domingo, 23 de noviembre de 2014
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02/08/14
Es así como, por causa
de unos hábitos alimenticios erráticos e insanos, nuestro organismo va
acumulando sustancias ácidas, con las cuales generamos un ambiente
interno propicio para la enfermedad. Se cuentan por miles las necropsias
realizadas a personas fallecidas por causa del cáncer, en las cuales se
encontró como denominador común, la presencia abundante del hongo
conocido con el nombre de Candida albicans, hecho que permite confirmar
el antecedente de unos hábitos alimenticios inadecuados que, por razón
de su efecto acidificante, han promovido el desarrollo de este hongo
letal, así como de gérmenes patógenos causantes de múltiples
enfermedades.
Desde luego, lo descrito
no quiere decir que a nuestro organismo le conviene tener un ambiente
completamente alcalino, pues es claro que ambos excesos pueden resultar
igualmente letales. De ahí la necesidad de obtener un equilibrio en el
PH (Potencial de hidrógeno) de nuestro cuerpo, el cual debe buscarse en
una alimentación sana, natural y balanceada.
Al objeto de nuestro
estudio nos llama la atención el comentario expresado por el Dr. Robert
O. Young, afamado microbiólogo y autor de “El milagroso PH”, quien
afirma en su libro: “Cuando los productos de desecho del metabolismo o
ácidos, no se eliminan mediante la orina, la respiración, la sudoración o
la defecación, a fin de proteger la sangre, el cuerpo los deposita en
los tejidos para que luego los elimine el sistema linfático. Pero cuando
este sistema linfático es incapaz de eliminar todos esos residuos
debido a la falta de ejercicio y a una deficiente hidratación alcalina,
el cuerpo comienza a deteriorarse y pudrirse al igual que un plátano”.
De aquí se infiere que un tumor no se presenta como resultado de una
enfermedad, sino que por el contrario, prosigue el Dr. Young, “es un
mecanismo protector del órgano, utilizado para encapsular células
dañadas o envenenadas por el exceso de ácido que no se ha eliminado a
través de la micción, el sudor, la respiración o la defecación”.
Seguramente que estos
ácidos están muy vinculados a la generación de los radicales libres que
tanto decrepitan nuestros tejidos. Cabe aquí anotar el efecto tan
adverso que ejerce el azúcar, especialmente el refinado, toda vez que es
el causante de algo que pudiéramos denominar “asfixia celular”, pues al
fermentarse en nuestro organismo, las células cambian su respiración
aeróbica realizada por gracia del oxígeno, hacia una respiración
anaeróbica, en la cual los niveles de energía de la célula se ven
disminuidos en una proporción bien considerable.
En síntesis debemos
afirmar que la buena salud está estrechamente vinculada al equilibrio
del PH en nuestro organismo, cuyo nivel óptimo se ha estimado entre 7.35
y 7.45, entendiéndose como ácidas las sustancias menores a 7 y
alcalinas las que superan esta cifra, todo ello dentro de un rango total
de 14 mediciones. El Dr. Young termina diciendo que la mejor forma para
rebajar la acidez en nuestro cuerpo, se consigue con la adopción de
buenos hábitos alimenticios y muy especialmente a través de una dieta
rica en frutas y verduras. En este sentido él afirma textualmente:
“Cuando seguimos un estilo de vida alcalino y una dieta alcalina,
comenzamos a eliminar adecuadamente los ácidos metabólicos de nuestros
tejidos y órganos, y podemos así llevar una vida larga y saludable,
libre de malestar y enfermedades”.
Los minerales como el
potasio, el calcio, el sodio y el magnesio, forman reacciones alcalinas
en el cuerpo y se encuentran principalmente en las frutas y las
verduras. Contrariamente, los alimentos que contienen hierro, azufre y
fósforo como las carnes, el huevo, los lácteos y los frutos secos, son
promotores de acidez.
El problema no consiste
en acoger unos y descartar otros, porque los ácidos en cierta medida
también son indispensables para el organismo, ya que su acción está muy
relacionada con el aporte vitamínico, proteínico, el suministro de
grasas y de fibras.
