jueves, 5 de marzo de 2015
Por David Topí - La Tierra y Su Situación Actual: "Una Historia de Barcos"...
Es complicado explicar,
muchas veces, como es posible que estemos hablando de tantos cambios
positivos, de que el proceso evolutivo avanza sin pausa, de que estamos
incrementando nuestra vibración, que vamos a cambiar de nivel de
conciencia, etc., y luego seguir viendo que, en general, la situación
global del planeta, así, mirando por encima la cosa, parece indicar todo
lo contrario.
El concepto de separación en dos de la realidad general, las dos “Tierras”, es
complejo de comprender, y mucho más complejo de ponerle palabras a lo
que significa que diferentes realidades convivan unas con otras, y que,
lo que pasa en una de ellas, no sucede en la otra. Voy a intentar hacer
una analogía de lo que está pasando, en estos momentos, a nivel macro,
usando una historia :—), y a ver si sale algo que sirva para comprender
los tiempos tan convulsos que estamos viviendo.
Una de barcos
Bienvenidos a nuestro
planeta, un barco surcando las aguas infinitas del océano que es nuestro
universo. Todos vamos a bordo del mismo. El timón lo dirige la
consciencia colectiva de los que van a bordo, pero también el mismo
barco como tal, pues es consciente de si mismo y puede orientar sus
velas y su dirección según le convenga. Mientras el barco y sus
pasajeros se lleven bien, no hay problema. A pesar de que estos últimos
han desmontando más de una vela, quemado más de un mástil, perforado
alguna cubierta o destrozado algún que otro remo, de momento, el barco
les permite seguir a bordo y los lleva en su periplo por las
maravillosas aguas de la Creación.
La vida en el barco, en general, no es fácil. La mayoría de pasajeros no se enteran de lo que pasa,
ya que el barco es muy grande y permite que haya multitud de recovecos y
lugares donde pasar tranquilamente la travesía, ocupados en pequeños
quehaceres. Además, desde hace mucho tiempo, la mayoría tampoco sabe que
el barco fue asaltado por piratas, que, escondidos en lo más alto de
los mástiles y tras las sombras de las velas, se han ido apoderando de
todo lo que había en el barco, dirigiendo a ciertos tripulantes que
tenían anhelos de mando, para que pusieran a los pasajeros a hacer
ciertas cosas, a que trabajaran para ellos de forma sutil, que se
pasaran todo el día limpiando las cubiertas, ordenando las bodegas,
haciendo los trabajos de mantenimiento, etc., con tal de que no
prestaran atención a nada que no fuera su pequeña parcela de terreno
dentro del barco, sobre la que les habían hecho creer que tenían algún
tipo de derecho o control. Además, algunos de los tripulantes, muy
hábiles ellos, se pusieron de acuerdo con los piratas para que les
dejaran mandar completamente en el velero “sin que se notase mucho”, a
cambio de ciertos poderes y favores, así los piratas no tendrían que
preocuparse de gestionar ellos mismos a la masa de pasajeros.
Con el tiempo, el barco
fue cruzando diferentes mares, pasando por zonas de tormenta y por zonas
de calma, haciendo que las aguas, el viento y las energías del océano
fueran poco a poco cambiando la estructura del velero. El barco mismo ya
sabia dónde tenia que ir y lo que le iba a suceder, pues era su deseo
llegar a cierto puerto y sufrir una transformación y renovación total,
pero los pasajeros en general no tenían ni idea, y tanto los piratas
como los tripulantes que intentaban dirigir el velero por su cuenta, no
hacían más que mover el timón a escondidas para ir en dirección opuesta a
donde esas corrientes evolutivas les llevaban sin remedio.
Este tira y afloja duró
mucho tiempo, pues algunos pasajeros del barco que sabían lo que estaba
pasando, colaboraban activamente para ayudarle a llegar a su destino,
luchando primero contra los tripulantes amigos de los piratas, y contra
los mismos piratas luego, pues ya habían descubierto sus escondrijos en
lo alto de los mástiles, y ya eran bien visibles para unos cuantos que
sabían mirar hacia arriba y entender que es lo que estaba pasando.
Como el
barco en si también quería continuar con su camino sin mas dilación,
decidió pedir más ayuda a barcos vecinos, para que otros pasajeros de
esos barcos, que tenían sed de aventuras y una ganas de ayudar enormes,
pudieran subir a bordo y colaborar con los que ya estaban allá para
pararles los pies a los piratas. Estos, por su parte, se resistían a
abandonar el lugar, y se peleaban entre ellos creyendo que, ilusamente,
algún día se quedarían con el barco por completo. Mientras tanto, los
tripulantes mandones con los que tenían acuerdos empezaron a no entender
nada, pues las guerras internas se hacían cada vez más patentes y ya no
se sabia quien mandaba a quien y quien era quien, ni siquiera entre los
piratas. La llamada de ayuda siguió atrayendo a bravos marineros de
otros veleros que ya se colaban por todas las pequeñas escotillas poco
vigiladas, y decenas de pequeñas balsas, embarcaciones y algún que otro portaaviones, de
otros lados del océano empezaron a acumularse alrededor del barco, a
una distancia segura, para intervenir si la cosa se ponía muy fea, o
simplemente para permitir que sus marineros entraran y salieran del
velero a medida que iban cumpliendo sus misiones.
