domingo, 29 de enero de 2012

La deportación de los rebeldes y el armagedón, la guerra final

LA DEPORTACIÓN DE LOS REBELDES Y EL ARMAGEDÓN - LA GUERRA FINAL


La rebelión de Satanael y sus seguidores se convirtió en una verdadera batalla interna, que por poco se volvió cósmica al extenderse la semilla de Luzbel como si se tratase de un virus.

Afortunadamente la Confederación Galáctica pudo reducir las hostilidades, obligando a Satanael y a los suyos en venir a la Tierra para revertir su error colaborando en la dinámica de aquel Plan Cósmico. Todo esto habría ocurrido hace unos 25.000 años.

La rebelión de Satanael, mucho más terrible de lo que nos imaginábamos (y sin olvidar el cargo que ocupaba cuando estalló su insurrección) afectó muchísimo la vida y organización espacial en Orión, que sumada a la fuerte crisis que significó la destrucción física del Consejo de los 14, creó un ambiente de incertidumbre e inseguridad, a pesar de que la Confederación Galáctica tenía ya el control.




Finalmente, un importante sector de los oriones, que no participaron de la guerra civil que desencadenaría Satanael, sumados al Consejo Galáctico, abandonaron Ahelón y otros mundos de Orión en un viaje espacial que los llevaría a las lunas de Júpiter, en nuestro Sistema Solar. En Ganímedes, como recordamos llamado “Morlen” por ellos, se establecería la nueva sede del Consejo. Renunciaron a su pasado guerrero, y dejaron atrás los abusos tecnológicos de la clonación. Volvieron a sus orígenes, hasta el punto de procrear nuevamente niños.

Mientras ello ocurría, Satanael y sus seguidores oriones en la Tierra, empezaban a sabotear el proyecto una vez más, enseñando conocimientos prohibidos y excesivamente peligrosos a los hombres de aquella época: eran los tiempos de la Atlántida.

Siempre me pregunté cómo la Confederación había permitido que Satanael llegase a la Tierra, teniendo en cuenta el peligro potencial, latente, que encerraba el leal seguidor de Luzbel. Pero viendo todo esto, recordando, descubrí que formaba parte de un plan. La presencia disociadora de Satanael en nuestro planeta es lo que llamaríamos “un mal necesario”.

También se me reveló que fueron enviados a nuestro planeta en grupos. No vinieron todos los rebeldes en un sólo viaje.

El primero de estos grupos llegaría a la Tierra poco antes de la trasgresión de los 200 Vigilantes en el Monte Hermón (entre la actual Siria, Líbano y la antigua Israel) que como recordamos involucró la unión del equipo del Comandante pleyadiano Semiasas con mujeres humanas, dando como resultado una raza mestiza que constituirá más tarde la civilización atlante.


Nota: Este episodio se grafica al detalle en el denominado “Libro de Enoch”, un Apócrifo del Antiguo testamento. Ver: “El Libro de los Vigilantes”.


El último grupo de deportados, con Satanael a la cabeza, llegó a nuestro planeta en los primeros tiempos de la Atlántida.

Un fenómeno que ya se había registrado en el primer grupo había alertado a la Confederación. Se trataba de un envejecimiento prematuro, fruto de poseer cuerpos clonados y estar bajo una influencia energética extraña para ellos: nuestro propio planeta. Esto no es descabellado, por cuanto el problema que enfrenta la clonación humana actualmente es, precisamente, el envejecimiento acelerado.

Cuando empezaron a envejecer rápidamente los primeros en venir, muchos de estos oriones, siempre bajo el mando de Satanael, se esparcieron sobre la faz del planeta en colonias, para intentar hallar en los laboratorios que pudieron construir, una alternativa o “antídoto”para prolongarse. Mas la mayoría de estas iniciativas fueron suprimidas por los Vigilantes de las Pléyades (guardianes cósmicos que seguían el proceso del planeta).

Sin embargo, una vez más no fue suficiente.

Los oriones deportados, totalmente ajenos a la misión de ayuda para la cual fueron enviados en primera instancia a la Tierra, seguían generando peligrosas tensiones en los diferentes puntos donde se establecieron.