Lo ideal es que nuestra
alimentación esté compuesta por un 20 o 25% de alimentos ácidos y un 75 u
80% de alimentos alcalinos. Ahí radica el verdadero secreto de la
salud. Sólo así podremos ir creando paulatinamente un ambiente
equilibrado al interior de nuestro cuerpo, de tal manera que nos proteja
de la enfermedad y el deterioro celular. Justamente esta es una de las
principales virtudes de las frutas, ya que ellas en su mayoría son de
naturaleza alcalina, y no obstante que algunas como los cítricos
presentan un sabor ácido, su efecto en el organismo una vez que han sido
metabolizadas, resulta completamente básico o alcalino.
No está por demás
salirnos un momento del tema central, para resaltar la importancia de
alcalinizar los alimentos distintos a las frutas, utilizando para ello
una solución preparada con media cucharadita de bicarbonato de sodio
disuelta en un litro de agua. Este líquido lo podemos utilizar para
rociar o cocinar distintos alimentos de naturaleza ácida, logrando con
ello un mejor balance del PH. Análogo efecto podemos conseguir si
hervimos una hoja grande de repollo en un litro de agua. Así el líquido
resultante será un buen medio para bajar la susodicha acidez.
Aquí es muy oportuno
precisar que la vitalidad de nuestro organismo está muy relacionada con
el PH de los alimentos que ingerimos, pues cuando ellos son ácidos,
ciertamente aportan muy poca energía, en tanto que los alcalinos
resultan de incalculable valor energético.
Quien se nutre
principalmente con alimentos ácidos, siempre estará más propenso a la
debilidad y también a la obesidad, ya que el organismo no tendrá la
suficiente energía para ayudar al proceso digestivo. Aquí la sangre
cumple una invaluable labor al recoger en el hígado el oxígeno y los
nutrientes requeridos por los 60 trillones de células que conforman el
cuerpo humano, y una vez que la sangre deposita esos nutrientes en cada
célula, simultáneamente recoge los desechos tóxicos, especialmente
ácidos que se derivan del proceso metabólico, para descargarlos a su
regreso en los distintos órganos que tienen a su cargo la eliminación de
tales toxinas.
De esta manera el riñón
cumple su acción depurativa valiéndose de la orina, el intestino
mediante la deposición, la piel a través del sudor y los pulmones con su
función respiratoria. De todo lo anterior se desprende la necesidad de
suministrarle al organismo una alimentación rica en álcalis o elementos
alcalinos, para que la sangre pueda más fácilmente contrarrestar la
acidez corporal.
Pero aquí conviene
recordar algo que es bien importante. Cuando en el organismo se presenta
un exceso de ácidos y al mismo tiempo no existe un suministro adecuado
de alimentos alcalinos que permitan buscar el equilibrio, necesariamente
la sangre se ve obligada a buscar esa alcalinidad en otras fuentes como
los huesos, las articulaciones y las mucosas, iniciando con ello un
proceso corrosivo, tanto en el sistema óseo como en el sistema arterial,
con toda su secuela de trastornos artríticos y circulatorios.
En adición a lo
anterior, el exceso de acidez obliga a todos los órganos del cuerpo a
protegerse mediante una envoltura de lípidos que se van acumulando
paulatinamente y que si bien logran en principio frenar los rigores de
ese ambiente ácido, con el tiempo comienzan a atrofiar y a inhibir la
función de cada órgano, y por supuesto, a fomentar la obesidad. Así por
ejemplo un páncreas saturado de grasa, necesariamente afectará su
capacidad para secretar la insulina, con lo cual los glúcidos o azúcares
no podrán eliminarse adecuadamente, ocasionando con ello las
alteraciones en la glicemia y seguramente el comienzo de la terrible
diabetes.
Aunque sin temor puede
afirmarse que la mayor parte de las frutas son de naturaleza
esencialmente alcalina, no está por demás mencionar aquellas en las que
más se evidencia esta condición. Así pues, dentro de este grupo tan
benefactor tenemos variedades como el coco, las ciruelas pasas, la
papaya, el mango, el níspero, el zapote, la sandía, la pera, la uva, la
manzana, el albaricoque, el aguacate, el banano, el melón, las cerezas,
los higos, los dátiles, el pomelo, la lima, la naranja, el limón, el
melocotón, la piña, la frambuesa y la mandarina.
Como puede verse,
bastante amplio resulta el espectro de frutas con esta saludable
condición, con las cuales podemos moderar esa propensión tan
generalizada hacia la acidez intestinal y favorecer de paso nuestra
salud.
Re-Publicado por ANSHELINA, la Luz que llama a despertar
http://loqueheaprendidode.blogspot.com
http://romancesdivinossohin.blogspot.com
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