Las Madres 2015
Por Jennifer
Hoffman
Mayo 2015
Traducción: Fara
González
Difusión: El Manantial del Caduceo
Difusión: El Manantial del Caduceo
Es difícil
para aquellos cuyos sentimientos hacia su madre no son amorosos y cálidos. Para
muchos, la experiencia de la madre ha sido uno de los retos mayores de la vida
y sirve como un recordatorio del tipo de madre que no
tuvieron y quisieron haber tenido. Tenemos tantas expectativas respecto a
nuestra madre, así que cuando ella no las cumple nos sentimos engañados,
abandonados y rechazados a un nivel exponencial. Las madres juegan muchos
papeles en las vidas de sus hijos, a muchos niveles. Y entendemos esos papeles
cuando nuestros hijos han crecido y tienen sus propios hijos.
Esta semana comparto una carta que les escribí a mis hijos
en el Día de las Madres. Escribirla me ayudó a resolver mis sentimientos
respecto a mis padres, así como para hablarles a mis hijos sobre cómo me
sentía, a veces, que no siempre fui la ‘madre perfecta’ que yo
pensaba que sería. Siempre pensé que sería una ‘mejor’ madre que la
que tuve, pero como pude entender, existieron complicaciones en un papel que no
siempre fue fácil de definir y también tuve que hacer cosas que ellos
interpretaron como faltas de amor y de bondad. Aunque lo hice lo mejor que
pude, no siempre significó que ellos apreciaran mis esfuerzos o a mí, o que
ellos vieran que realmente tuve sus mejores intereses en mi corazón.
Aunque no hay excusas para el abuso o algunas de las cosas
verdaderamente terribles que algunas madres les hacen a sus hijos, hay una
relación kármica y energética en juego mucho mayor al ser una madre, que es la
conexión más significativa que podemos tener con otro humano. Hay mucho karma involucrado
en una relación maternal, así como potencial para gran sanación y
transformación. Cuando nos quedamos atascados en las emociones, la ira, y el
resentimiento, perdemos de vista la sanación y el potencial de transformación.
Nuestras madres nos introdujeron a una variedad de energías
y usos de poder que tuvimos que aprender a superar. No al estar enojados con
nuestra madre, sino al encontrar nuestra salida del des-empoderamiento que
ellas nos enseñaron, que fue la fuente de nuestras lecciones de empoderamiento.
Las desafiamos a cada nivel y a veces las rechazamos, en lugar de aprender la
lección para ser más de lo que queríamos y sabíamos que era justo para
nosotros. Si hemos tenido éxito en la creación de más alegría, amor, y paz en
nuestras vidas que lo que ellas tuvieron en las suyas era el propósito de las
lecciones que aprendimos a través de ellas. Nuestras madres son a menudo
nuestras mayores maestras, que nos presentan nuestras más poderosas lecciones
de vida, a menudo a través de nuestros desafíos más dolorosos que nos obligan a
escarbar profundamente dentro de nosotros mismos para encontrar el amor que
pensamos que ellas debían habernos dado ‘porque ellas eran nuestras
madres’.
No tienen que pretender que su madre
era la madre dulce, bondadosa, amorosa que reflejan los medios. Sino tratar de
aceptar que cualquier cosa que ella hiciera fue lo mejor que podía, encuentren
el perdón y la compasión para ella, independientemente de sus circunstancias.
La aceptación es una de las lecciones de vida más desafiantes, y significa que
debemos aprender a ver a la gente como ellos son, y no como quisiésemos que
fueran o pensaran que podían ser. Cada uno elige sus padres para las lecciones
en las cuales ellos nos pueden ayudar a aprender, aquello que necesitábamos
superar para poder convertirnos en la expresión más elevada de nuestra propia
energía. Hemos tenido éxito en ser la madre de nuestros hijos de manera
diferente a como nos criaron nuestras madres, lo cual era nuestro objetivo al
elegir a nuestra madre y hemos aprendido a ser felices y a encontrar nuestra
propia alegría, a pesar del dolor que hemos sufrido. Y esa es nuestra victoria,
la cual podemos celebrar cada día.
Una Carta a Mis Hijos:
Cada Día de las Madres me trae de vuelta al día en que
ustedes entraron a mi vida, el asombro que sentí cuando vi el milagro de una
nueva vida y la responsabilidad que sabía había asumido al elegir convertirme
en madre. Nadie podía haberme preparado para la alegría, el dolor, las
lágrimas, la risa, el temor y más que todo, el amor que experimentaría en esa
experiencia. Cada día de la vida de ustedes yo me preguntaba si estaba haciendo
lo correcto, si lo mejor que yo pudiese sería suficiente y cómo mis elecciones
y decisiones impactarían en ustedes el resto de sus vidas.