Los Vigilantes recibieron tarde la orden de destruir las pocas colonias que habían logrado establecerse y operar en el planeta. No intervinieron en un principio porque dentro de los propios oriones que participaron en la rebelión, y que ahora se hallaban deportados con Satanael en la Tierra, había un grupo que no deseaba participar de la nueva revuelta; al contrario, deseaba ayudar sinceramente a la humanidad, con la cual se sentía identificado por proceder todos de la misma fuente de vida.



Esta tensión fue tan intensa que se estaba convirtiendo en una disputa interna entre los deportados.

Vi entonces que los Vigilantes de las Pléyades recibían la orden de destruirlos a todos. El foco de tensión era tal, que no se podía esperar más...

Reconocí, impresionado, los lugares donde se intervino bélicamente las pequeñas instalaciones y laboratorios subterráneos de los deportados, enclaves que hoy en día han sido visitados por grupos de contacto.

Entre ellos reconocí las selvas del Paititi, Monte Shasta, Saqqara, el Monte Sinaí, y Talampaya.

A los seres de la rebelión deportados a la Tierra, y que deseaban ayudar a la humanidad (pero que fueron alcanzados por esta inevitable intervención bélica de los Vigilantes pleyadianos) se les dio la oportunidad de encarnar en el futuro como seres humanos, y así participar en las diferentes misiones de ayuda que procurarían la concreción del Plan Cósmico.

Sé que suena atrevido e increíble. Pero ello fue lo que se me mostró.

Luego de cumplir con cada existencia en la Tierra, aquellas esencias de origen estelar volverían a Orión. Este misterio, desde luego, no tiene explicación alguna en nuestro plano físico, sino en una determinación de los Guardianes del Destino, seres Ultraterrestres que desde el Universo Mental habían seguido los pormenores del Plan Cósmico.

Los otros seres de la rebelión, que se mantuvieron fieles a Satanael, correrían una suerte distinta: fueron apresados astralmente en unos extraños cristales de color verde; unos con forma de pirámide de base cuadrada, y otros con forma de octaedro.





Vi que esos cristales fueron instalados por los Vigilantes en cavernas. De esta forma, se evitaba que Satanael y sus seguidores encarnasen en los cuerpos adultos que tenían ocultos en Orión y que la Confederación Galáctica buscaba infructuosamente para “confiscarlos”. La medida era lógica. De lo contrario, desde allí se habría iniciado una nueva guerra espacial...

Aunque esta, en verdad, no terminó.

La raza que fue creada en Orión en la Guerra Antigua, de pequeños hombres grises, fue controlada por Satanael.

Estos seres, que luego de la Gran Guerra habían sido desplazados de Orión a la Osa Mayor, fueron más tarde, como sabemos, la posibilidad de escape para los oriones atrapados en la Tierra; ello al intentar crear cuerpos biológicos donde los “ángeles caídos” pudiesen encarnar como paso previo de una fuga en masa desde nuestro planeta.

Sin embargo, los Guías también nos dijeron que la cuarentena planetaria (el cordón de protección que los Vigilantes han establecido en nuestro mundo) había logrado impedir mayores intervenciones de los “grises”, como comúnmente se les conoce. Un ejemplo de ello es el famoso caso Roswell: la nave en mención fue en realidad derribada por los Vigilantes de la Confederación.

No obstante a ello, desde las sombras, y a pesar de sus limitaciones al estar atado cual prisión astral a nuestro planeta, Satanael cocinaba su último y gran intento.

Entonces vi una entidad extraterrestre de aspecto reptiloide, al parecer, de rasgos femeninos. Era una antigua Vigilante de Orión y por lo que comprendí “brazo derecho” de Satanael en la rebelión. Había logrado escapar de aquella revuelta al mando de un importante colectivo de seres también con apariencia de reptiles-humanoides.

La Confederación, les había perdido el rastro.

