¿Qué es la automaestría? Parte ILa
Automaestría o la Maestría en uno mismo es el estado consciente que
alcanza el ser humano, que una vez ha activado su canal de conexión
energética con la Fuente Universal de toda Vida, Dios, comienza a
establecer la divinidad del Espíritu en él mismo, consiguiendo su propia
soberanía y poder, así como el entendimiento y adiestramiento que de
ellos se derivan.
Asimismo, la Automaestría es lo que se ha
llamado también, desde hace siglos, Iluminación, habiendo estado
asociado este término por la gran masa social, desde tiempos pasados, a
personas excluidas, aisladas y abandonadas del conjunto de la sociedad,
como ermitaños, ascetas, marginados y solitarios, pero que, tal vez, en
la actualidad, más que nunca y debido a la nueva energía ya muy activa
en esta dimensión, viene a resaltar específicamente un estado, capacidad
y cualidad en personas que ostentan la sabiduría necesaria que les
permite mantener dicho nivel de conciencia y energía compatibilizándolo
con los requisitos necesarios que establecen las pautas y el ritmo de
vida que imperan hoy en día en el conjunto de la población mundial.
Más
allá de rasgos que puedan obtenerse por comparación con otros grados o
niveles de evolución y considerando que la Automaestría en cada caso
individual puede presentar características diferentes, sí podrían ser
acentuados avances y
aspectos comunes en cualquier proceso de maestría personal, sin obviar
que el tiempo que se invierta en la consecución de los mismos puede
depender, a su vez, de varios factores, así como del desarrollo natural
que estos puedan alcanzar, entre los cuales cabe citar la evolución
espiritual álmica, la dedicación, la voluntad, la convicción, los
recursos y medios empleados, los potenciales y posibilidades disponibles
con mayor probabilidad, etc.
Estos avances podrían, incluso,
presentarse como etapas si es más del agrado del lector, por verse así
más favorecida su comprensión, las cuales no tienen porque obedecer
tampoco a una sucesión correlativa y cronológica en el tiempo,
apreciación que puede corresponder más a una visión lineal como
condición característica del mental de la 3D, sino que, es más, pueden
llegar a solaparse y simultanearse en su desarrollo, puesto que no
habría que olvidar en ningún caso la unidad que rige y
cohesiona todos los procesos en la nueva energía, la cual no hace
salvedades, y este campo no iba a suponer ninguna excepción en este
sentido, subrayándose, de igual modo, la conexión que existe en la
activación de estos rasgos y caracteres, y la influencia que pueden
ejercer unos con respecto a los otros.
Así pues, resulta
entendible que el ser humano que ha tomado conciencia del cambio en él,
en el entorno que lo rodea y en el global de esta dimensión, y que se
abre a la nueva energía y a la acción de esta en su cuerpo y en su vida,
va a comenzar a experimentar un claro proceso ascendente de
transmutación, purificación y transformación de sus aspectos no
alineados, menos equilibrados, no armonizados o, en cierto modo,
desajustados.
Estos aspectos internos y energéticos, emociones y
pensamientos, en el contacto con esta energía van a salir a relucir a la
palestra del consciente humano para ser sentidos, percibidos,
identificados y, por la propia necesidad que ellos mismos sostienen,
amados y aceptados, alcanzándose el refinamiento y elevación que estas
energías reclaman y, como consecuencia, la purificación e iluminación de
los cuerpos emocional y mental, produciéndose en esta coyuntura un
salto evolutivo cuántico del ser de magnitud incalculable.
De
esta forma, se abordarán no solo los ajustes relativos al estado
interno, sino todas las realidades y situaciones externas que estos
mismos atraigan por el mismo desequilibrio de su vibración y que
requerirán, sin duda, de la misma actitud de percepción y atención para
su alineamiento, sin fijación en el enfoque mental que haga recaer en el
drama o en la ilusión sobre estos escenarios que pueda agravar aún más
los bloqueos y conflictos en ellos existentes, sino más bien con
asentamiento en la mera acción de sentir, atender, reconocer, soltar,
dejar ser, liberar, aceptar y permitir lo que se da
y lo que se siente, sin hacer, enfocar o involucrar nada más, para,
así, implantar, sencillamente, un estado de aceptación e
incondicionalidad que conduzca a estos aspectos y realidades al
equilibrio y a la sanación.