Así, el tiempo fue
pasando y el rumbo original se fue más o menos manteniendo, hasta que la
situación se hizo mucho más complicada.
Sabiendo el barco, como
ser consciente que era, que sus pasajeros, si querían acompañarle a su
nuevo destino, tenían que tener unas ciertas condiciones físicas, para
no marearse, para aguantar las nuevas aguas, para poder hacer frente a
las vicisitudes del nuevo rumbo, se dio cuenta de que,
desafortunadamente, muchos pasajeros, como se habían pasado el trayecto
metidos en sus camarotes y preocupados por sus pequeños quehaceres en el
barco, jamás se habían asomado a cubierta, no habían conocido el mar,
no se habían ni siquiera relacionado con el barco como ser que los
acogía, etc., y no tenían las condiciones necesarias para seguir con él
en su camino. Esto, por supuesto, no se hacia con animo de sentar
juicios de valor o morales, pues el barco sabia que cada pasajero llega
siempre a su destino, no importa el tiempo que se tarde en ello. Pero
algo había que hacer, pues por un lado, el velero ya cansado quería
poner rumbo directo y las velas hacia unas nuevas aguas, más turquesas,
cristalinas y calmadas, y por otro lado tenia que proporcionar a los
pasajeros una forma de que estos siguieran con su rumbo evolutivo hasta
que estuvieran listos para reunirse con él, en aquellas nuevas aguas,
cuando estos estuvieran preparados para ello.
Así
que, el barco, tras mucho jaleo interno y con mucha ayuda exterior de
todos los que habían venido desde los cuatro mares a asistir, decidió
separarse en dos. Este, que era muy sabio, hizo una copia de si mismo,
se hizo un doble, y decidió que poco a poco ese doble se iría separando,
y llevaría con él a aquellos que quisieran ir a navegar por lugares más
apacibles y empezar un nuevo viaje sin piratas, tripulantes
controladores y demás. Lo que pasa, es que el proceso de separación no
podía ser instantáneo, tenia que hacerse suavemente y con cuidado,
moviendo discretamente y sutilmente a los pasajeros según la versión del
barco en la que debían estar por derecho evolutivo. Además, se ayudó a
que todo el mundo supiera que era lo que estaba pasando, para que
aquellos que, ejerciendo su libre albedrío, decidieran prepararse para
irse con el nuevo barco, y no seguir ya con el antiguo pirateado.
Mientras tanto, en este
último, las cosas iban de mal en peor. Los piratas no paraban de
pelearse entre ellos, y además se peleaban con los marineros recién
llegados de otros barcos, en un intento de estos últimos de evitar que
bloquearan el proceso de separación y que los pasajeros pudieran subir
al nuevo velero. Los marineros venidos de fuera querían a toda costa
preservar el velero como tal, su bienestar era lo más importante, así
como mantener abierta la posibilidad de saltar al nuevo barco. Para
ello, se instauró un gran tablón de madera que, firmemente sujeto,
conectaba la baranda de un barco con otro, una gran pasarela que, a la
vez, separaba ambos barcos pero los mantenía por otro lado
interconectados hasta que el proceso de separación total se hubiera
completado. Aquel gran tablón permitía, si se mantenía estable, que las
cosas se fueran dando poco a poco y paulatinamente, consiguiendo que
muchos pasajeros empezaran a saltar de un lado a otro, y también
permitía que los que ya estaban en el nuevo barco, pero querían volver a
ayudar a otros a cruzar, pudieran hacerlo temporalmente con relativa
seguridad.
Esto era lo más difícil.
En el viejo barco había muchas cubiertas, muchos niveles, y los que
estaban en las cubiertas más profundas eran los más difíciles de
alcanzar. Ahí, en esas cubiertas más profundas, había toda clase de
choques, peleas y batallas por los recursos del barco, que los sistemas
de información que existían por todo el velero viejo se encargaban de
transmitir al resto de cubiertas y pasajeros. Realmente, si no vivías en
una de esas cubiertas todo aquello no te afectaba mucho (excepto por
los ruidos y las preocupaciones de que no se extendiera todo aquel jaleo
a tu zona), pero mantenía la tensión constante entre los pasajeros que,
pendientes del sistema de información global, no dejaban de mirar
siempre hacia la cubierta inferior olvidándose de que el otro barco se
iba separando cada vez más y que la gran pasarela intermedia no iba a
durar para siempre conectada entre ambos veleros.
Por el libre albedrío y
el trabajo de cada uno, muchos pasajeros al ser más y más conscientes de
la situación abandonaban las cubiertas inferiores, y empezaban a
descubrir lo que empezaba a suceder en las otras partes del velero
viejo, algunos descubrían la pasarela de paso, y conseguían con esfuerzo
personal cruzar al nuevo barco, donde también llegaban las noticias de
lo que sucedía en el fondo del barco viejo, pero ahí ya no tenían ningún
influencia. Otros pasajeros, lamentablemente, en vez de huir hacia las
cubiertas superiores, se dejaban arrastrar por el lío que había formado
abajo del todo, y terminaban bajando de su cubierta a otras más
profundas, haciendo casi imposible que los marineros venidos de fuera y
los pasajeros que sabían lo que pasaban pudieran echar cuerdas y sogas
suficientemente largas como para que estos se pudieran enganchar y ser
izados hacia cubiertas superiores.
