miércoles, 16 de diciembre de 2015
DE KOLDO ALDAI - ¿AL RESCATE DE QUÉ?...
¿Al rescate de qué?
Poco afectan los números rojos de la Bolsa
a una vida que nunca se detiene.
El dulce de los higos cuelga de las mismas ramas,
los últimos tomates cargados de jugo,
las enormes calabazas que colmarán los pucheros
del cercano invierno,
colorean las mismas huertas en mi aldea…
Leo
en los periódicos, que Brasil, China, Rusia e India, ayudarán a Europa a
salir de la crisis... Mi memoria se pasea por los míseros slums de
Bombay y Calcuta, deambulo de nuevo por esa geografía oscura y sórdida y
no puedo por menos que preguntarme ¿dónde amasará la India esa ayuda,
para socorrer a un viejo continente cuyo “crecimiento” se ha
desacelerado?...
El
pánico de la crisis invita a operaciones cuanto menos extrañas... El
temor va calando todo, permea incluso la memoria, hasta hacernos olvidar
que este sistema estaba llamado a lo que ahora padece: "a una profunda
crisis capaz de provocar su propio y radical cuestionamiento"...
Ese
pánico... esas constantes soflamas salvíficas de los economistas y
políticos, empujan a pensar que hemos de implicarnos en el rescate de
una civilización abocada a su fin...
Evito
la palabra fracaso, en tanto en cuanto seguramente fue preciso haber
transitado el desierto de la depredación y la explotación... de la
notable ausencia de valores superiores, para poder reorientar nuestros
pasos... De enrolarnos ahora en el empeño al que se nos convoca,
habremos de observar previamente qué es lo que en definitiva se trata de
salvar.
No
podremos olvidar, que para que nazca una nueva civilización basada en
los valores de la cooperación y el compartir, la anterior, asentada en
los principios del materialismo y el ¡sálvese quien pueda!... deberá ir
decayendo...
Poco
afectan los números rojos de la Bolsa, a una vida que nunca se
detiene... El dulce de los higos cuelga de las mismas ramas, los últimos
tomates cargados de jugo, las enormes calabazas, que colmarán los
pucheros del cercano invierno, colorean las mismas huertas en mi aldea…
No
sé nada de economía... pero cada amanecer, puedo observar a mi
alrededor que la naturaleza sigue pujando... que los árboles no han
dejado de dar sus frutos y la tierra su grano... Contemplo que lo que se
hunde es un sistema, no la vida en la que se asienta, no los resortes
de la subsistencia...
¡Llega
el momento de los interrogantes grandes y profundos!... ¡no el de
correr a producir no importa qué, ni a costa de qué!... sin embargo, muy
pocas fuerzas políticas y sociales se avezan a cuestionar “en estos
duros tiempos de crisis”, la propia naturaleza de una civilización de
por sí insostenible...
¡Ya
no saben de dónde “rascar” fondos para salvar lo insalvable!... La
palabra “rescate” inunda los noticiarios de estos días, pero
necesariamente habremos de dudar sobre el objeto de ese rescate... A la
larga es un modelo social y económico caduco y sin esperanza alguna, lo
que se invita a reflotar..
Pretenden
hacernos partícipes, de una macro operación de salvamento de una
civilización que no compartimos... Se echa en falta un interrogante más
generalizado del modelo y del objeto de producción, de nuestra forma en
definitiva de ver el mundo y las relaciones...
Solidaridad
humana sí... pero para arrimar el hombro al empeño colectivo que se
propone, tiene que haber un mínimo cuestionamiento de las bases del
sistema voraz e individualista imperante, del consumo exacerbado, del
ocio desnortado, del desarrollismo sin alma…
¡Ceda
ya el brillo del espejismo, en cualquiera de sus múltiples, flamantes y
engañosas formas!... ¡No existe gloria alguna a golpe de “visa”!...