Este proceso de transmutación que se
acaba dirigiendo siempre al hecho de encarar emociones y realidades, y
que, en cualquier caso, media y procura la liberación de los bloqueos,
está llevando a efecto lo que, como otro apunte, podría denominarse la
liberación del Karma, el cual, como ya es sabido, podría decirse que
está constituido por todas las energías que quedaron sin resolver o sin
concluir por descompensación o falta de armonía a causa de estados,
actitudes o conductas de distorsión, alteración o desequilibrio que
fueron creados en el plano personal o colectivo, o por energías de estas
características que, en definitiva, han permanecido alojadas y
computadas en el astral tras el tránsito del ser por las
distintas existencias o encarnaciones.
Está limpieza o
liberación del Karma, obviamente, está vinculada con el tratamiento de
emociones y estados internos, ávidos de ser trascendidos, y, a la vez,
con el transcurso por ciertas experiencias en la realidad externa de
este mundo, llegando a coincidir, con gran probabilidad en algunas de
ellas, con ciertas personas con cuyas almas quedaron aspectos pendientes
en otras vidas que requieren todavía equilibrio, resolución y, al fin y
al cabo, finalización y compleción, así como por situaciones que en
otras existencias no obtuvieron un trato o manejo óptimo o adecuado y
que precisan, pues, de revisión para ser realineadas.
En esta
actualización de los campos energéticos que envuelven y acompañan al
cuerpo físico, debida, por otra parte, a la entrada en el nuevo tiempo,
en el nuevo ciclo terrestre y en la nueva energía, es en donde se
comienza a forjar un nuevo ser humano acrisolado
y depurado que sostiene e irradia energías mucho más sutiles y
lumínicas de las hasta ahora disponibles para la mayoría de la Humanidad
y que, desde esta recalibración y resplandor de los cuerpos, comienzan a
tener cabida en él, merced a la transmutación a que se han sometido las
geometrías y códigos energéticos de baja y densa frecuencia vibratoria
que hasta esos instantes aún aguardaban amparados sin gran variación en
los cuerpos mental y emocional, y que hacían del todo incompatible un
mayor flujo de caudal energético a través de estos mismos campos, como
del resto de cuerpos en general.
Esta purificación de los
aspectos energéticos internos, activada conscientemente a voluntad y por
elección del mismo individuo en un proceso personal que va a tender a
acelerarse por el incremento progresivo de la intensidad de la llamada
energía del Amor o energía crística en este planeta, resulta ser, así
mismo, la propiciadora de la
limpieza y del aligeramiento de la condición energética de los cuerpos,
del aumento del caudal energético y del cociente de luz en ellos, del
anclaje de esta nueva energía en la Tierra a través de los cuerpos
activos de los seres humanos despiertos y evolucionados en este tiempo
del cambio dimensional, de la transformación más sutil de estos cuerpos
por exposición a la acción de la energía, y también de la emanación de
luz y energía que desde ellos se revierte a todos los lugares del mundo
en los que, por un motivo u otro, dichas emanaciones vienen a ser
requeridas y precisadas para el desarrollo de toda función vital en
estos emplazamientos.
En este nuevo orden vibratorio de la Luz en
esta dimensión, el maestro encarnado vive todas estas señales y
síntomas en un estado de alerta permanente de consciencia y sensibilidad
que, igualmente, le permite canalizar y dirigir la energía y la luz
conscientemente hacia cualquier lugar,
cualquier persona o ser vivo en este mundo, empleando para ello los
medios disponibles y compatibles para él, para sus propias
posibilidades, para sus potenciales disponibles, para su nivel evolutivo
y, evidentemente, acordes con las experiencias con las que ha convenido
a tratar principalmente en la 3D, bastando, en realidad, para ello
manifestar expresamente a qué lugar, a qué persona o a qué ser vivo se
desea que dicho flujo de energía sea destinado o dirigido.
