viernes, 10 de enero de 2014

El regreso de Inanna, 9 de enero 2014

From: Jesus Imanuel Sananda <sanandai@rocketmail.com>
Date: Thu, 9 Jan 2014 19:21:42 +0000 (GMT)
Subject: El regreso de Inanna
 
(Jms....Es hora de que regreses, Inanna.....Bien.....Hoy, en
abundanthope se ha celebrado y será publicado que Enki y Enlil se han
reconciliado para siempre.......
http://www.abundanthope.net/talkitup/showthread.php?130-P-Targeted-Messages-Discussion
Entiendo que no podria cerrarse esta etapa evolutiva en nuestro
mundode 3D sin el perdón entre estos Dioses Hermanos que conforman
Nuestro pasado......Este documento es antologico y es lo más preciso
que podemos encontrar sobre la verdadera historia de los
Anunnakis.......Lo que va a caer en los proximos dias desde
abundanthope va a romper todos los esquemasmentales de los que no se
informaron lo suficiente, y, sinceramente, creo que no van a aceptar
la Ley Del Perdón entre hermanos porque sus egos se van a enfurece,
resentir........Mi recomendacion es que se empapen de esta verdad
dictada por Inanna porque el tiempo apremia y mucho.......Ellos han
determinado unirse a la Flota Estelar......Demos la bienvenida a
quienes en el pasado se equibocaron con la raza humana, porque vienen
con el único propósito de devolvernos lo que en un principio nos fue
arrebatado.......Es la Era de la Paz
Universal......¡Abracémosla¡....salud).
 
I - INANNA HABLA
Yo, Inanna, soy tan amada.
>>De muchas maneras, soy el amor per se.
Nosotros como Pleyadianos siempre hemos sabido que el amor es la
esencia de la creación. Todo lo que hemos sido siempre es amor; amor
a la aventura, amor al poder y amor a la diversión. Esta es la
historia de mi familia, la familia de Anu, quien llegó a su planeta
desde las Pléyades hace más de 500,000 años terrestres.
 
Y, como  verán, nuestra historia es también su historia, porque en
nuestros  laboratorios, mi familia creó su especie tal como existe
ahora.  Nunca fuimos realmente superiores a ustedes, simplemente mucho
más  experimentados. Mi familia había estado divirtiéndose en el
universo  mucho tiempo antes de que llegáramos a la Tierra. Ustedes
fueron  nuestro experimento genético en la periferia de esta galaxia.
 
Regresemos al comienzo. El tiempo es el campo de juego de los dioses
   y, ¿cuál tiempo usaremos? ¿El suyo o el nuestro?
 
En realidad el  tiempo no existe, pero es útil porque si uno no marca
límites, todo  se fusiona. El pensamiento es proyectado hacia el
espacio a través  de las frecuencias infinitas de tiempo que son
variables. Existe una  multitud de frecuencias de tiempo, y el tiempo
terrestre es muy  diferente al tiempo que nosotros vivimos. Desde la
perspectiva  humana, pareciera que nosotros viviéramos para siempre,
lo que nos  facilita mucho el poder recrearnos con los habitantes de
la Tierra.
 
Como creamos la raza humana en su forma actual sin activar del todo
   su ADN, nunca se nos ocurrió que podrían ser algo más que nuestros
   juguetes, o que podrían ejecutar tareas más complicadas que cocinar,
   limpiar o extraer oro. Teníamos a la Tierra por una operación minera
   remota. Empezamos a enseñarles a nuestros humanos y los llamamos
   Lulus.
 
Como disfrutábamos tanto del juego con los Lulus, nos  apegamos mucho
a ellos y empezamos a cruzarnos con ellos. Nos  enamoramos de nuestra
propia creación.
 
Mas no podíamos dejar de pelear entre nosotros mismos. Los Lulus nos
   adoraban como a dioses, una práctica que fomentábamos, y los
   enviábamos a la batalla a luchar y morir por nosotros como peones en
   una partida de ajedrez. Ellos estaban más que dispuestos a
   enfrentarse a la muerte sólo para complacernos, y los veíamos como
   una fuente renovable, pues siempre podíamos crear más.
 
Luego cometimos el error de usar la Gran Arma Radioactiva, la Gandiva.
Como resultado, ondas de radiación letal fluyeron hacia el  sistema
solar, hacia la galaxia, lo que llamó la atención del  Consejo de la
Federación Intergaláctica. Cuando se dieron cuenta de  nuestro
comportamiento imprudente, interfirieron. Ellos dirían  "intervenir".
Mi familia había estado tan ocupada luchando,  compitiendo y jugando
que se olvidó por completo del latoso Consejo.  Después de todo, la
Tierra era nuestra.
 
Los miembros del Consejo argumentaron que la Tierra había sido
   colonizada antes de que llegáramos nosotros, y que habíamos
   infringido la Ley del Primer Creador al poner en peligro otros
mundos con nuestras maravillosas armas.
 
