jueves, 11 de julio de 2013
NO HAGAS CASO DE LAS ESCRITURAS
NO HAGAS CASO DE LAS ESCRITURAS, haz caso a tu
corazón. Ésa es la única escritura que yo recomiendo: escucha
atentamente, muy conscientemente, y nunca te equivocarás. Escuchando a
tu propio corazón nunca estarás dividido. Escuchando a tu propio
corazón, empezarás a ir en la dirección correcta, sin tener que pensar
en lo que está bien o está mal.
La nueva
humanidad tendrá una habilidad que consistirá en el secreto de escuchar
al corazón conscientemente, vigilando, atentamente. Síguele adondequiera
que te lleve. Sí, a veces te llevará a algún peligro, pero recuerda que
esos peligros son necesarios para que madures. A veces te confundirá,
pero esas confusiones son parte del crecimiento. Caerás muchas veces;
vuelve a levantarte, porque cayéndote y levantándote es como vuelves a
recobrar fuerzas. Así es como uno se equilibra.
Pero
no obedezcas las reglas que vienen impuestas desde el exterior. Las
reglas impuestas nunca estarán bien, ¡porque las ha inventado alguien
que quiere dominarte! Sí, en el mundo también ha habido grandes
iluminados: un Buda, un Jesús o un Mahoma. No han dado reglas para el
mundo, han dado su amor. Pero, antes o después, sus discípulos se
reúnen y empiezan a marcar las normas de conducta. Cuando el maestro ya
no está, cuando la luz se ha ido y están en la oscuridad, empiezan a
buscar a tientas determinadas normas que obedecer, porque ahora ya no
está la luz que les alumbraba. Ahora tienen que depender de las normas.
Jesús
hizo lo que le susurró el corazón, pero los cristianos no están
haciendo lo que les susurra su corazón. Son imitadores y, en cuanto
imitas, estás insultando a la humanidad, estás insultando a tu Dios.
No
seas un imitador, sé original siempre. No te conviertas en una copia.
Eso es lo que pasa en todo el mundo, copias y más copias.
Si
eres original la vida realmente es un baile, y ser original es tu
destino. Fíjate en lo diferente que es Krishna de Buda. Si Krishna
hubiese imitado a Buda, habríamos perdido uno de los hombres más
hermosos de esta Tierra. O si Buda hubiese imitado a Krishna sólo habría
sido una imitación barata. ¡Imagínate a Buda tocando la flauta! Habría
desvelado a todo el mundo, no era un flautista. Imagínate a Buda
bailando; es ridículo, es absurdo.
Y lo mismo
pasa con Krishna Sentado debajo de un árbol sin una flauta sin corona ni
plumas de pavo real, sin bellos atuendos, sentado debajo de un árbol
con los ojos cerrados como si fuese un mendigo, sin gente bailando a su
alrededor, sin baile, sin música... Krishna parecería pobre, estaría
empobrecido. Un Buda es un Buda, un Krishna es un Krishna, y tú eres tú.
Y tú no eres, de ninguna manera, menos que los demás. Respétate,
respeta tu voz interior y obedécela.
Ten en
cuenta que no te estoy garantizando que esto te vaya a conducir siempre a
lo correcto. Muchas veces te conducirá a lo equivocado, porque para
llegar a la puerta correcta hay que llamar primero a muchas puertas
equivocadas. Es así. Si te encuentras con la puerta correcta de golpe,
no sabrás reconocer que era la correcta. Por tanto, recuerda que en el
balance final los esfuerzos nunca sobran; todos los esfuerzos
contribuyen al desarrollo final de tu crecimiento.
No
seas indeciso, no te preocupes demasiado de equivocarte. Éste es uno de
los problemas: se ha enseñado a la gente a no equivocarse, y entonces
se vuelven tan indecisos, tan cobardes y temerosos de hacer algo mal,
que se quedan paralizados. No pueden moverse por si pasa algo malo. Se
convierten en rocas, pierden la movilidad.
Comete
todas las equivocaciones que puedas, y recuerda sólo una cosa: no
vuelvas a cometer el mismo error. Entonces, estarás creciendo. Parte
de tu libertad consiste en equivocarte, incluso el ir en contra de Dios
forma parte de tu dignidad. Así empezarás a tener una columna
vertebral; por otro lado, hay millones de personas sin columna
vertebral.
Olvídate de todo lo que te han dicho:
«Esto está bien y eso está mal.» La vida no es estática. Lo que hoy
está bien puede estar mal mañana, lo que está mal en este momento puede
estar bien en el momento siguiente. La vida no se puede encasillar, no
se puede etiquetar tan fácilmente: «Esto está bien y aquello está mal.»
La vida no es una farmacia donde cada botella tiene su etiqueta y sabes
cuál es cuál. La vida es un misterio: en un momento determinado utilizas
una cosa y está bien, y en otro momento, habrá pasado tanta agua por el
Ganges, que ya no servirá y estará mal.
