La verdad sobre la trayectoria de María Magdalena
05-08-2016
Natalie: Recientemente
tuve la oportunidad de visitar la Gruta “Grotte de la Sainte Baume”,
que es una cueva en el sur de Francia donde se dice que María Magdalena
pasó una gran parte de su tiempo después de la Crucifixión, la
Resurrección, y la Ascensión de Jesús.
La cueva se encuentra en la ladera de una montaña, y toma
aproximadamente 45 minutos de caminata por una pendiente cuesta a través
de gloriosos y seductores bosques para llegar a este lugar sagrado.
Antes de entrar a la cueva empecé a comunicarme con María Magdalena para
descubrir el propósito de mi visita y la razón por la cual estaba
siendo guiada a visitar la Gruta.
A continuación está lo que recibí, información que María Magdalena quería compartir, no sólo conmigo sino con todos.
María Magdalena: Es un honor conectarme contigo, y bañarte en las vibraciones de la Diosa Divina y la Diosa Isis.
Inclusive de niña yo llevaba el símbolo de la Serpiente Dorada. Un
símbolo de que estaba siendo iniciada en las enseñanzas del Femenino
Divino y la Diosa Isis.
Yo era y sigo siendo una Alta Sacerdotisa de la Diosa Isis, dedicada al poder, la magia, y el más puro amor de la Diosa sagrada.
Mi entrenamiento allanó el camino para mi unión con Jesús, y me preparó
para continuar las enseñanzas compartidas con ambos, tanto con Jesús
como conmigo tras la ascensión.
Las
enseñanzas que Jesús compartió nacieron del amor y fueron dadas con
amor; ellas representaron la unión de las vibraciones masculina y
femenina del Creador en armonía y unidad, despertando lo mismo dentro de
todos.
Durante los tiempos en que Jesús compartió sus enseñanzas yo recibí también las mismas bajadas de energía e inspiración.
Como una representante del Femenino Divino, yo actué como un ancla, asentando la energía sagrada en la Tierra y la conciencia de la humanidad.
Después
de la ascensión de Jesús fui guiada a seguir compartiendo las
detalladas enseñanzas y prácticas de sanación que había recibido de
otros.
Uno
de mis propósitos principales en ese tiempo era compartir la sabiduría
con quienes estaban dedicados a la Diosa pues ellos retendrían la pureza
de las enseñanzas al tiempo que las preservarían para las generaciones
venideras.
Las directivas divinas y tareas que me dió el Creador me parecían infinitas en ese tiempo.
Debía
desarrollar la presencia de la Diosa en mucha gente a fin de que esta
energía pudiera continuar nutriendo al mundo y las enseñanzas de Jesús,
así como sanar parte de la devastación que ocurrió en la humanidad
debido al malentendido cuando Jesús dejó la Tierra.
Yo
debía distribuir los códigos, patrones y sanaciones energéticos, así
como los pergaminos físicos, objetos, herramientas y cristales de valor
espiritual en ciertos lugares sagrados.
Mi propósito era el de apoyar la preservación y continuación de la sanación y despertar que Jesús había iniciado.
Yo
tenía un rol hermoso, un rol que sanaba a diario mi dolor de corazón
por haber perdido físicamente a Jesús, aún cuando entendía la verdad del
asunto.
Este
rol me alentaba a estar determinada a lograr las labores que el Creador
Divino me había dado, al tiempo que llenaba mis días con diversión,
amor y risas.
En mi opinión, ése es el rol más sagrado de una mujer. Se me dió el obsequio de ser una madre.
Sara
fue la creación del Creador Divino para personificar mis energías como
María Magdalena y las vibraciones sagradas de Jesús; ella fue realmente
la imagen de nuestra unión de más modos de los que parecen posibles.
Un
regalo sagrado para la Tierra y para mí. Ella tenía varios nombres, el
Cáliz Dorado, la Serpiente Dorada, y la Unión de la Divinidad
Manifestada, entre otros.
Nuestro destino, de Sara y mío, junto con unas pocas hermanas de la Luz, era Francia.
Nuestro propósito al llegar al sur de Francia era empezar el proceso de
distribuir los muchos pergaminos físicos, herramientas y patrones
energéticos sagrados que habían sido dejados en posesión nuestra, Habían
de darse a gente específica y ser escondidos e ciertos sitios para que
estuvieran a salvo.
Fuimos recibidos y apoyados por los miembros del Templo de la Diosa Isis dedicados al Femenino Divino.
Estas
mujeres de una profunda belleza interior apoyaron nuestra misión y nos
condujeron más tarde a un santuario cerca de su templo.
Nuestro santuario era una cueva/gruta en el sur de Francia conocida como la “Grotte de la St Baume.”
Sara teníe tres años de edad cuando llegamos a nuestro nuevo hogar, que
era un refugio y escondite para nosotros donde yo pudiera continuar
enseñando.
