by Wabbbla |
Arqueólogos descubren en Yucatán la puerta al inframundo maya
17 julio, 2012
Son
construcciones subterráneas muy elaboradas y de complicado acceso a los
templos que los mayas empleaban para honrar a Xibalbá.
La
clave siempre estuvo en el Popol Vuh, legendario libro sagrado de la
mitología maya. Hay cuatro caminos: rojo, blanco, amarillo y negro. Pero
sólo uno conduce al Xibalbá, la puerta al inframundo de la cultura
maya. Los mitos, mitos son. Pese a lo cual, un grupo de arqueólogos
mexicanos cree haber descubierto en el centro del Estado mexicano de
Yucatán (este del país), la difícil ruta que los muertos debían recorrer
en su tránsito hacia la otra vida.
Un
camino nada fácil, sin duda. Antes de llegar a Xibalbá los mayas tenían
que superar duras pruebas. Un intrincado recorrido jalonado de cuevas y
cenotes (depósitos de agua manantial, situados a cierta profundidad).
Lo que los arqueólogos han encontrado es una red subterránea de cuevas
que funcionó hace siglos como una recreación de la entrada a este
inframundo. Una ruta mágica en el imaginario colectivo mexicano.
Guillermo
de Anda Alanís, director del proyecto (titulado El culto al cenote en
el centro de Yucatán), asegura que a medida que avanzaban los trabajos,
crecían las sorpresas. “Dentro de una cueva se ha podido localizar una
calzada de casi 100 metros de largo. Está bien cimentada y su sistema
constructivo es similar, por ejemplo, al de las calzadas de la zona
arqueológica de Chichén Itzá”.
La
puerta al inframundo se encuentra semioculta y se llega a ella por una
especie de portal natural tapiado con piedras labradas. La entrada no
rebasa el metro de altura y los 50 o 60 centímetros de ancho.
En
el yacimiento se han encontrado restos óseos humanos y fragmentos de
cerámica. También hay esculturas, como la de un sacerdote con el tocado
del dios de la muerte, y hay glifos pintados y grabados.
Según
el Centro INAH Yucatán, los restos descubiertos tienen una antigüedad
de 1.900 años, la máxima entre los yacimientos del norte de Yucatán, y
pertenecen a una época que se sitúa entre el periodo Preclásico y el
Posclásico, aunque la mayoría de los hallazgos podrían datar del Clásico
Terminal (750-850 después de Cristo). Hasta el momento se han
reconocido 14 sitios con este tipo de elementos rituales. Algunos de
estos espacios sagrados forman parte de cenotes y cuevas ubicados en
municipios del centro de Yucatán, como Tecoh, Homún, Kantunil, Chocholá y
Abalá.
La
primera etapa del proyecto se dedicó a la investigación documental
sobre el tema. Se descubrió entonces que en crónicas del siglo XVI se
mencionan 17 cuevas y cenotes donde los mayas efectuaban sus ritos. El
investigador De Anda Alanís asegura que se han localizado nueve, y que
en siete había restos humanos -en dos de ellos, en gran cantidad-. El
proyecto se halla en una etapa de corroboración in situ, aunque los
arqueólogos creen que la tupida selva que cubre el Estado oculta muchos
más restos de esta cultura prehispánica.
El
equipo de investigadores de la Universidad Autónoma de Yucatán y del
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) destaca haber
encontrado algunas modificaciones en cuevas y cenotes. De Anda Alanís
explica: “Contienen templos dedicados muy probablemente al culto del
Xibalbá y son construcciones muy elaboradas. Hay que tener en cuenta que
están situados en lugares de acceso muy difícil. Hablamos en ciertos
casos de bajadas de 30 o 40 metros”.
Un filón de esta cultura prehispánica
Según
el INAH, las investigaciones se ampliarán próximamente para explorar
los vestigios del culto subterráneo. Yucatán alberga muchos vestigios de
los mayas, como las ciudades de Uxmal y Chichén Itzá. Los arqueólogos
creen que la tupida selva que cubre el Estado oculta muchos más restos
de esta cultura prehispánica.
En
crónicas de 1562 sobre la persecución de la idolatría tras la Conquista
española, se mencionan 17 cuevas y cenotes donde se efectuaban ritos
mayas, de los que nueve han sido localizados por los arqueólogos. Siete
de ellos contenían restos óseos, dos en gran cantidad.
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