. Hubo una cierta
tendencia en ustedes hacia la dominación, pero esta tendencia también
estuvo inspirada por su concepto de la verdad. Tenían la idea de que
actuaban en base a principios elevados, de modo que lo que hacían era
“bueno” – y siempre es así. El poder siempre está velado por ideas que
se piensan que son buenas. Entonces toda una ideología se construye
alrededor de esta idea generando una visión del mundo que aparece como
esforzándose por lo que es bueno, mientras que en esencia ustedes están
tratando de controlar la vida – tanto en ustedes mismos como en los
demás.
El poder corrompe – los aliena del flujo
natural de la vida que está presente en cada ser humano. El poder les da
un concepto de maleabilidad que, de hecho, está basado en la ilusión.
La vida, como ustedes la conocen, no es flexible en ese sentido, y no
está determinada por la razón, o por el deseo, o por el tercer ojo. La
vida no se ajusta a una visión del mundo o a un sistema, y no puede ser
organizada en base a los procesos mentales.
Por
un largo tiempo ustedes entraron en una batalla con su humanidad – la
condición humana. Muchos caminos espirituales están basados en la idea
de que deben trabajar sobre ustedes mismos, de que tienen que elevarse, y
de que tienen que imponer en ustedes un camino planeado de acción que
los conducirá a una situación ideal. Pero esta idea crea mucha lucha
interna. Si comienzan con la idea de un ideal requerido, imponen
patrones sobre ustedes mismos que saben muy bien dentro de ustedes que
no logran o no pueden encontrar – entonces fallan desde un principio.
Sientan,
ahora, la energía de esta forma de pensar: lo que se están haciendo a
ustedes mismos, qué energía viene de la necesidad de imponer, de la
búsqueda de mejorarse, y del deseo de organizar la vida, sus emociones y
sus pensamientos. Sientan la energía de querer controlar las cosas. ¿Es
esa una energía amorosa? A menudo, esa energía se presenta como amor,
como lo bueno y lo verdadero, pero el poder siempre se esconde de esta
manera de modo que sea más fácil para las personas aceptarlo. El poder
no muestra su cara abiertamente; el poder seduce a través del
pensamiento. Es por eso que es mejor no pensar sobre eso sino sentir lo
que el deseo de controlar la vida les está haciendo. Obsérvense en su
vida diaria, en el presente, en su vida ahora. ¿Cuán a menudo ustedes
aún luchan con ustedes mismos, condenan lo que surge en ustedes, lo que
naturalmente brota en ustedes y quiere fluir? En este estado de
juzgamiento se sienta una energía de crítica, una frialdad: “esto no
debería ser así, está mal, es necesario que se vaya”. Sientan esta
energía - ¿los ayuda?
Ahora quiero llevarlos a
un modo diferente de verse a ustedes mismos; un lugar donde el cambio
puede ocurrir, pero sin luchar, sin su abordaje de mano dura. Para que
quede claro, déjenme darles un ejemplo. Imaginen que sucede algo en su
vida que trae a ustedes un sentimiento de ira o de irritación – pónganle
el nombre que quieran. Ahora, ustedes pueden reaccionar a esa ira de
diferentes formas. Si no están acostumbrados a reflexionar sobre sus
emociones, y sus reacciones son muy primarias, entonces ahí no hay nada
más que ira – están enfadados, punto. Están envueltos en eso y se
identifican con la ira. A menudo, luego sucede que ustedes ponen la
causa de su ira fuera de ustedes – proyectan la culpa sobre algún otro.
Alguien hizo algo equivocado y es por su culpa que ustedes se sienten
enfadados. Ésta es la reacción más primaria – están identificados con su
ira, ustedes están enojados.
Otra posibilidad
es lo que yo llamo el segundo modo de reaccionar. Ustedes están enojados
e inmediatamente hay una voz en su cabeza que dice: “esto no debería
suceder, esto está mal, no es bueno que me irrite, debo suprimir esto.”
Podría ser que se les haya enseñado a suprimir su ira a través de la
enseñanza religiosa o por una perspectiva social. Por ejemplo: es mejor,
más lindo, más moralmente justo, no mostrar su ira a los demás.
Ciertamente se aplica a las mujeres que no es apropiado expresar
abiertamente su enojo – que no es femenino.