Se
abre, por tanto, en este nuevo marco de ascensión dimensional que se
está planteando, una nueva gama de los así llamados potenciales que
comienzan, pues, a estar accesibles para el ser humano en proceso de
regeneración energética continua. Habilidades, dones y capacidades,
difíciles de alcanzar hace pocos años en otra condiciones vibratorias
del pasado, pueden comenzar a surgir con relativa facilidad en el nuevo
paradigma humano de una manera sencilla, simple, en su justo
momento y en muchos casos sin ningún tipo de estruendo, como por
ejemplo las mismas flores en los campos en primavera, es decir, con toda
la naturalidad que aporta la sabiduría de que ha podido llegar el
tiempo de cada manifestación, realización o evento en el curso normal
que puede regir toda evolución, crecimiento y expansión.
De esta
manera, el maestro que ha adquirido noción y sentido de su maestría, la
cual se establece como consecuencia de la instauración de la divinidad
en él mismo, acaba despertando conscientemente a:
* Su
responsabilidad total y completa a la hora de conformar su propia
realidad a cada instante y de atraer, por tanto, hacia sí mismo todas
las situaciones y circunstancias que determinan y aparecen a su
alrededor, así como de los estados internos emocionales que en cada
momento vayan surgiendo o se vayan generando.
* Todo lo que
entra y sale de su realidad, al mismo tiempo que a las causas
y a los efectos inmersos en estos procesos, reconociendo que cuando
algo aparece en su vida es porque él mismo lo ha atraído, consciente o
inconscientemente, habiendo algún aspecto interno en él que vibraba con
dicha experiencia, efectuándose la manifestación de la misma sin más,
dándose la misma dinámica cuando ocurre justamente lo contrario, es
decir, cuando algo se retira o desaparece debido a la disolución de
ciertos aspectos o emociones vibracionales, con lo que, en estos casos,
se vendría a deducir a grandes rasgos que un proceso ha podido tomar
compleción, o sea, que se ha completado y finalizado definitivamente,
empezando a dejar de tener sentido ya su presencia en escena y en el
entorno personal.
* A la sincronicidad universal que produce o
ejecuta la manifestación, o la no manifestación, de todo cuanto se
solicita o se demanda, reiterando de nuevo que pueda ser de forma
consciente o inconsciente, o, simplemente, de
aquello con lo que se vibra o, incluso, se desea, aun sin petición
expresa, solo con la señal o irradiación que se desprende de la misma
frecuencia vibratoria del sujeto que la emite.
La Maestría
despierta, pues, al reconocimiento de todo aquello que favorece e
impulsa siempre la sincronicidad, permitiendo la consecución y
materialización de potenciales esperados con la mayor inmediatez
posible, cuestión que puede llegar a plasmarse instantáneamente en los
casos en los que esto sea factible por distintos factores que así lo
hagan compatible, siendo esta, precisamente, una de las características
principales que siempre han acompañado a los fenómenos que han sido
catalogados a lo largo del tiempo como milagros, aunque, dicho sea de
paso, el requisito indispensable de que se manifiesten al instante o
mostrar alguna actitud de urgencia o ansiedad en este sentido pueden
resultar atenuantes que obren en contra del beneficio de los
propósitos deseados que precisan irrefutablemente de amor incondicional
para acelerar su aparición.
Lo que sí surge como una gran verdad
en toda esta cuestión es que en la actualidad estos eventos y
realizaciones comienzan a ser más viables como prácticas diarias en
todos los campos y facetas de la vida, sin excepción, como obsequio de
la energía entrante del Amor en esta dimensión, en particular para
aquellos que adquieren y poseen este entendimiento y lo ejecutan con
conocimiento de casusa e intencionadamente, existiendo con gran
probabilidad el potencial de que algún día lleguen a convertirse en
hechos y sucesos que se prodiguen con total normalidad de forma
cotidiana.