¡Debe saltar por algún lado esa ecuación diabólica, de “a más consumo
más progreso y bienestar”!... Debemos olvidar ese fatal principio,
pregonado por tantos millones y millones de pantallas, de que la
felicidad depende de lo que compramos...
Faltan otros tantos monitores...
¡Que comiencen a cantar que la felicidad está en realidad dentro de nosotros/as y depende de nuestros pensamientos!...
¡La cruzada por la reactivación del consumo generalizado, siempre nos resultará ajena!...
¡Elevemos la calidad de nuestros pensamientos, para poder realmente cambiar el mundo!...
¡Reactivemos
nuestro vínculo con el latir de la vida, con lo sencillo, lo pequeño y
lo hermoso, no con lo depredador, sofisticado, insostenible,
costoso!...
Mientras
que no se pene la especulación, la economía fraude de enriquecimiento a
golpe de teclado, sin haber facilitado ningún bien a la sociedad...
mientras que las grandes empresas y bancos campen a sus anchas, sin el
control necesario..., no se nos aliste frente a ninguna crisis...
Pero
ahí no queda el condicionado... Mientras que no se cuestione
la mega-ciudad alejada de la naturaleza, sus leyes, su belleza, sus
ritmos…, como primera fuente de desequilibrio humano, no nos podremos
sumar a su cruzada...
Mientras
no se nos invite tanto a comprar y más comprar, sino a coger con fuerza
la azada, a amasar nuestro pan, a agitar nuestros árboles…; mientras
que su propuesta no incluya una invitación a una vida más natural,
sensata, coherente, armoniosa, comunitaria…, difícilmente nos podremos
sentir partícipes del desafío colectivo, que por doquier se nos
propone...
Sumarse
a la reactivación de la economía y su mercado, implica identificación
con su filosofía, con los productos y servicios con los que trasiega,
sin embargo no ocurre así en muchos casos... Hay mucha producción de
“bienes” y servicios que no se aviene con nuestros principios e
ideales...
¿Y
si la moda ya en el vestir, ya en el ver, el leer, comer..., con toda
su inherente dependencia, nos empieza a resultar ajena y nos hacemos más
los dueños de nosotros mismos y de nuestros destinos?...
¿Y
si en lugar de reactivar una economía sin futuro, reactivamos la vida
en el campo, la vida más humana, más colaboradora, más cercana…?
¿Y
si reactivamos nuestros propios potenciales para cultivarnos, para
crecer y disfrutar sin tanta y tan sojuzgante dependencia de la
industria del ocio?
¿Y
si reactivamos la bici, la chimenea, las aldeas, los campos, las
huertas sin química, el calor humano, el gozo de la amistad, la ternura
de la existencia...?
La
crisis marca límites, finales de recorrido, no estaciones de “rescate” o
de servicios... La crisis es por encima de todo una urgida invitación a
comenzar a pensar diferente... Por fin en clave colectiva, en clave de
tierra, de amor por cuanto late...
No
es tanto un sistema decrépito y depredador, lo que nos resistimos a
rescatar, sino más bien una conciencia humana egoísta e irresponsable
que deseamos ver superada... una nueva conciencia comprometida con
nosotros mismos y con cuanto nos rodea, una conciencia más solidaria,
más generosa... la que deseamos ver poco a poco instaurada...
Por
lo tanto... antes de reactivar nada, alcancemos mínimos acuerdos, por
el bien de todos, de toda la vida que palpita... Alcancemos consensos de
futuro también, por el bien de las generaciones que gateando ya se
acercan, de quienes de seguro sí querrán gozar, sin explotarlo y
diezmarlo, de este bendito y maravilloso jardín por nombre Tierra...
Por Koldo Aldai
Recibido de:
Re-Publicado por ANSHELINA, la Luz que llama a despertar
http://loqueheaprendidode.blogspot.com
http://romancesdivinossohin.blogspot.com
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