Yo sé que hubo momentos en los cuales a ustedes yo no les
gustaba o no me aprobaban. Hubo momentos en que estuvieron enojados conmigo,
cuando se dijeron palabras duras y las disculpas llegaron con lentitud. Hubo
momentos en los que tuve que decir ‘no’ viendo el desencanto en las
caras de ustedes pero tenía que ser fuerte porque como aprendí, la maternidad
no es un concurso de popularidad. En esas situaciones ustedes me vieron como un
obstáculo en su camino pero simplemente estaba tratando de despejarles el
camino. Ustedes no tienen idea de lo permanentes que son muchas elecciones y
cuánto daño se le puede hacer a la vida de ustedes en un instante. Algunas
cosas no se pueden deshacer, algunas elecciones son irreversibles y tienen
consecuencias a largo plazo. Mi tarea consistió en conocer estas cosas a favor
de ustedes y guiarlos para que aprendieran cómo tomar decisiones poderosas y
crear consecuencias con las cuales pudieran vivir.
Cada uno de los desaciertos de ustedes me rompió el corazón
porque quería protegerlos de aquellas cosas. Pero sabía que ustedes tenían que
aprender a través de sus propias experiencias y aunque sufría en silencio, todo
lo que podía hacer era recordarles que ustedes merecían el amor y la validación
que querían y aunque la tuvieran de mí, tenían que crearla dentro de sí mismos
para poder eventualmente tenerla también de los demás.
Cuando me pedían apoyo, estaba ahí para ustedes, aunque a
veces no tenía quien me apoyara a mí. Muchas veces tuve que ser fuerte por
ustedes, aunque estaba aterrorizada por dentro y deseaba que alguien pudiera
apoyarme. Cuando necesitaban mi amor, siempre tuvieron todo el que ustedes
quisieron, o pudieron recibir, aunque a veces yo me sentí poco amada en mi
vida. Era mi tarea darles de cualesquiera recursos pudiera yo agenciarme, sin
que ustedes fueran conscientes de que mi vida no siempre era divertida, fácil o
maravillosa. Nunca me vieron temerosa o triste o solitaria pero yo viví esas
emociones también y mi alegría a veces venía del orgullo que sentía por ustedes
y por sus logros.
Ustedes no saben que me senté con ustedes cuando enfermaban,
escuchando cada respiración, orando por su bienestar. Probablemente no fueron
conscientes de que estaban en mis pensamientos, cada momento de cada día, que
oraba por ustedes, les enviaba fuerza y amor y trataba de crear los mejores
resultados para ustedes, en cada situación. Cuando tenían problemas los
apoyaba, aunque eso implicara tomar decisiones difíciles en las que ustedes me
rechazaban porque a veces tenía que señalarles que estaban en el camino
equivocado, y dejarlos vivir con las consecuencias de sus elecciones.
Sabía que eventualmente ustedes entenderían que en todas las
cosas, yo los amaba y quería que ustedes estuvieran seguros, fueran felices y
se sintieran amados. A veces eso implicó retenerlos en casa cuando querían
salir, hacerlos aprender las consecuencias, cuando ustedes hubiesen preferido
estar con sus amigos, o darles algún consejo que ustedes no querían escuchar,
en la forma en que ustedes no querían escucharlo.
Aunque traté de mostrarles mi lado mejor, yo sé que hubo
momentos en los cuales yo fui impaciente, desconsiderada y despreocupada.
Traté de ser una mejor madre que lo que fue la mía propia y a veces para mi
asombro, me vi repitiendo el comportamiento de ella. Ustedes entenderán estas
cosas cuando tengan sus propios hijos.
Quiero que sepan que todo lo que hice, como su madre, fue lo
mejor que pude hacer entonces y que independientemente de cuanto piensen que
les he fallado, o piensen que he fallado, siempre hice lo mejor que pude. A
veces miro hacia atrás y quisiera haber sabido más, haber sido más perceptiva,
menos miedosa y más pacífica. Hay cosas que quisiera haber hecho de forma
diferente pero nos elegimos los unos a los otros así como el sendero por el que
caminamos juntos. Ser su madre ha sido una gran alegría en mi vida y los amo y
estoy orgullosa de la persona en que se han convertido. Espero que cualquier
cosa que ustedes piensen que hice mal, puedan perdonarme porque nunca hice nada
para herirlos deliberadamente. Y he aprendido, a lo largo de los años a
perdonarme a mí misma. Por lo que quiero que me recuerden es por el amor, el
apoyo y el cuidado que siempre fue de ustedes, lo quisieran o no. Los amo con
todo mi corazón e independientemente de hacia dónde nos lleve la vida, siempre
serán los hijos que traje al mundo, que me eligieron para que fuese su madre y
recorriera el sendero con ustedes.
Los amo siempre,
Jennifer Hoffman.
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Derechos de autor
reservados © 2015 por Jennifer Hoffman.
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