viernes, 20 de junio de 2014

Madre Divina, como el florecimiento de una flor, 19 de junio 2014

jueves, 19 de junio de 2014

Madre Divina - Como el Florecimiento de una Flor ...


Madre Divina
Como el Florecimiento de una Flor
Desde el Reino Cristalino de la Tierra, Mi Presencia se expande, reluciendo en mil soles. Mi Presencia, satisface e inunda cada hogar, cada chispa, cada hoguera, revelando un incendio de Amor-Luz.
¡Bienaventurados, hijos e hijas de la Tierra! ¡Bienaventurados soles de la redención! ¡Soles de la Redención!
¡Bienaventurados, semillas de mi jardín! ¡Bienaventurados, Bodhisattvas de la humanidad!
¡Bienaventurados, portales de la nueva vida! ¡Bienaventurados, canales de la nueva realidad!
Yo los saludo en esencia y en forma. Yo los envuelvo en Espíritu y en verdad. Yo los bendigo en la carne, en la sangre, en el soplo y en la Luz.
Niños bien amados, yo les recuerdo: ligereza es mansedumbre. Siempre que la atención se dispersa, siempre que el pensamiento, la energía de construcción, se mantiene aprisionada por las líneas de los conceptos, de los raciocinios, de las confabulaciones, entonces un estado de tensión y de opresión se establece y así colorea su experiencia, interior y exterior. Es cierto que este proceso, que este parto, que este nacimiento se compone de diversas condiciones y aspectos. Es cierto que el florecimiento de una flor es un evento de magnifica simplicidad, pero también de magnífica complejidad. Y, sin embargo, la flor simplemente se abre. Y sin embargo, su perfume simplemente exhala, sin esfuerzo, sin premeditación, sin opresión.
En la flor existe un estado constante de alerta, en la flor existe un estado de alerta y de atención puro. Una atención que no está enfocada solamente en un objeto, una atención que no está enfocada, o aprisionada, ni siquiera del escenario que la rodea. La atención de la flor es una atención pura y, por lo tanto, una tensión sin esfuerzo y sin opresión, porque la atención y la tensión están completamente, natural y espontáneamente fijas, firmadas, enraizadas, en el misterio de la manifestación del Ser.
Amados de Mi Corazón, la ligereza se revela como un resultado natural y espontáneo de la verdadera vigilancia. La ligereza surge en su experiencia material como un fruto espontáneo de la Lucidez. ¿De cuál Lucidez hablo? ¿Qué Lucidez es esta? Amados, el río corre en dirección al mar sin necesidad de que lo conduzcan, o impulsen, ni le expliquen el camino a seguir. Él simplemente fluye, sin jamás estar separado del océano, él simplemente fluye en dirección al océano, cumpliendo cada etapa en su proceso, de su servicio, completamente presente en cada curva, en cada lado, sin embargo, sin esfuerzo, sin opresión, cumple su sagrado propósito. Yo les recuerdo que este proceso, hijos e hijas, este evento de magnífica simplicidad y magnífica complejidad, que es el despertar de vuestras almas en encarnación, puede ser fácil así como alegre. Detrás de todo dolor que envuelve este proceso también existe Alegría y existe ligereza.
Yo les pido, mis niños, no conviertan pesada su experiencia de sí mismos, pesada con los conceptos, pesada con las concepciones intelectuales y racionales, pesada con la necesidad o el deseo inútil de comprensión y de análisis. Como el río, permítanse apenas fluir en dirección al océano. Como la flor, que su estado de alerta y de atención sea pleno, sea espontáneo y natural. Ligereza no es un producto artificial de su esfuerzo, ligereza no es un estado de ser alcanzado, ligereza no es un fin en sí mismo. Pero una vez más, hijos e hijas, recuerden: la ligereza es la expresión natural de una consciencia entregada y abandonada, la ligereza es la expresión espontánea de la atención vuelta simplemente hacia el servicio. No construyan, sin embargo, mil y una proyecciones, mil y un conceptos acerca de lo que es este servicio. El servicio es maravillosamente simple y complejo, es simplemente la expresión de la Luz, la expresión del Amor, la expresión del Ser. Esto es inherente a ustedes, esto así mismo es innato, así como el calor del fuego produce calor, así es como la consciencia expresa su Esencia.
Hagan caso a los pedidos de su corazón, sigan las orientaciones vibrantes que su corazón les muestra, como coherentes. No hay necesidad de luchar para encajar en los patrones que se presentan exteriormente, no hay necesidad de esfuerzo y de tensión para adecuarse a las demandas externas, pues todas ellas son ilusorias, todas ellas son engañosas. Acojan el impulso sagrado de su corazón, este es su guía en su expresión y manifestación. Pero más allá de las danzas cambiantes y mutantes de las formas, manténgase, hijos e hijas, en una misma sintonía, en un mismo canto; sintonía y canto que viven al reconocer la Unidad de sus corazones, con respecto a las diferencias exteriores.
El Corazón es uno solo, el Espíritu es uno solo, la Vida, la Luz y el Amor son uno solo. Descansen en esta certeza, descansen así mi mismo en esta vivencia y vivan, ligeramente, dulcemente, suavemente, vivan. Porque la vida es ligereza, es suavidad y dulzura. Y lo que ustedes llaman sufrimientos, dificultades, obstáculos y resistencias, son pequeñas ondas que a veces se forman en la superficie del océano profundo y vasto del Ser. Acójanse a sí mismos en esta ligereza, en esta suavidad, en esta dulzura, acójanse a sí mismos en esta inmensidad del Ser. Observen el comportamiento de las formas, la formación y disolución de las ondas, pero jamás olviden, niños, que el proceso de su despertar, que el proceso de su florecimiento es magnificentemente simple y complejo, como el proceso de la flor que se abre.
Yo los motivo hoy y en todo momento para que su atención de vuelta a su Sagrado Corazón, templo de Mi Presencia, la ligereza, la suavidad y la dulzura. Yo permanezco en el centro de ustedes – así como ustedes mismos, pues somos verdaderamente Uno – revelándoles la ligereza de la experiencia, la suavidad y dulzura de este reencuentro. Acójanme como Yo los acojo. Fúndanse en Mí, como Yo me disuelvo en ustedes.
Amados de Mi Corazón, la Tierra canta y todos los reinos que se reúnen en servicio al Espíritu Planetario celebran. Sus almas también celebran, también cantan. En la atención plena este canto es escuchado, sentido e integrado en la persona que manifiestan aquí, en este nivel de su experiencia. Permanezcan ahí solamente como Sacerdotes de la Luz Viva, Sacerdotes de la Presencia, Sacerdotes del Templo de Fuego Vivo y como canales permitan que esta ligereza, suavidad y dulzura, que el canto, se derrame sobre la forma, inunde y encienda como Yo los inundo y los enciendo en Amor perpetuo, Ligereza es el fruto espontáneo de la verdadera vigilancia.
Con esta bendición Yo los acojo, permanezco en ustedes y les digo: hasta un próximo momento.
Desde el Corazón Cristalino de la Tierra, nosotros hacemos resonar, hoy, ahora, en este momento, el canto de la Unidad: ¡Aní Maritumi!
Participantes. ¡Aní Maritumi!

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