Ellos viajaron a Antares (Escorpión) para pedir una suerte de asilo. Fueron recibidos, y hasta intentaron convencer a los poderosos escorpiones de plegarse a una nueva guerra. Y aunque sus antiguos enemigos no aceptaron participar, un grupo de ellos, en secreto y a espaldas del Consejo Supremo de Antares, convino en otorgar tecnología bélica que pudiese convertir a esta Vigilante y su pequeño ejército de reptiles-humanoides en una avanzada invencible.

Con esto, los escorpiones estaban violando el tratado de paz galáctica que, a consecuencia de la Guerra Antigua, señalaba que no debían producirse máquinas destinadas a planes bélicos o de agresión. Esta situación, me hacía recordar todos los errores que hemos venido cometiendo en la Tierra: acuerdos quebrantados, conspiraciones, concilios de emergencia, guerras y armas prohibidas, rebeliones, periodos de paz y nuevas crisis por tensiones hasta ideológicas.

Era como hallarme frente a un espejo. Estábamos cometiendo el mismo error que “ellos”. Pero también reflexionaba, lo trascendente que significaría superar esta verdadera prueba. Sentí en ese momento, la esencia del Plan Cósmico. Comprendí.

Pero la suerte de aquel grupo oriónida en Escorpio no fue tan abundante. Sus cuerpos adicionales o réplicas físicas fueron finalmente hallados por la Confederación en Orión, y por lo tanto, controlados. Así, estos seres fieles a Satanael, congelaron sus únicos cuerpos disponibles en Antares, para ser despertados miles de años más tarde, en el momento indicado en que se llevaría a cabo la “guerra de las guerras”, el Armagedón o batalla de “ángeles” que cita la Biblia.

Los escorpiones, poco o nada podían hacer para ayudar en la creación de nuevos cuerpos. De haberlo logrado, las réplicas físicas podrían haber permitido a este último grupo disidente de Orión prolongarse el tiempo físico necesario, para actuar en la guerra que pretendían iniciar contra la Tierra. Mas la tecnología escorpión no era compatible en este punto. Así, este pequeño ejército fiel a Satanael tenía tan sólo un cuerpo físico (el que llevan “puesto”) para llevar a cabo sus planes.

Este punto en contra, frente a las fuerzas de la Confederación, había sido superado por la posesión de poderosísimas armas; entre ellas, una terrible y prohibida. Se trataban de cañones de “antimateria”, que habían sido adaptados por los escorpiones para no sólo destruir el cuerpo físico, sino también la “memoria virtual”, que involucra todo lo aprendido a lo largo de vidas sucesivas.

Las criaturas alcanzadas por estas terribles armas, a consecuencia, “olvidarían” todo y empezarían de cero. Un arma, desde luego, muy conveniente para ser utilizada no sólo contra los Vigilantes de la Confederación, sino contra la humanidad misma...

Vi también, cómo se me anunció en la experiencia de Celea, que este grupo ya había “despertado”, y que se encontraba en camino a la Tierra portando aquellas temibles máquinas.

Y en eso, una imagen me sobrecogió:
Veía a Jesús, clavado y amarrado en unos gruesos maderos sobre un monte. Era la escena de la crucifixión...

“El amor que les enseñó este hombre de la Tierra es la verdad absoluta" - escuché.

“Orión fue conmovido al seguir su vida desde aquí. Nos hizo reflexionar sobre nuestros errores. Él, es también nuestra luz. Es un Maestro cósmico...”
E inmediatamente a estas palabras, me hallé nuevamente ante las 14 esferas de luz azul, en la antigua sede del Consejo de Orión.
¿La guerra ocurrirá? - pregunté.

“Está ocurriendo...”

“Pero si te refieres a las intenciones de una nueva conflagración física, y esta vez contra la Tierra, te decimos que el planeta azul de los humanos no será tocado... y ello gracias a lo que puedan lograr”

Perdonar... - repuse.

“Tú lo has dicho. Y cierto es, que sólo con esa manifestación suprema de amor, el Universo será salvo...”


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Cuando una banda de visionarios se une para empujar los límites del universo conocido, abren de par en par las puertas atascadas de la evolución para todos....

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