Les
han hablado de todo tipo de ideas que han hecho que ustedes juzguen su
ira. ¿Entonces qué sucede? Hay ira en ustedes e inmediatamente surge una
opinión sobre eso: “esto no está permitido, está mal.” Luego su ira se
vuelve su lado ensombrecido porque, literalmente, no puede salir a la
luz – no debería verse. ¿Qué le sucede a la ira si es suprimida de este
modo? No desaparece, se pone detrás de su espalda para afectarlos de
otras maneras; puede hacer que sean miedosos y ansiosos. Ustedes no
pueden utilizar el poder que reside en la ira porque no se permiten
utilizarlo. Pueden mostrar su lado dulce, lindo, útil, pero no ese lado
apasionado, iracundo – su lado rebelde. Entonces la ira se encierra y
ustedes piensan que son diferentes de los demás porque tienen esos
sentimientos, luego podrían incluso comenzar a distanciarse de los
demás. En cualquier caso, esto crea un conflicto amargo dentro de
ustedes y aparentemente entre dos seres, un ser de Luz y un ser Oscuro.
Mientras tanto ustedes están atrapados en este juego doloroso, y duele
por dentro porque no pueden expresarse. Es este juzgamiento que los
limita.
¿Realmente se vuelven una mejor persona a
causa de esta reacción? ¿Suprimir sus propias emociones los va a
conducir al ideal de un ser humano amoroso, pacífico? Si les describo
todo esto, pueden ver muy claramente que este tipo de reacción no
funciona – no conduce a una paz real, a un equilibrio interno real. Aún
así ustedes se hacen esto. Muy a menudo ustedes silencian sus emociones,
porque no son buenas de acuerdo a las costumbres que sostienen y
ustedes no reflexionan sobre estas costumbres – de dónde vienen, o por
quién o por qué han sido alimentadas en ustedes. Entonces esto es lo que
yo les recomiendo hacer: no pensar sobre eso, sino sentirlo. Sientan la
energía que reside en las críticas que disparan sobre ustedes, con sus
imágenes de lo que es ideal y de lo que “deberían hacer”, lo cual a
veces viene de motivos al parecer muy elevados – déjenlo ser. Ustedes no
se vuelven iluminados al reprimir sus emociones y al suprimirlas
sistemáticamente.
Hay un tercer modo – un tercer
modo de experimentar sus propias emociones humanas. El primer modo fue
identificarse totalmente con su ira, como en el ejemplo anterior. El
segundo modo fue desplazarlo, suprimirlo y condenarlo. El tercer modo es
permitirlo – dejarlo ser y trascenderlo. Esto es lo que hace la
conciencia. La conciencia de la que yo hablo no juzga – es un estado del
ser. Es un modo de observación que al mismo tiempo es creativo. Ahora,
muchas tradiciones espirituales les han dicho: sean conscientes de
ustedes mismos, eso es suficiente. Pero luego ustedes se preguntan:
¿cómo puede ser eso? ¿Cómo puede la mera conciencia de mí mismo producir
un cambio en el flujo de mis emociones? Tienen que comprender que la
conciencia es algo muy poderoso. Es mucho más que un registro pasivo de
una emoción – la conciencia es una intensa fuerza creativa.
Ahora
imaginen nuevamente que algo en el mundo externo evoca en ustedes una
emoción poderosa – por ejemplo, ira. Cuando ustedes tratan con eso
conscientemente, lo observan plenamente en ustedes mismos. No hacen nada
con respecto a eso, mientras que al mismo tiempo se mantienen
observando y viendo. Ya no se identifican con la ira, no se pierden en
ella, simplemente permiten que la ira sea lo que es. Este es un estado
de desprendimiento, pero un desprendimiento que toma gran fuerza, porque
todo lo que han aprendido los seduce a ser arrastrados dentro de sus
estados de ánimo, dentro de la emoción de ira o miedo. Y para hacerlo
más complicado, ustedes también se ven inmersos en la crítica acerca de
esa ira o miedo. Entonces están siendo arrastrados en dos sentidos y
alejados de la conciencia, la salida de la que les hablé al comienzo: la
salida es el camino hacia la paz interior. Sus formas usuales de tratar
con las emociones los alejan de ese punto central, por así decirlo,
fuera de esa conciencia, y sin embargo ésta es la única manera de salir.
Sólo observando silenciosamente el alcance total de la emoción, ustedes
no se vuelven inconscientes, permanecen totalmente presentes. No se
permiten ser arrastrados – ni por la emoción, ni por la crítica sobre la
emoción. Ustedes miran esto con plena conciencia y con un sentimiento
de ternura: “así es como es en mí”.
