Tercera danza del Sol en Colombia: La integración continúa en suelo sagrado
14-01-2015
Más
de 70 guerreros/danzantes de la luz dijeron presente en la tercera
ceremonia de la ancestral Danza del Sol que tuvo lugar del 3 al 11 de
enero del 2015 en el suelo sagrado de Guasca, en la Cundinamarca
colombiana, para continuar con la integración de las medicinas del norte
y del sur, y así hacer realidad la profecía del águila y el cóndor.
Como
un general que arenga a su tropa, en el primer día de los cuatro que
dura la danza, el jefe Albino García explicó a los danzantes la
diferencia entre un guerrero y un soldado.
“La motivación del soldado es la destrucción del enemigo, mientras que
el guerrero defiende los conceptos y enseñanzas de sus ancianos.
No hay que morir por la causa, sino que hay vivir por ella, con sacrificio y orden sagrado, eso es lo que hacemos hoy aquí.
Esta
es una nueva etapa de lucha, nuestra marcha es nuestra danza, esta
batalla sagrada es para que tus rezos lleguen a todas las direcciones”,
sentenció el nativo por cuyas venas corre sangre apache y chichimeca.
El
abuelo Alfonso Castillo, precursor de este rezo en América del Sur y
presidente principal de la “Fundación Danza del Sol Colombia” expresó
que la medicina de esta tercera danza fue la dirección del oeste.
“El occidente es por donde entran todas las lecciones que decidimos aprender en este plano de existencia.
Es
la dirección donde los espíritus se manifiestan para que podamos
aprender el don de dar y recibir; la forma de querernos y darnos mucho
amor, para luego poder darlo a los demás”
.Agregó
que “el animal que la representa es el oso gris (carmelito), que es el
animal que tiene la capacidad de curarse a sí mismo.
Las lecciones que vinimos a aprender nos ayudan a ver en qué parte del camino estamos andando”.
Los
danzantes llegaron de todo el continente y más allá, desde la Patagonia
hasta Canadá; mayormente desde Argentina, Chile, Perú, México, Estados
Unidos y Colombia, además de Inglaterra, Alemania, Francia, Suiza,
Polonia y Hawai, entre otros países.
Esta
ceremonia espiritual en la cual los danzantes bailan, cantan y rezan
durante cuatro días sin comer ni beber, contó con la participación del
jefe Leonard CrowDog Jr. (hijo del famoso líder espiritual Lakota y
padre de la Danza del Sol moderna), quien estuvo asistido por el abuelo
Alfonso Castillo, y los jefes Albino García, Freddy Valerio Cohaila,
Mauricio Hernández (Maotanka) y Luis Ochoa.
El
ritual de la Danza del Sol incluye una ofrenda voluntaria de sangre; un
tipo de piercing que consiste en introducir en el pecho, los brazos o
la espalda del danzante un hueso afilado que produce el desgarramiento
de la piel al tirar de una soga amarrada al árbol sagrado.
Desde
el punto de vista de los danzantes, esta ofrenda de carne es parte del
rezo para pedir por su familia o su comunidad y no supone ningún
sufrimiento ya que se trata de un acto generoso de entrega y de comunión
con Dios y lo sagrado.
Por su parte, los danzantes águila bailan durante los cuatro días
amarrados de su cuerpo al árbol de la vida y al final hacen su ofrenda.
Pedimento, pagamento y ofrenda
Este
año el destino de la Danza del Sol fue el territorio de Guasca, que
significa “rodeado de cerros” y que ha sido ancestralmente una tierra
sagrada que está bendecida por las lagunas de Siecha, uno de los puntos
energéticos más importantes para los pueblos que han habitado este
lugarcolombiano desde la antigüedad.
La
sincronicidad muestra como en la tradiciones Muisca y Lakotael
peregrinaje a lugares sagrados es una forma de bendecir y pedir permiso
para realizar las ceremonias.
Guiados
por este conocimiento que en la tradición Muisca es llamado “El rito de
correr la tierra” se pidió permiso, se hizo un pagamento y se hicieron
ofrendas en las lagunas de Siecha antes de dar inicio a esta Danza del
Sol.
Una
comitiva de ancianos, danzantes y apoyos llegó hasta el Parque Nacional
Chingaza, donde recorrieron tres lagunas para pedir permiso, ofrendar
desde el corazón y realizar sus pagamentos.
(Según diversos historiadores existen indicios de que en estas lagunas
se realizaban las ceremonias de ofrendas con oroque motivó a la leyenda
de El Dorado).
Guiados
por Ignacio Suale, portavoz de la comunidad Muisca, se realizó una
“limpia” antes de entrar, donde todos “desarmaron” sus pensamientos.
En
la laguna América el grupo se presentó y puso su propósito, que luego
un anciano, un niño y una joven pareja del Amazonas entregaron a las
aguas.