También nos acusaron de  alterar las capacidades genéticas de la
especie humana,  despojándolos así de la habilidad para evolucionar.
Nos acusaron de  violar la Ley de No Interferencia. Enredados en medio
de nuestros  propios problemas, nos pareció que esto no era asunto de
ellos.  Nuestra familia, la familia de Anu, estaba en guerra, hermano
contra  hermano.
 
A nosotros, el Consejo de la Federación Intergaláctica nos importaba
un bledo, hasta que nos vimos rodeados de la Pared. No era una pared
real, como una de ladrillo; ésta era una pared de frecuencia
invisible y, por consiguiente, para nosotros todo empezó a cambiar.
La magia desapareció por completo de nuestras vidas; ya no había
chispa, no había acción. La vida se volvió demasiado sólida y densa,
dejó de circular. La Diosa de la Sabiduría estaba a punto de
enseñarnos algo que habíamos olvidado, o que quizás ni siquiera
habíamos empezado a aprender todavía.
 
Al principio el aburrimiento nos confundió, pues no lo habíamos
   experimentado antes, y no nos gustó. Nos tornamos irascibles, casi
   humanos, lo que verdaderamente no nos gustaba.
 
Eternamente habíamos  estado expandiéndonos y explorando el universo,
creando con  facilidad, divirtiéndonos. Nuestras vidas habían sido
emocionantes  con el poder infinito que teníamos disponible, y luego
nos sobrevino  un estado de anquilosamiento que nos dejó perplejos.
Habíamos dejado  de evolucionar. Erigida para enseñarnos por medio de
la experiencia  lo que les habíamos hecho a los Lulus en la Tierra, la
Pared era la  disciplina que nuestras propias acciones habían
magnetizado hacia  nuestra existencia.
 
No podíamos creer que realmente habíamos cesado de evolucionar. Con
   renuencia, nos dirigimos al Consejo para hacer preguntas diseñadas
   para hacernos parecer sabios, para disimular el hecho de que no
   sabíamos qué nos estaba sucediendo. Ellos lo sabían.
 
Quizás son más  avanzados que nosotros, pero no nos sentimos a gusto
con una idea  tan deprimente.
 
________________________________
 
 
¡Cuidadosamente el Consejo nos explicó que tendríamos que otorgarles
   a los terrícolas los mismos poderes que nosotros poseemos!
 
Nos  informaron que éramos responsables de lo que habíamos cimentado,
¡Qué tontería! Nosotros no podíamos aceptarlo. ¿Pueden imaginar qué
fastidio sería si sus animales domésticos fueran iguales a ustedes?
Podrían empezar a hablar e incluso decirles lo que les gustaría
cenar. ¿Dónde terminaría, con una cena de cuatro platos y trufas de
chocolate como postre?
 
Muy molestos volamos a casa y, por su puesto, como era nuestra
   costumbre, reñimos entre nosotros mismos.
 
Algunos se imaginaron que  la Federación estaba conspirando con
nuestros enemigos; otros  pensaron que el Consejo obviamente se quería
quedar con la Tierra.  Los sirios eran más antiguos en el Consejo que
nosotros los  Pleyadianos o, ¿lo eran los Arcturianos? Algunos de
nosotros creímos  que era algo personal y empezamos a culparnos los
unos a los otros.  Somos una familia fracturada en verdad.
 
Intentamos disolver la Pared por medio de un sacrificio ritual
   colosal, bello y realmente espeluznante a gusto de los que se
   consideran entendidos en estos asuntos. Pero nada sucedió; nada
   cambió, la Pared todavía estaba allí y nos volvimos aún más
   aburridos, estancados y desorientados.
 
El desespero, anteriormente  desconocido para nosotros, clavó sus
garras dentro de nuestras  mismísimas almas, nuestras almas reptiles,
para ser exactos.
 
________________________________
 
 
Entonces yo, Inanna, Reina de los Cielos — me encanta ese título —,
   regreso para hablar.
 
Regreso a ustedes, mis terrícolas, mis Lulus.  Regreso para
prepararlos para el cambio venidero en su ADN, para la  transformación
completa de su planeta Tierra y de sus hermosos  cuerpos.
 
Y, naturalmente, ¡espero liberarme a mí misma en el  proceso! Supongo
que si una madre no nutre a sus hijos debidamente,  esto la persigue
hasta que encuentra la manera de equilibrar la  balanza. Parece que yo
también debo equilibrar lo que he creado, y  de cierto modo ser como
una madre para ustedes.
 
 Lo que me recuerda mi maravillosa niñez en nuestro planeta hogar,
Nibiru, y todos aquellos que fueron como madres para mí.
 
http://www.bibliotecapleyades.net/sumer_anunnaki/regreso_inanna/regresoinanna01.htm

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