Natalie: Durante
el tiempo en que estuve en la cueva la presencia de María Magdalena fue
muy fuerte, aún cuando esta área, al igual que una iglesia, ha sido
vigilada por muchos años por los monjes.
Las vibraciones del Femenino Divino siguen estando presentes en su energía.
Al aparecerse María Magdalena en mi Tercer Ojo ante mí, fue Sara a quien ella empujó frente a mí.
A mí me pareció que Sara tenía unos doce años cuando María Magdalena la trajo a mi conciencia.
María Magdalena deseaba que Sara compartiera algunas de sus perspicacias durante su vida en la cueva.
Yo nunca me había encontrado con Sara antes, así que ésta era una nueva experiencia para mí.
Sara
compartió algunas visiones conmigo. La primera fue una procesión de
mujeres vestidas en blanco, portando la marca de la serpiente dorada,
caminando a través del bosque hasta la cueva.
Sara me dijo que ellas venían a diario a visitarlas, trayendo alimentos y cualquier cosa que ellas necesitaban.
Dijo que disfrutaba de sus visitas pues algunas de las iniciantes del
Templo de la Diosa Isis eran de una edad similar a la suya, o más
jóvenes aún, por lo que ella tenía tiempo para platicar con ellas antes
de la ceremonia diaria conducida por María Magdalena.
Me dijo que le encantaba correr por el bosque con sus amigas; ellas tampoco sabían bien realmente cómo era el mundo externo.
Sin embargo, ellas disfrutaba compartiendo historias de sus experiencias en su plano interno.
Sara
compartió que ella disfrutaba también la ceremonia diaria conducida en
la cueva pues esto le permitía ver a su madre en su trabajo, ver el
poder, la gracia y la sabiduría que ella exudaba.
La
segunda visión que Sara compartió conmigo fue una sobre sí misma
durante la noche, envuelta en los abrazos de su madre dentro de la cueva
al tiempo que su madre compartía con ella sus recuerdos de Jesús.
Ella pedía a su madre que compartiera cualquier cosa que ella supiera sobre su padre, desde su nacimiento hasta su ascensión.
Dijo
que le encantaban estos momentos en especial, pues durante esos
momentos íntimos que ella compartía con su madre su padre se aparecía a
veces en forma energética en la cueva para pasar un tiempo con ellas.
Sara me dijo que ella disfrutaba viviendo en la cueva porque tenía todo
lo que necesitaba.
Yo
creo que el compartir de María Magdalena con Sara sobre la vida de
Jesús era su modo de guiarla a través de sus propias iniciaciones y de
prepararla para su vida adulta.
María Magdalena: Después de quince años, cuando Sara tenía diez-y-ocho años, supe que era tiempo de apoyarla en la siguiente etapa de su vida.
Yo
supe desde el momento en que llegamos a la cueva que en el lapso de
quince años Sara y yo dejaríamos la seguridad de la cueva y viajaríamos a
una Comunidad Sagrada de Druidas en Inglaterra.
Nuestra destinación es conocida actualmente como Glastonbury.
Yo
sabía que su propósito era casarse y permanecer con la Comunidad de
Druidas, por lo que nuestro viaje a Inglaterra era tanto excitante como
doloroso pues sabía que yo regresaría a Francia sin ella.
No
pasó mucho tiempo para que Sara se enamorara y casara con un ser que le
era muy familiar, un ser con el que había viajado muchas vidas.
Ellos
tuvieron muchos niños y una vida muy feliz. Sara asumió el papel de
compartir las enseñanzas del amor que su padre y yo misma le habíamos
pasado.
Sus poderes sanadores eran extraordinariamente hermosos.
Ella pasó cincuenta años en Glastonbury.
A
la edad de sesenta-y-ocho años viajó a Escocia, donde vivió por el
resto de su vida hasta que pasó al otro lado cuando tenía alrededor de
ochenta años.
Yo,
María Magdalena, regresé al sur de Francia y viví mis días en el Templo
de la Diosa Isis con las mujeres que habían cuidado de Sara y mí por
quince años.
Yo
ya no tenía que vivir en una cueva para proteger a mi hija y asegurar
que estaba a salvo, por lo que disfruté de mi tiempo rodeada de los
hermosos seres del templo.
Yo visitaba la cueva de vez en cuando, cuando sentía que Jesús deseaba aparecerse a mí y compartir un tiempo conmigo.
Viajé
un poco por Francia; sin embargo, había completado mis tareas que el
Creador Divino me había dado por lo que podía pasar mucho tiempo en
tranquilidad y solitud, reviviendo a veces mis recuerdos, y otras veces
en profunda comunicación con el Creador.
Ascendí dejando mi cuerpo atrás cuando tenía alrededor de cien años de edad.
Deseaba
compartir la verdad de mi trayecto tras la ascensión de Jesús para que
podamos conectarnos a un nivel más profundo y para que puedas accesar
más de la verdad de mi existencia y mi ser.
Soy María Magdalena
Gracias.
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Fuente Original: Sacred School of OmNa
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