¿Cuál
es mi definición de lo que está bien? Está bien aquello que está en
armonía con la existencia, y lo que no está en armonía con la existencia
está mal. Tendrás que estar muy despierto en todo momento, porque
tienes que decidir espontáneamente. No puedes contar con respuestas
premeditadas para lo que está bien y lo que está mal. Sólo los estúpidos
cuentan con las respuestas premeditadas, porque de ese modo no
necesitan tener inteligencia, no les hace falta. Ya saben lo que está
bien y lo que está mal, pueden aprenderse la lista de memoria; no es muy
larga.
Los Diez Mandamientos —¡qué sencillo!—
sabes lo que está bien y lo que está mal. Pero la vida cambia
constantemente. Si volviese Moisés, no creo que volviera a daros los
mismos diez mandamientos, no podría. ¿Cómo os va a dar los mismos
mandamientos tres mil años más tarde? Tendría que inventar algo nuevo.
Pero
ésta es mi conclusión: siempre que hay unos mandamientos, la gente se
encuentra con dificultades, porque en el momento que se divulgan ya se
han quedado anticuados. La vida va muy rápido; es dinámica, no es
estática. No es una charca estancada, es el Ganges, está fluyendo. Nunca
es el mismo río en dos instantes consecutivos. Una cosa puede estar
bien en un momento, y no estar bien en el momento siguiente.
¿Qué
podemos hacer? La única posibilidad es que la gente sea tan consciente
que pueda decidir cómo responder a la vida cambiante.
Una historia zen:
Había
dos templos rivales. Los dos maestros —probablemente sólo se trataba de
supuestos maestros; en realidad, debían ser sacerdotes estaban tan en
contra el uno del otro que le dijeron a sus seguidores que no debían
mirar nunca hacia el otro templo.
Cada sacerdote
tenía un niño a su servicio para traerle cosas o hacer los recados. El
sacerdote del primer templo le dijo a su niño sirviente: —No hables
nunca con el otro chico. Esa gente es peligrosa.
Pero los niños son niños. Un día se encontraron en la carretera, y el niño del primer templo le preguntó al otro: ¿Adónde vas?
El
otro le dijo: —A donde me lleve el viento. —Probablemente, debía haber
escuchado grandes cuestiones zen en el templo; —A donde me lleve el
viento —dijo. Una gran declaración, Tao puro.
Pero
el primer niño estaba muy avergonzado y ofendido porque no había
encontrado ninguna respuesta a esto. Estaba triste y enfadado, y también
le remordía la conciencia... —Mi maestro me ha dicho que no debía
hablar con esa gente. Esa gente es realmente peligrosa. Pero ¿qué clase
de respuesta es ésa? Me ha humillado.
Fue a su
maestro y le dijo lo que había ocurrido: —Siento haber hablado con él.
Tenías razón, son raros. ¿Qué clase de respuesta es ésa? Yo le pregunté:
«¿Adónde vas?» —una pregunta sencilla, normal— y sabía que estaba yendo
al mercado igual que yo. Pero me contestó: «A donde me lleve el
viento.»
El maestro le dijo: —Te había
advertido, pero no me has hecho caso. Mira, mañana te vuelves a colocar
en el mismo sitio. Cuando llegue él, le preguntas: «¿Adónde vas?», y él
dirá: «A donde me lleve el viento.>~ Entonces, tú también tienes que
ser un poco más filosófico y decirle: «¿Y si no tienes piernas?» —porque
el alma es incorpórea y el viento no se puede llevar al alma a ningún
sitio«entonces, ¿qué harás?»
El niño quería
estar absolutamente preparado; se pasó toda la noche repitiéndolo. A la
mañana siguiente se marchó muy pronto hacia el lugar, se colocó en el
mismo sitio, y a la misma hora volvió a aparecer el otro niño. Estaba
muy contento, ahora te iba a enseñar qué es la verdadera filosofía. Así
que le preguntó: —¿Adónde vas? —Y se quedó esperando...
Pero el niño dijo: —Voy al mercado a comprar verduras.
Y ahora, ¿de qué le servía la filosofía que había aprendido?
La
vida es así. No puedes prepararte, no puedes estar listo. Ésa es su
belleza, ése es el misterio, que siempre te coge de sorpresa, siempre
llega de sorpresa. Si tienes ojos, te darás cuenta de que cada momento
es una sorpresa y no se puede aplicar una respuesta premeditada.
Maestro OSHO.
EXTRAIDO DEL LIBRO DEL CORAJE
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LA ESPIRITUALIDAD MÁS EXPANDIDA ES EL AMOR EN VERDAD ILUMINADO CON VALORES APLICADOS.
SOCIEDAD BIOSÓFICA NICARAGUA
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