Y eso duró y duró, el
barco no cejaba en su empeño de mantener ambas opciones todavía juntas,
separándose lentamente, pero intentando alcanzar a cuantos más pasajeros
mejor. Cuando los piratas se dieron cuenta del papel que tenia la gran
pasarela entre barcos, intentaron también desestabilizarla, romperla,
quitarla, ya que si se iban todos los pasajeros al nuevo barco, donde
ellos tenían prohibida la entrada, ¿a quien iban a gobernar? ¿quien se
iba a quedar en el barco viejo para hacer todas las tareas de
mantenimiento? Ellos no, por supuesto, era necesario mantener a cuantos
más pasajeros mejor ahí atrapados. Los piratas ordenaban más y más a los
tripulantes compinchados para que la liaran más gorda en los pisos
inferiores del barco viejo, aunque había tal descontrol que muchos de
estos tripulantes empezaron a pensar si no era mejor abandonar ya el
velero de una vez por todas, pues parecía que se les estaba yendo de las
manos el control. De todas formas, la mayoría de ellos, como no
conocían otra forma de vida, y no sabían existir sin ser manejados y
guiados por los piratas, seguían acatando ordenes y seguían moviendo sus
piezas en el viejo barco.
¿Y que sucedía mientras
tanto en el nuevo velero? Pues que muchos de los pasajeros que habían
cruzado la pasarela se mantenían cerca de la misma, se resistían a creer
que el barco donde habían vivido siempre ya no iba a ser su hogar,
porque no entendían que ese mismo barco ahora se iba a convertir en un
súper-crucero de lujo, y no acababan de creérselo. Estando tan cerca de
la pasarela, algunos iban y venían entre las dos versiones del barco que
existían en esos momentos casi solapadas por completo, aunque la
mayoría empezó a comprender que, para seguir adelante, había que
acelerar el proceso de separación entre ellos. Muchos de los que habían
cruzado al nuevo barco en las primeras oportunidades de paso, estaban ya
tan alejados de los ruidos del velero viejo que ni notaban su
presencia, y oteaban al horizonte viendo como se iban acercando a las
aguas cristalinas a las que iban a llegar, y como una parte de la
embarcación, la más alta, como por arte de magia, empezaba a
transformarse en ese nuevo crucero de lujo que sería su futuro hogar.
Así, los que estaban más
preparados, empezaron a percibir ya las nuevas habitaciones y
camarotes, la nueva cubierta, las nuevas velas y la nueva decoración que
había en el nuevo crucero que empezaba a asomar por la proa, ¡que
maravilla!! Y no hacían más que gritar a los que estaban en la parte más
baja del nuevo barco que se olvidaran del viejo, de sus peleas, de sus
tejemanejes, y que subieran más y más arriba, que empezaran a contemplar
la transformación y a disfrutar del nuevo crucero que poco a poco se
iba manifestando.
Algunos les hacían caso,
y por fin se liberaban de las tribulaciones del viejo barco, que no es
que no existieran, sino que los ecos de lo que sucedía en él ya no
tenían importancia, y ya no valía la pena preocuparse por ello. Mientras
tanto, montones de marineros y pasajeros valientes seguían manteniendo
firme la pasarela de paso, ayudando a saltar de un lado a otro a la
gente, y dejando que aquellos que por su propia iniciativa deseaban
seguir en el viejo barco así lo hicieran.
¿Y que pasó luego?. Pues
el final de la historia aun os lo tengo que contar, pero permitidme que
lo deje para otro momento, porque no es cuestión de chafar el final de
la película cuando la puedes vivir en primera fila. Solo os diré que, al
final, los dos barcos se separaron, y que el viejo barco se fue por las
mismas aguas por las que había navegado toda su existencia, y, pasado
un tiempo de navegación prudente, pasó por unos astilleros, donde lo
desguazaron por completo, y lo volvieron a reconstruir, sin piratas, sin
tripulantes y sin pasajeros (ya que estos habían ido abandonando poco a
poco el viejo barco encarnando en otros con características parecidas),
solo con plantas, animales y vida fresca, para que iniciara otra ruta
por las mismas aguas que tanto tiempo había surcado en una nueva rueda
evolutiva. Por otro lado, el nuevo velero, convertido ya en crucero de
lujo, hacia lo mismo, en otras aguas, y con parte de los pasajeros,
mientras servían cócteles de piña colada y todos cantaban el himno de la
alegría por la gran aventura que todos habían vivido.
Y así, colorín colorado… este cuento no ha más que comenzado…
Por David Topi
http://davidtopi.com/
Re-Publicado por ANSHELINA, la Luz que llama a despertar
http://loqueheaprendidode.blogspot.com
http://romancesdivinossohin.blogspot.com
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