Por el contrario, en este aprendizaje resulta vital
identificar también cuáles son los modos que dificultan y obstaculizan
la fluidez que agiliza el mecanismo cósmico de la sincronicidad
universal que se procesa a través de las llamadas líneas
interdimensionales para, así, adecuarlos y perfeccionarlos a un nuevo
plano de conciencia y frecuencia vibratoria en el que se puedan
optimizar estos recursos en favor de la abundancia en el planeta y en la
población.
Basta con precisar y detallar con exactitud muy
precisa y concisa lo que se pretende manifestar, solicitándolo, mejor
con el pensamiento, en silencio, aunque también se podría plasmar de
alguna otra forma a modo de diseño de la demanda (visualizando,
escribiendo, dibujando, etc.), tanto mejor cuanto más detallado y
matizado, y después solo habría que dejarlo ir, sin necesidad de volver a
reclamarlo.
En todo caso, se puede expresar, cuando así se
considere, el agradecimiento por la certeza de que el potencial definido
ya está llegando, de que está en vías de manifestación y de que este
hará su aparición en el momento justo, sin guardar iniciativa alguna de
cuestionar una posible demora por un mayor retraso de
lo esperado.
La ansiedad o el agobio son bloqueos emocionales
que claramente ralentizan la velocidad del proceso ya que obstaculizan
del mismo modo la fluencia del caudal de energía a través del cuerpo. Lo
que es dentro es fuera. Si dentro no fluye la energía, la vida, por
bloqueos emocionales, fuera tampoco por bloqueos varios.
En
cambio, el agradecimiento se convierte en un agente que acelera con gran
potencia las manifestaciones físicas ya que, de esta forma, se están
reafirmando con una convicción fuerte las solicitudes planteadas, sin
necesidad de estar reclamando y reiterando constantemente las mismas
peticiones, lo cual podría denotar, por otra parte, una actitud que
pueda indicar cierta falta de confianza en la culminación de las mismas,
o sea, dudas, con motivo de tanta reiteración, que, a su vez, también
puede provocar la dilatación en el tiempo de los plazos de
manifestación.
Evitar conversaciones al respecto
de procesos que ya estén en curso, en las que puedan surgir dudas,
contradicciones o se ponga en entredicho la resolución de los
potenciales especificados y detallados para ser atraídos, aunque sea de
manera implícita en comentarios, gestos o actitudes empleados, puede
paralizar por completo el mecanismo de atracción del potencial. Por esto
es por lo que se hace prácticamente imprescindible evitar hablar o
plantear debates sobre estas cuestiones y exponerlas a comentarios y
juicios de otras personas que no tengan entendimiento y práctica en
cuanto al dominio de lo que se dice se refiere, y de su alcance y
trascendencia.
Si, por otra parte, aparecen estas dudas,
bloqueos o resistencias emocionales con relación a la manifestación de
los potenciales requeridos, ya, llegados a este punto en el que ha sido
tratada la Maestría de manera extensa, deben ser de sobra conocidas las
vías de transmutación para tratar estos aspectos, y, por
supuesto, huelga añadir que en ningún caso dichos aspectos emocionales
deben ser rechazados para intentar evitar obstáculos que pudieran
retrasar el objetivo final, ya que, de este modo, se estaría propiciando
el efecto justamente contrario de lo que se pretende, es decir, se
emitirían vibraciones contradictorias, no emitidas en las frecuencias
del Amor, que demorarían el propósito sobre estos temas y diligencias.
Porque la aparición de estas emociones y pensamientos, como partes
energéticas vivas del propio ser humano, también representa una fase que
se viene a sumar al proceso más global y general de Maestría de
transmutación, equilibrio y sanación que siempre va a tomar una
dirección encaminada a la depuración, unificación, purificación,
alineamiento y resolución de todo aspecto vital y no debe ser, de ningún
modo, motivo de rechazo o censura, sino que, por el contrario, ha de
recibir las pautas adecuadas de
tratamiento.
Extracto de 21 PREGUNTAS
LIBRO DE LA AUTOMAESTRIA
AUTOR: RAFAEL MONTAÑO CARMONA
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