“Veo ira
surgiendo en mí; siento que atraviesa mi cuerpo”. “Mi estómago
reacciona, o mi corazón; mis pensamientos se aceleran para justificar
las razones de mi emoción”. “Mis pensamientos me dicen que yo tengo
razón y no la otra persona.” Ustedes pueden ver que todo esto sucede a
medida que se observan, pero no lo acompañan. No se arrastran dentro de
eso; no van debajo. Eso es conciencia – esto es claridad de mente. Y de
este modo ustedes llevan a descansar a sus demonios en su vida: el
miedo, la ira, la desconfianza. Les dan fuerza cuando se identifican con
ellos, o si luchan contra ellos juzgándolos – de cualquier manera los
nutren. El único modo de trascenderlos es elevándose sobre ellos, por
decirlo así, con su conciencia – no luchar contra ellos, sino
simplemente dejarlos ser.
¿Qué les sucede luego?
La conciencia no es algo estático; las cosas no permanecen como son.
Ustedes notaran que sin no alimentan la energía de la emoción o su
crítica sobre eso, ellos gradualmente desaparecerán. En otras palabras,
su equilibrio se fortalece; sus sentimientos básicos pasan a ser más de
paz y alegría. Porque si ya no hay una batalla en su corazón y en su
alma, la alegría sube burbujeando hacia arriba. Ven a la vida con una
mirada más apacible. Ven el movimiento de las emociones en su cuerpo y
lo observan. También observan los pensamientos que comienzan a
acelerarse a través de su cabeza, con una mirada que es suave y mansa.
Sepan que la habilidad de observar, y no ser tragados, es algo muy
fuerte y poderoso. De esto se trata todo: ¡esto es el éxito!
Ahora
quiero pedirles, en este momento, que experimenten el poder de su
propia conciencia – el ser puro – y la liberación que esto trae, lo que
les permite sentir que no hay nada en ustedes que necesiten cambiar.
Sientan la tranquilidad y la claridad de esta conciencia: esto es lo que
ustedes realmente son. Quiten los falsos juicios. Dejen que las
emociones fluyan y no las repriman – ellas son parte de ustedes y
algunas de ellas tienen un mensaje. Pregúntense si tienen una emoción a
la que le temen, una que los está molestando, una con la que luchan. Tal
vez una que se ha vuelto tabú para ustedes. Permítanle ahora que
aparezca en la forma de un niño o de un animal – que se presente; que se
muestre. Ese niño podría expresarse completamente, o podría incluso
portarse mal. Pase lo que pase, se le debe permitir hacer todo lo que
quiera y decirle lo que sienten. Ustedes son la conciencia que observa y
dice, “sí, quiero verte; quiero escuchar tu historia, exprésala”.
“Cuéntame tu historia, porque es tu verdad; podría no ser la Verdad,
pero quiero oír tu historia.” Experimenten sus emociones de este modo y
no las condenen. Permitan que vengan a hablar con ustedes. Trátenlas con
la suavidad de una sabia persona anciana, y observen lo que trae ese
niño o animal. Escondida en una emoción negativa suele haber una fuerza
de vida pura que quiere emerger, y que ha sido ahogada hasta la muerte
por todos los prejuicios y juzgamientos. Dejen que el niño o el animal
vengan saltando hacia ustedes. Tal vez ahora cambie su apariencia –
recíbanlo con una apertura amorosa.
La
conciencia transforma – es el mayor instrumento para el cambio, sin
embargo al mismo tiempo no quiere cambiar nada. La conciencia dice, “sí –
¡sí a lo que es!” Es receptiva y acepta todo lo que hay ahí, y esto
cambia todo, porque los hace libres. Ahora son libres – ya no están más a
la merced de sus emociones o de sus críticas sobre ellas. Dejándolas
ser, ellas pierden su control sobre ustedes. Por supuesto, aún pasa
ocasionalmente que se sienten superados por sus emociones y sus
prejuicios – esto es ser humano. Traten de no quedarse atascados ahí y
no se castiguen por eso: “Dios mío, no he alcanzado una conciencia clara
– debo estar haciendo algo mal.” Si hacen esto, empiezan a hacer correr
otra vez la pelota del juzgamiento. Siempre pueden regresar a la
salida, a la paz, al no luchar con ustedes mismos. Observen lo que está
ahí, y no cometan el error: no dejarse arrastrar por eso es tener una
gran fuerza. Ese es el poder de la espiritualidad. La espiritualidad no
es moralidad, es un modo de ser.
Compartido con mucho cariño,
Isolda
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LA ESPIRITUALIDAD MÁS EXPANDIDA ES EL AMOR EN VERDAD ILUMINADO CON VALORES APLICADOS.
SOCIEDAD BIOSÓFICA NICARAGUA
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