En la segunda laguna (Los Patos de Oro) tuvo lugar una danza a las direcciones.
“Fue
un acto espontáneo -explica Suale- hecho desde el corazón como una
invocación, un acto donde se entregó el propósito de los danzantes para
que se esparza por todos los ecosistemas de este suelo sagrado”.
Finalmente,
en la tercera laguna (Siecha) se hizo un acto de silencio y en un
círculo se fumó la pipa sagrada(“chanupa” en Lakota).
“Se
entregó silencio al agua, a esta laguna que es el origen, de donde
salen las semillas espirituales” añade el tamborillero muisca.
“Hace
miles de años –agregó- se danzó por primera vez y hoy nos conectamos
con ese origen donde nace el rito que nos traen los hermanos del norte.
Los
saludamos con tabaco, que es la sangre de la tierra, con ambil, que lo
transmuta, con flautas y con ollas de barro que entregamos a las
lagunas”, agregó.
Según
la tradición muisca toda espiritualidad debe terminar con la palabra de
la mujer, que está asociada a abundancia y comida, por lo que las
abuelas dijeron presente con chicha para que todos bebieran.
Al
día siguiente dieron comienzo a los tres días de purificación y el día
previo a la danza se realizó el ritual del Árbol de la Vida donde los
danzantes amarran sus rezos con tabaco envuelto en los colores de cada
dirección.
Reunión de abuelos
Este tercer rezo de la Danza del Sol contó con la participación de importantes ancianos locales.
Abuelos
y abuelas Huitotos y de otras etnias del Amazonas se unieron a los
muiscas, coguis, uvas, emberas, chamíes y a representantes de otras
etnias de Colombia, Perú, México y Chile en un abrazo cósmico con los
hermanos de los pueblos originarios de Norteamérica.
Cabe
destacar la presencia de Benito Cobaria, líder espiritual del pueblo
Uva, que combatió para sacar a las petroleras del territorio sagrado de
Sierra Nevada a través de la Unidad de Justicia Indígena y la Ley de
Origen Derecho Mayor, además de los abuelos Eusebio y Jesús, del
Amazonas, del anciano Embera-chami, otro luchador de los derechos
indígenas en Colombia, y del abuelo Marcelino, pionero del primer
concejo de ancianos en Guatemala, promotor de la Danza del Sol para su
país y luchador incansable por recuperar sus tierras de manos de los
caucheros.
Todos ellos llegaron acompañados por abuelas guerreras y hasta
danzantes, como el caso de la bella abuela Mercedes que bailó sin cesar
durante los cuatro días de ceremonia.
Todos
ellos bendijeron a los danzantes y llamaron a recuperar la voz nativa
de sus pueblos, su historia, su escritura, sus medicinas y sus oraciones
para respetar a la Madre Tierra.
Un
ejemplo del amor que fluyó durante esos días se puede ejemplificar con
lo sucedido en el segundo día de danza, donde los ancianos locales
bendijeron el árbol sagrado y bailaron a su alrededor.
Al
terminar se unieron a ellos los jefes y ancianos del norte y todos
juntos terminaron bailando al compás de la música sagrada local mientras
un águila de cola blanca volaba en círculos sobre el lugar.
Una finca bendecida
Mención
especial merece la finca “El retoño del maíz”, donde Juan Guillermo
Hernández y Waira Acosta pusieron todo su empeño y junto a un formidable
equipo de colaboradores transformaron el lugar para configurar el
círculo de la danza, el área del fuego sagrado, una cocina y un comedor
que alimentó a más de 250 personas diariamente, así como hicieron
espacios para ubicar a los formidables músicos y cantantes, además de
acomodar seis grandes tipis (tiendas cónicas), tres inipis (temascales o
sitio ceremonial de purificación con el vapor de piedras calientes) y
un área de acampar para los apoyos.
Los
apoyos son las personas vinculadas a los participantes de la danza
quenutrena laceremonia con su compañía y desempeñando las tareas que el
campamentorequiere para su buen funcionamiento.
Durante
los días de danza realizan tareas para hacer posible que el rezo sea
cuidado conamor y reciben todos los beneficios que esta medicina lleva a
sus vidas.
El
último día de ceremonia se realizó un sentido homenaje al Prof. Álvaro
Castañeda (QEPD), quien por años trabajó junto al abuelo Alfonso para
que el rezo llegara a Colombia y la profecía se hiciera posible.
Con esta tercera danza del Sol en Colombia la integración sigue creciendo.
Con
su habitual sencillez, Alfonsito sintetiza: “Debemos recordar que todos
somos uno y vivir esa unidad entre nuestros pueblos indígenas”. Que así
sea, y así es.
Por Claudio Alvarez Dunn
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